34|Olvídalo todo|

132 10 0
                                    

La puerta de abre y el doctor pide que me dejen sola, que es la hora de dormir. Pido que me dejen estar con Beca en la habitación, pero el doctor se niega rotundamente. Me dice que mi amiga ingresó en la mañana a escondidas, pero que ahora ya no se permitirá eso. Martín se va dejando un beso en mi frente y diciéndome que volverá mañana para hacerme un par de preguntas más.

Y me quedo sola, sólo con el tic tac del reloj que tengo en frente. En el silencio y tranquilidad de la habitación me doy un tiempo para pensar a solas. Agradezco que el doctor se haya negado a dejarme en compañía de alguien más. Y agradezco que todo haya pasado de una vez por todas. El recuerdo de esa noche y de nuestros cuerpos tirados el suelo y en las manos del terror y el dolor  jamás se borrará de mi mente. Aún veo sus ojos fríos y enfurecidos cada vez que cierro los míos. Su voz en mis sueños. Cada maldito segundo de esa noche se repite en mi mente cada vez que intento dormir.

Por último, como si no fuera poco todo lo que me ha hecho pasar Lindsay, tengo que recibir la noticia de que las palabras que salieron por su boca esa noche no eran solo delirios producidos por su enojo. Su sangre corre por mis venas y... y la de Luke también. Y eso es lo que más me frustra, porque si no hubiera sido por Lindsay, quizá ahora viviéramos aún en la ignorancia, felices y con nuestras habituales peleas producidas por el dónde dormiremos o por el qué película veremos.

Oigo golpecitos en la puerta y cierro los ojos inmediatamente, simulando dormir. Ojalá no se me note todo el lloro que ha sido estos últimos minutos.

—¿Sav? —me levanto de golpe al oír su voz, entre susurros. Hago caso omiso al dolor que me llena en cuanto me muevo (al parecer, las drogas aún no hacen su efecto) y me lanzo a llorar nuevamente al poder verlo sano y salvo, en frente mío—. Hey, linda, no llores. —Toma mi cara entre sus manos y limpia mis lágrimas. Lo abrazo lo más fuerte que puedo y lloro aún más en su hombro.

—Tuve tanto miedo... —sollozo en su hombro y me alejo poco a poco de él. Lo miro a los ojos y veo que los tiene rojos, como si hubiera estado llorando también.

Su cara hace una mueca y se sienta a mi lado para seguir limpiándome las lágrimas. Le acaricio la palma de la mano mientras intento parar de llorar. Sin embargo, a pesar de mis intentos por mantener la calma y bajarle al hipo producido por las lágrimas, lo único que deseo ahora es desahogarme. Ahora que veo a Luke en frente mío, ahora que veo mis brazos y los suyos con piquetes por doquier, me doy cuenta de lo que estuve a punto de perder. Y el miedo me embarga... Un miedo que intenté ocultar, por mi propio bien, esa noche y durante toda mi vida; ésta vez se está revelando y saca a flote años y años de estar encerrado, furioso y sin poder darse a conocer al mundo.

—Todo pasó, Savi. —Susurra contra mi cabello mientras inhala su olor—. Ahora está donde debe de estar, y no saldrá de allí. Yo me encargaré de eso.

Muevo la cabeza para mirarlo mejor. Sus ojos me dicen que cumplirá cada una de sus palabras, pero su expresión me dice que no está seguro de poder protegerme. Yo no quiero que me proteja; puedo hacerlo sola. Lo único que yo quiero es que pueda cumplir con la promesa de hacer lo imposible para que esa mujer no pueda salir sin más.

— ¿Martín te ha contado todo? —le pregunto. Él asiente.

— Llegó para hacerme un par de preguntas y... explicarme lo que ha pasado con mi madre y de lo que se le acusa.

— ¿Te ha contado lo que ha hecho? ¿Todo? —otro asentimiento.

Entonces le ha contado sobre nuestro parentesco familiar. No quería quedar como una mentirosa ante sus ojos, pero hubiera preferido mil veces que la verdad quedase guardada para poder ser yo quien se la devele. O para ser yo quien se la oculte.

Novios por suerte y Primos por accidente |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora