13.

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—Oye Susan

Me volteo antes de abrir la puerta.

—¿Si, Daniel?

Él mira mis pechos unos segundos y luego vuelve a mirarme a los ojos.

—Gracias por ayudarme de nuevo con la tarea

Sonrío, revolviendo su cabello. Se nos había hecho costumbre trabajar en su tarea.

Hoy cumplía cinco días trabajando para la familia Jabcoson y ya les había tomado aprecio a él y a Dylan. No eran nada parecidos a s madre, en realidad eran muy parecidos a Logan. A quien no había vuelto a ver.

—Cuando quieras, muñeco —le guiño un ojo y abro la puerta.

—¡Suuuuuusaaaaaaan! —Dylan viene corriendo hacia donde estoy—. No te vayas

Río brevemente.

—Me tengo que ir, pero estaré aquí mañana —me inclino hasta estar a la altura de sus ojos—. Y veré si consigo un video juego que compartir

Los ojos de Dylan se iluminan y asiente con rapidez.

—Y si tú no tienes una tarea muy complicada, puedes unírtenos —le digo a Daniel.

Ambos sonríen y con eso me despido. Camino por el camino de entrada hasta mi auto y tras encenderlo conduzco hacia un lugar que no visito desde hace meses. La constructora de papá siempre me ha dado miedo, supongo que porque es un edificio gigantesco y su oficina está en uno de los últimos pisos. Sin embargo, debía venir. Aunque había estado intentando ignorar toda la semana el hecho de que él hubiese sido quien le dijera a Logan sobre mi cumpleaños, no había logrado sacarlo de mi sistema, así que la única manera de hacerlo era enfrentándolo. Aunque eso probablemente, lo metería en problemas con mamá.

Cuando estoy en el estacionamiento, me piden una identificación. Una vez ven mi apellido me permiten subir por rapidez, ni siquiera debo anunciarme y lo agradezco. Así que camino directo al elevador y presiono el piso donde sé que está papá. A medida que los números aumentan comienzan a sudarme las manos, y a temblar. Respiro con pesadez, repitiendo en mi cabeza que saldré tan pronto como me sea posible de allí, y continúo así hasta que las puertas del elevador se abren, dándome paso a un recinto medianamente pequeño, completamente cubierto de madera, lo que agradezco. Frente al elevador, se encuentra Federica, la secretaria de papá.

—Susan —exclama sorprendida al verme.

—Hola Fede —acomodo mi cabello detrás de mi oreja—. ¿Está papá?

—Si, él está en una videoconferencia en este momento, pero no debe tardar en llegar ¿quieres esperarlo?

—Seguro —digo acercándome a ella—. No tengo prisa

—Oh que bien, así me pones un poco al día. Hace tanto que no te veo. Estas hermosa

Sonrío ante los cumplidos, porque sé que de parte de Fede son sinceros. Ha sido la empleada de papá desde que yo tenía diez años, y por lo que sé debe tener unos treinta años, pero luce muchísimo más joven.

—No hay mucho que contar Fede. Tengo un empleo como niñera y vivo con mi hermano Pat

Su sonrisa cae.

—Lo sé, tu padre me contó. Lo lamento mucho —replica—. Para una chica de tu edad debe ser difícil no tener mucha privacidad

—Un poco —concedo.

—Fede, ya no hay más nada por hoy. Puedes retirarte —replica la voz de mi padre desde el intercomunicador.

—De acuerdo Sr. Me retiro, pero alguien está aquí para verle

Un divertido problemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora