Kill me, Burn me, Slowly [BnHa-Todobaku/Bakutodo] [PlusUltra19]

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No estaba conforme. Uno podría suponer que jamás lo estaría. Pedirle a un niño de 5 años, que venciera a un adulto era imposible. Pero pedirle al hijo menor de Endeavor, el segundo héroe más popular de Japón, que lo sobrepasara ya abandonaba lo cuerdo y lo ficticio.

— ¡Levantate, Shoto! —Gruñó Endeavor al pequeño que yacía en el suelo.

Éste se encontraba de rodillas, se había llevado una manita hasta su boca para evitar vomitar el desayuno.

—No volveré a repetirlo —insistió demandante.

Todoroki saltó ante su orden, e intentó ponerse de pie, sin embargo cayó estrepitosamente al haber resbalado con sus pequeños pies descalzos, causando un gran alboroto.

Endeavor perdió la poca paciencia que tenía –no por nada su quirk eran las llamas del infierno –, y tomó del cabello al pequeño, alzándolo en el aire sin remordimientos ni miramientos. Todoroki gimió ante el maltrato, y se retorció del dolor. Su cabeza punzaba, sus ojos lagrimeaban y su orgullo estaba siendo herido, pero aún así ni una sílaba logró sacarle el padre.

Estuvieron en aquella habitación de entrenamiento toda la mañana, toda la tarde y toda la noche. Todoroki incluso podría llegar a jurar que su cabello había crecido unos 10 centímetros de tantos jalones que había recibido por parte de su progenitor.

—Tienes que ser el número uno, Shoto —le había dicho Endeavor una vez terminado el entrenamiento —. Obtuviste lo mejor de tu madre y de mí, sin duda desarrollarás un gran poder en el futuro, y allí estaré cuando derrotes a All Might.

Shouto se había limitado a asentir como podía. Su semblante estaba sumiso y obediente, dispuesto a acatar cualquier orden por parte del mayor.

Todo sea por ella.

Ya en su cuarto, cabizbajo y triste, Todoroki pensaba si algún día su vida iba a mejorar. Se preguntaba si vencer a All Might realmente serviría para arreglar todos los desastres de su familia...

Realmente se deprimió con la respuesta que formuló.

¿Algún día la paz llegaría a su vida? En lo más profundo de sí mismo rogaba para que algo cambiara las cosas, para que algo pusiera en retrospectiva aquella retorcida filosofía a la cual estaba sometido desde el momento en que nació.

Rezaba en silencio para que una suave llovizna le mojara y calmara las cosas, sin embargo en un futuro no muy distante, algo ligeramente más explosivo le estaría esperando.