Final - Alfred

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Decir que de Alfred fue de quien más se oyó durante la reconstrucción de Belafari sería un poco exagerado, pero no sería del todo falso. Estuvo encargado de hacer los planos y dirigir casi todas las obras, por lo que era común verlo en las reuniones y escuchar su nombre de otras personas. Siempre iba de un lado a otro con planos en sus manos y planes en la cabeza, discutiendo con los maestros de obra y los maleantes en redención acerca de la siguiente construcción y si estaba bien que fuera así o si era mejor de otra forma. Rehicieron la escuela, levantaron el hospital y el invernadero, e incluso accedieron a la petición de Arthur del aeropuerto en cuanto regresó con el boom de los relojes de Ludwig.

-¿Cuál es el siguiente plan? - había preguntado un día en broma la (nacionalidad), tras salir caminando con él de una de las reuniones.
-Well, aún hay que supervisar la remodelación del centro comercial. -había reído él.- Luego tenemos que restaurar los edificios y casas de la periferia, que ya parecen ruinas.

Y cuando el centro comercial estuvo terminado y las tiendas entraron en funcionamiento, las casas y las calles de la ciudad comenzaron a parecer calles de un lugar que nunca hubiera sido abandonado por más de un año, golpeado por lluvias y nevadas tóxicas e invadido por plantas mutantes. La renovación de las casas y complejos de apartamentos inhabitados atrajo a los grupos de trotamundos y extranjeros que venían de ciudades vecinas buscando un techo sin huecos y un piso sin grietas donde poder establecerse.

Cuando se acabaron las edificaciones en necesidad de restauración Alfred pareció resignarse a la calma de no tener ochenta asuntos pendientes a la vuelta de la esquina. De cuando en cuando aparecía un nuevo proyecto, una nueva ampliación; pero no era nada comparado con la locura de los primeros meses en la ciudad. Construyeron un hotel cuando se dieron cuenta que algunas personas venían solo de visita, y una estación de rescatistas completa con una veterinaria cuando los animales comenzaron a volver a la normalidad.
Yekaterina por fin pudo dejar el hospital.

Era probable que (T/N) lo viera más que el resto del grupo, teniendo que estar siempre al tanto de todo, además de tener a Peter al lado insistiendo en ir a jugar con el estadounidense. Se juntaban algunas veces en su departamento con Lukas, Vladimir, Matthew y Elizabeta, y se pasaban la noche viendo películas en la televisión conectada a internet.

Una mañana se lo encontró en el restaurante de Francis, sentado solo en una mesa en la esquina, mirando con intensidad unos planos.

-¿Otro proyecto? -preguntó ella con una pequeña sonrisa, jalando una silla para sentarse frente a él.
-¿Hm? -Alfred levantó la mirada, recién percatándose de su llegada.- Mornin', dudette.
-¿Qué es ahora? -ella miró los planos, algo confundida. No sabía leerlos.
-Ah, esto... -él los miró también.- Es más un proyecto personal, nadie lo ha pedido.
-Hmm... -la nacionalidad giró su cabeza, tratando de descifrar los apuntes y garabatos sobre el papel.- ¿Es un planetario? -se sorprendió.
-Ahahaha... -rio él, al parecer avergonzado. Estuvo a punto de decir algo, pero sonó una alarma en su celular.- Shit- Lo siento, (T/N). -dijo apurado, recogiendo los planos de la mesa y colgándose su mochila al hombro.- ¡Debo irme!

Ella se quedó algo confundida en su sitio.

Pasaron un par de semanas antes de que volviera a oír acerca del tema. Alfred y compañía iniciaron las mediciones en la periferia de Belafari, yendo de un extremo al otro con aparatos y mapas que nunca logró ver de cerca. A veces se la pasaban encerrados en su departamento por unas horas, solo para salir a tomar la temperatura del clima durante el día y a contar las horas y el cambio durante la noche.
El resto de los habitantes no se dieron cuenta de que algo pasaba hasta que comenzó la construcción a las afueras de la ciudad.

Agua, por favor [Hetalia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora