7 |Una mierda como la droga|

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—Puntos menos para el gordo Andy. Buen trabajo, Luke —susurra Malcolm y Luke ríe. ¿Qué?

¿Gordo Andy? ¿puntos menos?

Prefiero no hacer caso a ese comentario y me dirijo a mi cuarto a colocarme el pijama (ya que no saldré, agh, cuesta admitirlo). Consta de unos pantalones finitos de color cremita con decorados de unicornios y una polera, finita igual, de color cremita y un unicornio en el centro. Sí, soy una fan de los unicornios. Recién salieron de moda este año y se han logrado robar mi corazón. Fue como un amor a primera vista.

—Te ves hermosa —dice Luke desde la puerta de mi habitación.

—¿Malcolm no tiene contigo ese sentido de hermano sobre protector? —dejo el peine sobre la mesa y lo miro con una ceja enarcada.

Nop —sonríe abiertamente—. Me tiene mucha confianza.

—Podrías violarme ahora mismo y nadie se daría cuenta —empieza el dramatismo—. Destruirías mi vida, robarías mi virginidad... —abre los ojos como plato y me mira con una sonrisa divertida.

— ¿Eres virgen? —claro... qué... incómodo. Asiento con la cabeza y él empieza a reír como loco—. Creí que con esa actitud habrías pasado por mucho con chicos. Pero en este caso, lo admitiré: eres astuta —sonrío con superioridad pero todo se me va cuando dice—: Eres astuta, pero conmigo no funcionará, hermosa —finaliza y me da un fugaz beso en los labios. 

Baja corriendo las escaleras, carcajeando; lo sigo corriendo igual y al llegar a la sala me encuentro con todos los amigos de Malcolm riendo y jugando videojuegos. Busco a Luke con la mirada, enfurecida por lo que acaba de hacer, y lo encuentro detrás de un mueble.

—Admítelo, linda, te encanto. No hay nada de puedas hacer contra eso —corro detrás de él y quedamos enfrentados: él detrás del televisor y yo detrás de un mueble, uno en frente del otro.

— ¡Idiota! —le tiro un cojín que le arranché a uno de los chicos.

— ¡Niñata! —me vuelve a tirar el cojín que yo le tiré.

— ¡Niño pijo! —grito otra vez y tiro el cojín. Los chicos se sientan al rededor nuestro, como mirando una película, se los ve atentos y divertidos.

— ¡Orgullosa! —me devuelve el grito.

— ¡Ególatra!

Y así, seguimos insultándonos de cualquier cosa, los chicos miran todo con diversión.

—Chicos —llama Luke y chasquea los dedos, todos se levantaron y se colocan detrás de él—. A ella —me señala y todos me miran con malicia.

—Esperen, es algo injusto, necesito un equipo —reclamo, elevando las manos—. ¡Rebeca! —no aparece—¡Rebeca! —vuelvo a llamar y nada. Llamé unas dos veces más y no apreció. No le tomé importancia, quizá está durmiendo—. Muy bien, nenes, ¿quieren pelear? Peleen.

Me empiezan a corretear por toda la sala con pistolas de agua (que no se de dónde sacaron tan rápido), y pistolas con balas de goma. Corro y corro, buscando algo con qué defenderme pero se han llevado todas las pistolas que habían. Subo a mi cuarto y me escondo, se les escucha llamándome. Salgo de la habitación y me encuentro con Matteo, que me apunta con la pistola, me tira un chorro de agua y hago como si me desmayara. Caigo al suelo de espaldas, duele, pero es para darle un poco de drama a todo esto.

— ¡Calló! —grita—... Literalmente —susurra luego.

Los chicos suben al segundo piso y me empiezan a tirar cachetadas. Tengo ganas de golpearlos de nuevo pero tengo que mantener el drama en pie. Mi vocación es ser actriz, lo hago muy bien.

Novios por suerte y Primos por accidente |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora