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A donde quiera que iba, Dante estaba a la distancia observándome, aunque estuviera acompañado de Sarah, o incluso de mis padres, él estaba presente. Podía sentir la vibra y la densidad en el ambiente de lo incómodo que era esta situación, y aún así no me acercaba a él para nada, no quiero que sepa, lo mucho que aún me afecta; y Sarah comenzaba a sospechar sobre mi comportamiento.
-Seguro que estás bien? Estos días has estado muy tenso y nervioso-     -Si, es sólo que... recordé que dejé tarea pendiente de la universidad-    -No te preocupes por eso, llegando podrás terminarlo- dijo.
No quería abrumarla por mi comportamiento, pero no estaba seguro de contarle todo mi pasado, la decepcionaría.

Al llegar a casa, entré a su habitación, trataría de hablar con ella, de platicarle al menos un poco más de mi.
-Othello, siento que me estas ocultando algo, y me gustaría que me tuvieras la suficiente confianza de contármelo, no sólo quiero ser tu novia, sino, tu mejor amiga también-
-Y tienes razón, y mereces saberlo, pero antes, quisiera intentar algo-     -Qué cosa?- dijo y la besé.
La tomé entre mis brazos y la besaba, besé su delicado cuello, y la recosté en la cama, y de pronto, Dante vino a mi mente. Me detuve y sólo me disculpé con Sarah.
-Lo siento, no puedo hacerlo- dijo con la mirada caída.     -En nuestra relación nunca hubo intimidad, no me siento tranquila con eso, y ya llevamos algunos meses saliendo. A caso hay algo malo conmigo? Porqué yo no te siento cómo mi novio, sino, cómo un amigo-

Voltee a verla.   -No quiero que pienses eso, sólo necesito pensar las cosas, despejar mi mente-    -Desde que llegamos a este lugar has estado diciendo eso, no entiendo que es lo que tienes que despejar, quiero entenderte. Has sido muy egoísta conmigo, Othello- respondió, pero soy alguien inseguro.

Se llegó la última fiesta de la semana, era la cena del pueblo, asistimos mis padres, Sarah y yo, todo parecía estar bien entre nosotros, pero era algo superficial, ya no sé que hacer con los sentimientos cálidos de ella, ni cómo hacerla sentir tranquila... Me siento perdido.    -En un momento regreso, iré al baño- le dije y me levanté de la mesa.     -Claro, está bien- respondió.
Caminé hasta los baños y me jalaron del brazo.     -Por qué me estás siguiendo? Incluso en este evento- dije sorprendido.    -Quien crees que lo patrocinó?- respondió Dante.     -Sabes? Un día de estos, si sigues jalandome el brazo me lo vas a dislocar-      -Olvídate de tu brazo, Othello, te necesito-      -Ya fue suficiente, ya no te acerques a mi, sólo me meterás en problemas-    -Con quien? Con tú novia? Deja de callar tus sentimientos hacia mí, sé que no me has olvidado, ni mucho menos... has dejado de quererme- dijo y me sonroje.     -Eres bastante predecible, Othello. Tus mejillas te delatan- volvió a decir pero con delicadeza y dio un pequeño beso en mi mejilla, para después besarme. No podía negarlo, ni mucho menos contenerme... me dejé llevar por él, y respondí a su beso.

-Othello?- voltee y era Sarah quien nos estaba observando, parecía sorprendida... y decepcionada.     -Déjame explicarlo-     Me acerqué a ella.     -No, no te acerques, ahora sé porqué estabas tan extraño estos días... era por él. Desde hace cuanto que te ves con él?-      -Nos dejamos de ver hace meses...-      -Desde cuando... Desde cuando lo conoces?-     -Antes de conocerte a ti- respondí, me sentía tan mal por esto, sé que la destrocé.      -Vaya, así que por esa razón nunca hubo intimidad entre nosotros... Oye, seas quien seas, o cómo te llames, Othello es todo tuyo- dijo Sarah y se marchó, pero no la pude seguir.

-Esto es lo que querías? Ya estás satisfecho?- dije molesto y me marché también. Dante parecía muy serio, helado, y no dijo ni una palabra al verme ir.



Dante.

Cada día es igual, me despierto, me levanto de mi cama, me aseo, preparo un café mientras escucho los reclamos de Marcella y me voy a mi oficina, todos los días, cada día... así es un hombre sin amor.
-Desde ayer te noto distinto- dijo Marcella mientras yo preparaba mi café, no respondí a su comentario.     -A caso te rompieron el corazón? Te ves... triste-     -A caso te importa?- dije tomando mi taza.     -Sólo me parece placentero verte así...-
Me acerqué a ella.     -Te causa placer ver que alguien más se ganó mi corazón y que amo, algo que tu nunca podrás?- respondí y ella se molestó, caminé hasta la puerta.    -Te odio, Dante...-     -Vamos a divorciarnos- sugerí.      -Qué? Cómo se te ocurre pedirme eso?-    -Quiero el divorcio. Ambos sabemos que esto nunca funcionará, qué esperabas de un matrimonio arreglado?-    -Olvídalo, no te daré el divorcio-     -Por qué? Qué es lo que esperas que cambié?-       -Quiero que me respetes- dijo con una mirada de tristeza, sólo suspiré tratando de buscar las palabras adecuadas sin herirla.
-Siéntate Marcella-
Regresamos a la cocina y nos sentamos en la barra de desayuno. Comencé yo disculpándome por el mal trato que le di.   -Sé que te eh tratado mal, pero que esperabas? Eres muy tonta-     Hizo un gesto de disgusto y supe que iba por mal camino.    -Bien, no fue el mejor comentario. Sé que te eh tratado mal, te eh gritado, insultado, entre otras cosas, pero es porque no te quiero-    -Por qué no lo intentamos?-     -No tiene caso, no eres para mí, ni yo soy para ti. Acepta esta propuesta del divorcio, así podrás encontrar a alguien que te acepte y te trate mejor, no te aferres a mi-      -Dime porqué no quieres intentarlo?-      -... Amo a otra persona, y no importa con quien esté, yo amaré a esa persona-     -Cómo es ella? Tal vez pueda intentar ser como ella-
Marcella, no hagas esto más difícil.
-Es que no es ella... Estoy enamorado de otro hombre- dije sin más preámbulos, quería ser directo de una vez por todas, y creo que eso la asustó. Estaba tan sorprendida que se recargaba en la mesa y se sujetaba de la silla.

-Es una broma, verdad? Tú, Dante? No lo creo, eres demasiado guapo para ser homosexual. Me estás mintiendo-    -Estoy siendo demasiado honesto contigo, es la verdad. Por eso no puedo tener relaciones sexuales contigo a menos que esté yo muy borracho, y del coraje que tengo por haberlo dejado, todo recae sobre ti, y por eso te pido disculpas. Perdóname por haber sido tan cruel contigo cuando tú no tuviste la culpa, pero de verdad te pido el divorcio, Marcella- dije tomándola de sus manos y mirándola a los ojos. Ella parecía estar algo confundida, y a la vez triste.     -De verdad lo amas?- preguntó.      -Cómo no tienes idea- respondí fácilmente.      -Y no hay nada que te pueda hacer cambiar de opinión, cierto?-     -Él me complementa... Sé que ahora me odias más que nunca por esto que te dije, y te repugno, pero...-
-Estás equivocado, Dante. Tal vez si me entristeció escuchar eso, y me cuesta creerlo, pero no eres el único. Sabes? Aquí entre confianza, mi hermano también es homosexual, y fui la primera persona a quien se lo confesó, y cuando todos en mi familia le dieron la espalda y le quitaron su herencia y dinero, yo fui la única quien lo apoyó. Así que, te agradezco que me hayas confesado eso, es importante para mí, creo que está comunicación debió ser al principio. Y no te odio, tal vez si te tuve coraje, pero ahora sé cuál fue tu motivo-
La miré y pude sentirme tranquilo.
-Sí de verdad lo amas cómo dices, esta bien, te daré el divorcio- dijo, en cuanto escuché eso mis ojos brillaron, me sentía feliz.     -Pero prométeme una cosa-     -Lo que quieras- dije.     -Qué lo buscarás y te disculparás con él-      -Gracias- dije y ella me abrazó, al no querer ser grosero, y ver que ella entendía la situación, respondí a su abrazo.
Después de todo, no es mala persona.

Dos personas, dos colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora