20

16 2 0
                                    

Llegamos a mi departamento y arreglamos la puerta. Él parecía algo serio, y claro, fue por lo que acababa de suceder. -Oye, estás bien?- pregunté. -Por supuesto. Ahora me siento libre, y me cuesta creerlo. Aunque claro, ya no tendré ingresos pero esta bien, tengo mucho dinero guardado y comenzaré mi organización- dijo abrazándome. -Espera, qué? Volverás a ese trabajo?- -Othello, quiero que comprendas esto, para alguien cómo yo, con una hoja de vida como la mía manchada de tanta sangre, es difícil dejar este negocio, la única salida, es la muerte- -Sólo... no lastimes gente inocente- -Nunca lo he hecho, mi trabajo era deshacerme de las piedras del camino del jefe, sólo gente mala-
Ahora que él es libre cómo dice, tal vez pueda ayudarlo a dejar los malos hábitos cómo ese. -Y sabes algo? Me siento muy atraído por ti en estos momentos- dijo a mi oído. -Bu-Bueno, puedes tomar un baño- respondí nervios. -Tienes razón, un baño lo podrá solucionar- -Eh?!- Me tomó del brazo y me condujo al baño.
-Hay que practicar aquí antes de ir a mi departamento a vivir nuevamente, compre un jacuzzi- -Aaah?!! Por qué?-
Entramos al baño y me desnudó para luego quitarse la ropa él y entrar a la tina de baño conmigo. El agua corría por nuestros cuerpos y él dio un pequeño beso en mi frente.
-¡No te aproveches de la situación!- dije haciéndome a un lado. -Qué?- dijo y el shampoo comenzó a entrar a mi ojo. -¡¡Aaay!!! El shampoo está entrando a mi ojo- -¡¡Quédate quieto, voy a enjuagarlo!!- -¡Es tu culpa en primer lugar!- -Vaya que eres distraído- -¡Me pica!- -No te muevas- -Oye espera, qué estás tocando?- -Tu trasero- -¡No lo hagas!- -Eres molesto. Deja termino de lavar tu ojo, ya casi el shampoo se va-

Fuimos a mi habitación, y nos recostamos en la cama, él de un lado y yo del otro, estábamos cabeza a cabeza y ya eran las dos de la madrugada, fue una noche agitada por lo del juicio. Ya sólo quería descansar. -Creí que ya no te volvería a ver- dijo. -No digas tonterías, siempre te crees muy listo- -Si, a decir verdad, si- respondió.
-... Yo creí que te perdería, me sentía aterrado- -Othello, te amo- -Ya no sigas- -No te entiendo, dices que te aterraba la idea de que yo moriría, pero no respondes a mis confesiones. Entonces qué hago?- dijo levantándose de la cama.
-¡Espera!-
Él se detuvo, pero no volteó a verme. -Debo rendirme ya?- -No, no es eso- dije desde la habitación. -Sí te cuesta decirlo, quieres que lo haga yo por ti?- dijo algo serio, yo sólo agaché la mirada. -De verdad te amo Othello, me divorcié por ti, dejé Toscana por ti, renuncié a la organización por ti, y tú no puedes por lo menos confesar tu amor por mi? O a caso, ya no sientes nada hacia mí?-
Cielos, esto se volvió muy tenso.
-Yo...- No sé porqué no puedo decirlo, decirle lo mucho que lo amo.
Él caminaba tratando de llegar a la puerta pero lo detuve.
-Othello...- -¡Te amo, okay?!- dije y él se sorprendió. -De verdad te amo, sólo tú has arriesgado tanto por mi, incluso tu vida. Me has hecho sentir cómo nadie más. Amo cuando despiertas junto a mi, incluso cuando me voy a dormir y estás ahí, cuando discutimos, tu comportamiento histérico y luego serio, tu sarcasmo y tu inteligencia... todo de ti. Tus tatuajes, tu olor a cigarro y perfume, todo Dante-

Finalmente me sentí más aliviado, todo ese peso lo pude sacar. -Y tarde en decírtelo porque... me daba miedo de que me volvieras a dejar. Eso... me partiría en dos el alma y ya no sabría qué hacer o en quien apoyarme-
Él acarició mi mejilla y me besó. -Jamás lo volvería a hacer- respondió.

Me tomó entre sus brazos y me besó apasionadamente, tanto que nos comenzamos a desnudar en la sala principal. En el sofá dejábamos caer la ropa y a un lado los zapatos; estaba oscuro, lo único que iluminaba era la luz de la lámpara desde mi recámara, una luz débil. Dibujaba una fina línea con su lengua por mi cuello, eso me estremecía, y luego daba una pequeña mordida en mi oído, nuestros penes se rozaban y eso me excitaba más, me sentía muy caliente. Dante bajó sus besos haciendo una línea por mi abdomen hasta llegar a mi pene, y de ahí comenzaría a hacerme sexo oral; se sentía demasiado bien. -vaya, te veniste- dijo con una sonrisa juguetona. Lo mismo comencé a hacer, le daba sexo oral mientras él me miraba, a veces volteaba a verlo de reojo, y podía observar cuán excitado estaba él, y eso me animaba más. Al finalizar me colocó en cuatro y él estando de rodillas detrás de mi, comenzó a untarme lubricante en el culo, sabía que la acción apenas estaba por comenzar.
-Bien, aquí voy- dijo, en cuanto comenzó a penetrarme, se sentía jodidamente bien, la última vez fue con él y eso sucedió hace meses, de verdad lo extrañé. Dante pronunciaba en ocasiones mi nombre entre gemidos, así como yo de él. Mientras me penetraba, la sacaba y metía, con una de sus manos jugaba con mis pezones.
-Dante- dije entre gemidos, ambos ya comenzábamos a sudar, y mi corazón podía sentirlo latir más rápido. Esto me encantaba, siento que me ahogaba en placer. -Othello- dijo Dante moviéndose más rápido. -Ya me vengo- -No, espera, aguanta un poco más- volvió a decir. Sentía que ya no podía dar más yo, me sentía cómo un muñeco, ya había llegado a mi límite, el orgasmo aproximándose. -Ya casi me vendré yo- dijo, y ambos nos vinimos. Nos recostamos en la alfombra hasta que ambos nos quedamos dormidos.

Dos personas, dos colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora