29

1.1K 133 3
                                    

<<Fotografía>>



Pago el taxi para disponerse a bajar, el aire fresco y libre de contaminación le llegó de golpe en su rostro haciéndole sonreír, esa pequeña y humilde casa era tan hogareña que le hacía sentir cómodo, creía que si se sentaba en alguno de esos árboles con sombra podría dar vida a cualquier obra.

- ¡Tío Nagisa!

La infantil voz le hizo sonreír y observar al pequeño niño de cabellos de un castaño oscuro, orbes avellana igual que el se sus padres.

- Haruka.

Lo tomó entre sus brazos ya que el niño había corrido hasta llegar al joven adulto.

- ¿Dónde estabas?

- Termine de hacer unas cosas, lo siento por llegar hasta esta hora.

El niño formó un puchero en sus labios, pero decidió sonreír.

- El tío Karma parecía gato encerrado ya no sabía que hacer.

El pequeño y Nagisa compartieron una pequeña risa, aún cargándolo llegaron hasta la entrada de la casa.

- Bienvenido Nagisa, demoraste más de lo previsto.

- Lo sé y lo lamentó...

- ¡Nagisa!

- Hola Rio.

El pequeño y Nagisa sintieron que por poco besarian el suelo por la forma tan brusca que tuvo la chica en lanzarse hacia ellos.

- Llegas tarde, casi todos ya están afuera preparados para la fotografía.

- Entonces deberíamos ir con ellos.

- Papi.

El pequeño niño extendía su pequeños brazos hacia la segunda persona que lo había recibido y ese era Yūma.

- Ven aquí campeón.

Sonrientes caminaron a la parte trasera de la casa donde estaban preparados unos escalones de tamaño considerable para que se sentarán.

En cinco años la vida cambia, en cinco años había nacido y crecido el hijo de sus amigos, había conocido nuevos amigos y vio nacer nuevos amores, en cinco años seguía sintiendo el mismo sentir por su pareja, Akabane Karma no era perfecto, no era un príncipe salido de los cuentos ni el villano que había llegado para arruinar su mundo y sus pensamientos, Akabane Karma era un humano común y corriente que ama con intensidad, con sus virtudes y defectos ya que él también es sólo un humano, él también es como una pequeña estrella de picos plateados rodeada de millones como ella, pero aún así tratan de ser únicos y vivir plenamente.

- Te lo dije.

La voz del pelinegro lo desconcentro.

- ¿Qué cosa?

- El destino.

- No te entiendo Yūma.

- Hace ya un tiempo tú me dijiste que no podías negar a tu destino, pero lo hiciste, varias veces lo enfrentaste y te opusiste a el, varias veces llegaste a maldecir, otras tantas te quisiste rendir ante el, pero te levantaste, le diste la cara y aquí tienes el resultado.

- ¿Yo dije eso?

Isogai sonrió.

- Mira a la cámara.

Le recomendo, Nagisa lentamente giro su rostro a la cámara aún con una expresión en confusión, pero el ligero agarré en su mano le hizo sonreír.




- Una fotografía para recordar.

- Foto...

- ¿Quieres la cámara?

Le preguntó Yūma a su pequeño que sonreía por las fotografías que habían sacado, el pelinegro veía por la ventana como su amigo y pareja caminaban hacia los pastizales cercanos al trigo.

- ¿Qué ves?

El abrazo de su pareja le hizo suspirar.

- ¡Papá!

- ¡Hijo!

Isogai río por las ocurrencias de su dos amores.

- Veo un nuevo inicio.

- ¿Qué?

- ¿Ya terminaste la cena?

- Yūma, ayúdame por favor.





"La memoria no guarda películas, guarda fotografías." 

- Milan Kundera


Nicitz~

Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora