0

150 8 1
                                    

-Dante, espera- dije deteniéndolo, pero él seguía besando mi cuello.    -Qué pasa Othello? Por qué me detienes?- dijo volteando a verme.        -Es que, yo... yo-    No podía verlo a los ojos, me sentía muy nervioso.       -Yo?... Yo qué?-        -Dante, estás seguro de querer hacerlo?-        -Te lo pedí hace un momento, claro que estoy seguro- dijo volviendo a besar mi cuello. -Bueno, si es así, está bien- dije.

Se desvistió, mientras yo temeroso, también me desvistió. Me recostó en la camilla mientras besaba de mi cuello a mi pecho, y luego a mi abdomen.        -...Dante...- dije entre gemidos. Sus cálidas manos acariciaban mi cuerpo, se miraba ansioso por lo que hacía.      -Othello- susurró en mi oído, y eso me estremeció. Volvió a bajar sus besos hasta mi polla.      -No Dante, espera. Ahí no- dije deteniéndolo, pero él comenzó a chuparla. No quería que lo hiciera, era muy vergonzoso para mi, pero se sentía tan bien.        -Vaya, te veniste rápido- dijo después de haber tragado mi semen.       -Lo-Lo siento- dije. Volvió a recostarme, su lengua hizo un camino desde mi tobillo hasta mi entre pierna, como si toda mi pierna fuese una paleta.       -Volvió a levantarse- dijo, juntó nuestras pollas y las frotaba.       -Othello, tócalas tu también-       Hice caso a lo que dijo, y se sentía tremendamente bien.        -Te volviste a venir-        Acarició mi cuerpo haciendo que levantara el pecho.      -Que cuerpo tan delgado, temo a quebrarlo- volvió a decir y besó mis pezones.        -Othello-        -Si?- pregunté.         -Voy a meterla- dijo, yo sólo asentí. Alzó mis caderas y puso algo de lubricante.       -Dime si es demasiado para ti, me detendré- dijo. Comenzó a meter su polla por mi culo, ¿Duele? Claro que duele, algunas lágrimas salían de mis ojos. Abracé a Dante de la cadera con mis piernas mientras que mis manos rasguñaban su espalda. Su polla llegó al punto exacto, he de suponer; ¿Se trata de la próstata? ¿Es del que todos hablan del punto G del hombre? Si es así, lo estoy sintiendo. De pronto, todo aquel dolor que sentía hace unos instantes, desapareció y se convirtió en placer, como si la polla de Dante presionara algún botón mágico. No dejaba de pronunciar su nombre detrás de cada gemido que emitía mi boca.      -Dante- volví a decir. Quería más.      -Más, más- dije.         -Como tu quieras- respondió. Volteé a verlo, parecía estar igual que yo, disfrutando cada segundo de este momento. Nos comíamos como si fuese el último día de nuestras vidas, nos besábamos tan apasionadamente que no queríamos que esto terminara. Amo a Dante.         -Othello, te amo-       Pero no sé cómo decírselo.        -Te amo- volvió a decir después del beso, yo sólo... yo sólo lo abracé.        -Por favor, no me vallas a dejar- dijo.  ¿Cómo es que en esto?

Dos personas, dos colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora