23.

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—Nada mal —digo secando un poco el sudor de mi frente.

—¡Ya tienes una cama! —exclama Clara dando pequeños saltos.

Río sin poder evitarlo y me dejo caer en la cama, exhausta.

De algún modo nos las arreglamos para amueblar el apartamento. Pasamos prácticamente todo el día yendo a comprar, armando y desarmando mesas, y cambiando de lugar los muebles hasta dejarlos en el lugar indicado para Clara, y finalmente cuando ya empezaba a ocultarse el sol, tenía unos bonitos muebles acolchados en la sala, una mesita de café, taburetes para la barra de desayuno, una cama inmensa en mi habitación con sus respectivas mesas de noche.

—Supongo que podría vivir de esto si lo de niñera no resulta

Clara frunce el ceño.

—Dirás, si Dean no te acepta como compañera

Asiento, levantándome de golpe de la cama.

—Tienes razón, y ya es hora de darme una ducha

—Yo también iré por una, y luego regresaré aquí, pediremos una pizza y la comeremos en tu nuevo sofá

—Suena un excelente plan para mi —exclamo mientras entro en el baño.

Me desnudo con rapidez y me meto bajo el chorro de agua tibia. Mojo mi cabello y recibo el agua con placer. Mis músculos tensos comienzan a relajarse y al masajearlos para distribuir el jabón por mi cuerpo, aumenta la sensación. Masajeo también mi cuero cabelludo con el champú.

Minutos después salgo de la ducha y tras ponerme un cómodo pijama, que no es otra cosa que una camiseta vieja que me llega hasta los muslos, reviso mi teléfono. Hay un par de mensajes de Liam, también uno de Pat y otro de mi papá. Nada de Logan y de algún modo eso me decepciona. Dejo el teléfono a un lado y luego lo vuelvo a tomar. Pienso en la posibilidad de escribirle yo pero la descarto de inmediato. No quiero parecer la chica desesperada que no puede pasar una noche sin él.

Apago el teléfono y lo dejo sobre la mesa de café. Voy a la cocina y saco una soda de la nevera, otra cosa más que agradecerle a Clara: llenar el refrigerador. Estoy terminando de beberlo cuando llaman a la puerta.

—Entra —Le digo a Clara mientras me deshago de la lata.

Pero no es Clara quien entra con una pizza en la mano.

—¡Liam! —exclamo sonriendo.

Él sonríe, caminando hacia mi. Deja la pizza en la barra y la rodea para acercarse más. Rodeo su cuello con mis brazos en cuanto lo tengo en frente y él hace lo propio con mi cintura.

—¿Cómo es que estas aquí? —pregunto finalmente.

—Como no contestabas el teléfono, llame a Clara —responde Liam separándose de mí—. Me dio tu dirección y me dijo que te trajera una pizza

—Tendremos que empezar sin ella —abro la tapa de la caja y el olor a queso fundido, jamón y tocino me invade—. Porque muero de hambre por esta delicia

Liam ríe y toma asiento mientras yo busco un par de cervezas. Cuando llevamos la mitad de la pizza Y Clara sigue sin llegar, comprendo que en cuanto recibió la llamada de Liam, decidió no volver.


—Y está es mi humilde habitación

Después de terminar la pizza le doy un pequeño tour a Liam por el apartamento. Finalizando con mi habitación que consta de una cama de dos plazas, dos mesas de noche, una cómoda, el closet y un pequeño sillón.

Un divertido problemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora