3.

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—Daniel y Dylan llegan a las tres de la escuela —explica Wanda mientras me sirve una taza de té.

Hace pocos minutos que llegué a la casa de los Jabcoson y Wanda, una mujer hermosa de ojos negros me recibió con fingida simpatía. Fue demasiado obvio su desagrado al ver el estúpido lazo tatuado en el dorso de mi muñeca izquierda, aun así se ha esforzado por "tolerarlo", tanto que hasta me invitó a tomar té.

—El autobús escolar pasa por ellos así que no hay que recogerlos

—Debo estar aquí a las tres, lo entiendo

—Antes de las tres —dice de inmediato—. Cuando los niños lleguen deben tener el baño listo, y una merienda

—¿Usted quiere que cocine? —pregunto con incredulidad.

—Nada muy difícil de hacer —Wanda le da un sorbo a su bebida—. Tu hermano le aseguró a mi hijo que eras adecuada para el trabajo, así que presumo que has cuidado niños antes

Maldigo por lo bajo a Pat por esto pero sonrío con hipocresía.

—Claro, un par de veces lo hice mientras estuve en secundaria

—¡Excelente! Luego de merendar, asegúrate de que hagan su tarea en lugar de jugar videojuegos o ver la televisión. Cuando ya hayan hecho su tarea, podrán hacer cualquiera de estas actividades por un máximo de una hora, no más. Ah, los viernes tendrás que llevarlos y traerlos de su clase de piano luego de la escuela, y los miércoles a su clase de tenis

Alguien parece ser estricto con sus hijos.

—Nosotros llegamos del trabajo alrededor de las siete, por lo que no trabajaras por más de cinco horas diarias e imagino que tu hermano te puso al tanto de lo que estamos dispuestos a pagar por hora ¿Estás de acuerdo con eso?

—Sí, creo que es una suma más que generosa

—¿Quieres ganar menos? —pregunta con tono mordaz.

Enarca una de sus perfectas cejas y me mira sobre su tasa.

Alzo mi barbilla, mostrándole que no me intimida.

—Pienso que es suficiente —declaro con el mismo tono.

Wanda Jacobson sonríe sin que la sonrisa llegue a sus ojos y coloca su tasa sobre la mesita de café.

—Quiero que comiences el lunes porque los niños ya tienen un itinerario para el resto de la semana, en los cuales no estarán mucho en casa —continúa ella.

Mi ceño se frunce. ¿Hace un itinerario para unos niños de diez y trece años?

—Pero si me gustaría que vinieras mañana a eso de las seis de la tarde. Los niños llegaran a las cinco de su clase de piano y quiero que te conozcan antes de que comiences a hacerte cargo de ellos

—De acuerdo

Wanda se levanta y yo la imito. Camino con ella hacia la entrada de la casa donde se detiene antes de dejarme salir.

—Una cosa más Susana

—Susan —la corrijo de inmediato.

—Susan —replica de nuevo con tono mordaz—. No suelo hacer esto pero contigo tendrá que ser diferente

—¿A qué se refiere?

—Te agradecería que por favor comiences a vestirte de manera adecuada una vez comiences a trabajar aquí

Un divertido problemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora