Final - Lukas

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No se sorprendieron demasiado cuando, luego de un tiempo, se percataron de que Lukas era el que menos asistía a las reuniones. Tampoco es que tuviera mucho que decir al respecto cuando sí iba, por eso no solían darse cuenta de su ausencia. Sólo se encargaba de manejar la biblioteca de la escuela (que eventualmente evolucionó en una biblioteca entera anexada al área de clases) y de visitar a los trotamundos para ver si querían venderle algún libro o dejárselo a la ciudad. (T/N) accedió ayudarlo cubriendo su puesto las pocas veces que se fue de viaje con Arthur y volvió con rumas de libros que luego necesitaron más de cinco personas para colocar en la creciente colección de Belafari.

Ella se quedaba algunos días en la tranquila sala que el noruego manejaba, leyendo algo en silencio, esperando a que Peter saliera o esperando el cambio de turno con alguno de los hermanos de Blend para revisar las clases. Lukas siempre estaba sentado tras el mostrador leyendo algo, y (T/N) hubiera sido capaz de creerle si un día le dijera que había leído todos los ejemplares que tenían en la biblioteca. Si hablaba era solo para preguntar qué leía, o hasta qué hora se iba quedar, o, algunas veces, si podía vigilar la sala un rato porque quería bajar a comprar café.
Solía traerle alguna bebida o galleta cuando volvía en esos casos.

La (nacionalidad) tenía como foco principal de revisiones la escuela y áreas circundantes, así como algunos otros sitios de cuando en cuando. Y al tener que permanecer en la institución por buena parte de la mayoría de los días de la semana, el gran porcentaje de ese tiempo lo transcurría en la biblioteca. Se dedicaba a leer, descansar, ayudar al noruego con el inventario y a acomodar algunos tomos cuando llegaba un nuevo paquete; así como a veces dormir. Varias veces se quedó dormida sobre algún libro en la mesa, y en la mayoría de casos despertó con una manta sobre sus hombros.

De modo que las únicas veces en las que realmente interactuaba con el noruego era cuando comentaban acerca de los libros que faltaban de cada colección presente en la biblioteca, cuando hacían el inventario. Se enteró de sus sagas favoritas y él de las suyas, así como qué libros que le gustaban no se encontraban entre los anaqueles a su alrededor. Se enteró de qué temas le gustaba leer y qué tipo de libros sentía que faltaban en el lugar, al igual que cuáles creía que nunca encontrarían.

Con esa nueva revelación para ambos, la biblioteca comenzó a recibir libros ocasionales que alguno de los dos encontraba, recordaba lo que habían hablado, y lo llevaba. Lukas se aparecía de cuando en cuando con novelas e historias que ella recordaba de niña y pensó que nunca volvería a leer. Ella regresó de un par de viajes a las ciudades circundantes con libros de mitología nórdica y otros tomos que le escuchó mencionar alguna tarde haciendo el inventario. Incluso abrieron una nueva sección de mangas, manhuas y cómics que ambos asiáticos y Alfred estuvieron muy entusiasmados de inaugurar.

Una tarde se despertó sobre una de las mesas de la biblioteca con una manta sobre los hombros, como algunas veces sucedía. Despegó su mejilla del libro que había estado leyendo y descubrió una nota frente a ella. Estaba escrita en la simple caligrafía del noruego, y leía: "Voy a estar hasta las dos en la plaza norte. Ven si puedes, hay algo que debo decirte."

Tomó la nota y con curiosidad y flojera buscó un reloj.
Eran las dos y media.

Se levantó y guardó el libro en su lugar, ya debía recoger a Peter. Supuso que se disculparía con Lukas al día siguiente y le contaría que se quedó dormida y ya había sido muy tarde para cuando despertó y leyó la nota.

Al día siguiente, como lo planeó, le pidió perdón al noruego tras el mostrador y esperó su respuesta por unos eternos segundos de silencio y mirada sin expresión.

Agua, por favor [Hetalia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora