Final - Antonio

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Antonio fue, junto con Alfred, uno de los que más tuvo que tratar con los maleantes en redención. Como el trabajo de campo requería de mucha gente y mano de obra, la gran mayoría de ex -Darksiders fueron enviados a ayudar con las cosechas y los sembríos. Era un trabajo duro, cansado, y repetitivo; pero con el tiempo aprendieron que lo que ellos hacían servía para mantener con vida a todo Belafari.

A la cabeza de todos se encontraba el español. Él se encargaba de administrar el terreno que tenían y decidía qué se sembraba en qué lugar y cuándo. Se paseaba por los campos con un polo blanco suelto y unos jeens manchados de tierra, su cabellera marrón cubierta por un gorro de paja para proteger sus ojos del sol calcinante del verano; iba de un lado a otro con una gran sonrisa que levantaba los ánimos de todos los que le ayudaban y les daba energías para seguir con el trabajo. Asistía a todas las reuniones, quemado por el sol y más bronceado durante el verano pero siempre con ropa más ligera que todos los demás.
Todos sabían quién era.

-Me gustaría que tuviéramos más tipos de especies. -comentó una mañana en que (T/N) fue a verificar la nueva plantación.- Sería increíble que tuviéramos papa amarilla; me pregunto si veremos a algún turista que viajó desde Latinoamérica.

Cuando Francis abrió su restaurante, (T/N) podría haber jurado que no había visto a Antonio tan emocionado desde que devolvieron el agua al mundo. No tardó mucho en apuntarse como el principal proveedor del francés, y acabó por incluir un par de recetas españolas en el menú por pura casualidad.

-Este Antoine, ¿qué diablos piensa? -se quejó una tarde el francés.- ¡Ni siquiera sé cómo se prepara esto! ¿Cómo se pronuncia? ¿Paela? ¿Paya? ¿Paeyia?
-Creo que es paella. -le corrigió la (nacionalidad), divertida por todo el asunto.- Supongo que tendrás que pedirle la receta.

Francis la había mirado con esa expresión de molestia que no iba para ella, sino para el español porque sabía que la joven tenía razón.

-Ah, sí es cierto que debería enseñarle a preparar paella. -se percató la tarde siguiente Antonio, luego de que (T/N) se lo comentara.- Creo que también metieron tortilla de patatas ahí. ¡Vaya! Ni siquiera sé si tenemos los ingredientes específicos para preparar la original, la que les invité era una adaptación. -continuó hablando con una sonrisa.

Con la conexión del internet y el descubrimiento de las ciudades resurgentes, Antonio comenzó una búsqueda de especies que consideraba eran algo que debían cultivar para poder ampliar la comida en Belafari y las opciones nutricionales. Varios turistas comenzaron a llegar con los vuelos de Arthur diciendo que habían leído el llamado del español online y que venían trayendo un par de muestras para intentar plantar la especie que llevaban. Intercambiaron consejos y semillas, y con el tiempo el comité se vio obligado a extender el área de sembríos debido a la creciente cantidad de cosas que se podían plantar.

El área de trabajo de Antonio y compañía acabó por ocupar casi toda la periferia de la ciudad, dejando a Belafari rodeada de campos y un par de estructuras como el hospital y el planetario de Alfred. La gente comenzó a venir de las ciudades circundantes a vivir, y muchos de los que vinieron en vuelos internacionales regresaron para quedarse. Casas rurales y simples tuvieron que ser construidas en la periferia y entre los sembríos en cuanto las tierras comenzaron a asignarse a las familias que estaban dispuestas a trabajarlas porque el español y los maleantes en redención no eran suficientes para encargarse de todo el terreno.

Las técnicas de cosecha y planeamiento se fueron de la ciudad cuando Antonio decidió realizar un viaje a las áreas vecinas. Se fortaleció el comercio con las ciudades resurgentes de la zona ya que algunas plantas solo crecían en el suelo sobre el que ellos vivían, así como había especies que solo brotaban en Belafari.

Agua, por favor [Hetalia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora