Él sólo estuvo un día en el hospital, Donato aún sigue allí. De vuelta a casa estábamos en la cama, era ya noche, como las once. -Quiero seguir con lo del otro día que fue interrumpido- dijo sobre mi. -Siempre tan ansioso- dije, miré su expresión y parecía desesperado, bueno, no tengo más opción. Nos besábamos apasionadamente y lo abrazaba con todas mis fuerzas. -Estás muy cariñoso esta noche- dijo sonriendo, me sonrojé. -Es... Es porque tengo miedo, de perderte- -Qué harías si Gina me hubiese matado? Si yo ya no estuviese aquí?- -Moriría de tristeza, como un perro cuando pierde a su dueño- -Tú no eres un perro- dijo acariciando mi mejilla. -Pero tú si eres mi dueño- respondí y lo besé.
Nos desvestimos, él besaba mi cuello y bajó a mi pecho, chupaba y succionaba mis pezones, hacia que me estremeciera. Bajó hasta mi polla y comenzó a chuparla. -Da-Dante- gemí, siguió así como por dos minutos hasta que me vine, se sintió un gran alivio. -Othello, quiero que me hagas lo mismo- dijo poniéndose de rodillas. Tenía una erección que parecía dolorosa de mantener, iba a ser la primera vez que se la chuparía. Me incliné hacia él y lo metí a mi boca a juzgarlo por sus gemidos, parecía estarlo disfrutando... se vino en mi boca y algo de semen cayó en mi rostro. -Lo siento- dijo y me besó. Nos besábamos mientras él acariciaba mi espalda, hizo que se me levantara otra vez, y él con sólo mirarme, volvió a despertar. Me recostó en la cama y acariciaba mis piernas mientras sonreía. -No me mires tanto, es vergonzoso- dije apenado. -Lo siento, es que en verdad me encantas, y me gusta verte en esta posición- respondió. Tú también me encantas, Dante. -Sabes, ya no hay lubricante ni condones, no me queda más opción que hacer esto- dijo alzando mis caderas estando a la altura de su pecho. -Qué crees que haces?- dije sorprendido. Comenzó a lamerme el culo, no quería que lo hiciera, es demasiado vergonzoso, pero, se siente... muy bien. -Ahh, Dante- gemí. Era muy gracioso a la vez, si algún día me hace enojar, le diré que bese mi trasero, y sé que con mucho gusto lo hará. -La meteré- dijo bajando mi cadera, yo sólo asentí. Metió su polla lentamente, la sacó y la volvió a meter pero más rápido. -Aaahhh, Othello- gimió susurrando en mi oído. -Othello- volvió a gemir. Lo hacía demasiado bien, realmente quería más y más. La respiración y los gemidos de Dante, la brisa del viento entrando por el balcón, las luces de la ciudad, el sonido de los autos y las motocicletas recorriendo las calles; estaba volviéndome loco, realmente loco. -Te amo- dije. Espera, ¿Qué acabo de decir? -Te amo Dante- volví a decir, él se detuvo, parecía estar impresionado. -Qué pasa? Por qué te detienes?- pregunté. -No, es sólo qué, estoy impresionado... No me habías dicho un te amo hasta ahora- -A caso eres tonto? Antes de que fueras a hacer ese trabajo, me pediste que te lo dijera, y te lo dije en serio. En realidad te amo Dante- dije, su expresión cambio a tierno y me besó. -Yo igual te amo Othello- Se siente tan cálido escucharlo decir eso. -Y ahora no me detendré- volvió a decir y comenzó a darme más duro. Se sentía como éxtasis, incluso comencé a sudar al igual que él. -Siento que voy a morir- -Nadie muere por un orgasmo, Othello- dijo. -Me... Me vengo- -Espera, aguanta un poco más, vente conmigo- dijo. La sacó y me puso boca bajo, mi pecho tocando la cama, mis manos aferrándose a la sábanas y mi culo levantado arqueando mi espalda, volvió a meterla y se sentía mejor de esta manera. -Dante- gemí. -Me vengo Othello, hazlo conmigo- dijo, al mismo tiempo los dos nos venimos, claro, él se vino dentro de mi. La sacó y cayó a lado mío en la cama, volteó a verme y sonrió al igual que yo. -Estuvo genial- dijo y me tomó de la mano. -Si, y me cansé- dije, comencé a cerrar los ojos, sólo alcancé a ver el reloj, y ya era la una de la madrugada.
Desperté, eran las 4 de la madrugada, Dante no estaba conmigo en la cama, me senté y miré que estaba en el balcón recargado en la barda, fumando un cigarrillo, mirando el paisaje; estaba sin camisa, sólo tenía sus pantalones puestos. Agarré la cobija y me cubrí con ella, caminé hasta donde estaba él. -Ah, despertaste- dijo volteando a verme. -Si, pensé que estarías en la cama- -Lo estaba, te miraba mientras dormías, luego me levante y veme aquí. ¿Te molesta si fumo?- -No, está bien. Cogerás un resfriado así, sin camisa o playera- -No te preocupes, estoy bien, no se ha congestionado mi nariz- dijo. Me quedé a su lado mirando la ciudad, las calles estaban solas, todos dormían, todos excepto nosotros, pero aún así, me gustaba esto, me sentía muy relajado. Dante me abrazó por detrás y apagó su cigarrillo, recargó su mentón en mi cabeza. Quería que este momento durara para siempre, me sentía muy feliz. -Vayamos a dormir- dije. -Si, ya me siento algo cansado, y ya comenzó a darme frío- dijo, ambos caminamos en esta posición hasta la cama, él abrazándome. -Por cierto, ya saqué el semen de ti- -Qué? A qué hora lo hiciste?- -Cuando dormías, incluso me diste un pequeño golpe en el brazo, fue como si una niña me hubiese golpeado- dijo riendo.
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Dos personas, dos colores.
Romance-Rápido, di que me amas. Sí lo haces, entonces yo... Diré con seguridad que eres mío- Una historia narrada por Othello Gian en Roma, que encuentra su amor en Dante, un mafioso que está enamorado de él. Juntos viven aventuras y se exponen al peligro...