Capítulo 19- Te odio

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Supuse que de inmediato se apartaría pero no fue así. No se mueve pero noto como intenta rodearme las caderas con las manos pero le tiemblan y las aparta de inmediato para que no me percatara.

Finalmente, con delicadeza me aparto y abro los ojos.

No puede ser verdad ¿es rubor lo que veo en sus mejillas?

Rápidamente aparta la mirada y recobra la compostura.

-¿Ves? Ahora sí que te he besado- dije con arrogancia. Oh, joder... La poca dignidad que me quedaba ha volado al decir esta frase ¡no he podido decir algo más estúpido a propósito!

De repente, pasa su mano izquierda por mi mejilla, muy suavemente. Noto su tacto y me gusta, está caliente aunque le tiembla un poco. Automáticamente pongo mi mano sobre la suya para que no la aparte. Poco a poco se va inclinando hacia mis labios y cierra los ojos con ternura. Su aliento, mi aliento, ambos se mezclan en los segundos anteriores a que sus labios vuelvan a rozar los míos; esta vez con mucha más seguridad.

Me quedo rígida ¿sorprendida, asustada...? No lo sé... ambas cosas tal vez. Justo cuando nuestros labios se juntan me doy cuenta de que lo que siento no voy a poder olvidarlo tan fácilmente...

No pienso, solo actúo: le pego una torta con todas mis fuerzas en la cara. Se aparta de inmediato y cuando se recupera del aturdimiento me mira.

-Te odio- le suelto con rabia. ¿Por qué he dicho eso? Bueno, es verdad LE ODIO y siempre lo haré, le odio porque le quiero y es más fácil de decir que "te amo".

Me mira enfadado y de repente me vuelve a besar, es un beso corto y cuando se aparta me susurra: -Yo también te odio-.

No me duele su comentario más bien, me gusta, su respuesta me reconforta y llena de energía. Me dejo llevar por la adrenalina de este momento y nos volvemos a besar; me pega contra la pared y trata de bajar una de las tirantas de la camiseta.

Tengo que reconocer que iba a dejarme llevar, estaba dispuesta a hacerlo. Entonces recordé a Verónica (y a tantas otras) y agarro la muñeca de Zulay y aparto su mano. -¡¿Por quién me tomas?!- dije mientras me la volvía a subir.

-Ese es tu problema, eres demasiado mojigata- responde apartándose.

-¡¿No será que tu eres demasiado salido?!-

El fuego de mi interiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora