26|Te quiero|

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Luke:

El número de veces que me la ha dejado dura como una piedra ya no las puedo ni contar con los dedos de las manos. La deseo más que a nada en este mundo. La... la quiero, la amo. Aun no se lo he dicho porque tengo miedo de que salga disparada. Me he dado cuenta que es el tipo de chica que le cuesta confiar después de que le hayan hecho algo, y la entiendo, ella me dio una gran parte de su confianza y no la aproveché en su momento, es hora de aprovecharla al máximo y hacer que ella vuelva a confiar en mi.

Después de lo que casi pasa hoy... Uf, estuvo cerca. Puto teléfono. Puta salida. Ni siquiera dos horas de gimnasio me están ayudando a olvidar un poco su voz, su respiración, la suavidad de sus labios y su piel...

¡Basta, Luke!

Mejor me largo de acá. Si dos horas de gimnasio, una ducha e intentar dormir no me han ayudado, quizá con unas cuantas cervezas se me quite lo cachondo; Marck me comentó que habría una fiesta en la casa de uno de sus amigos a las afueras de la ciudad y me dijo que le avisara si decidía asistir.

Lindsay ha viajado a Los Ángeles y no regresa hasta dentro de tres días. No sé a que se habrá ido, no me informó nunca de su viaje. Y no es que antes lo hiciera, así que no tengo que preocupar por ello. Aunque una parte de mi sí está preocupada.

Y ahí vienen los recuerdos: yo, solo en casa, preocupado porque mamá no llegó a dormir. Otra vez yo, preguntándome <<¿dónde puede estar mi mamá? ¿Por qué ésta noche tampoco llegó?>>

Recuerdo que algunas veces llegaba bronceada y con regalos para mí, yo me preguntaba de dónde había sacado todo eso. Ella me decía que no tenía importancia, que había tenido que ir a otro lugar por su trabajo. Desde muy temprana edad me tuve que mantener solo; Lindsay rara vez andaba por casa, y cuando estaba por allí, toda su irritante atención se centraba sobre mí. A pesar de que me sintiera bien cada vez que ella me cuidaba y me prestaba atención, de alguna manera también me sentía incómodo cada vez que me trataba como un bebé en la escuela; o me sentía frustrado cuando con diez años no me permitía ir a la tienda, o salir con mis amigos a jugar un partido. Por eso decidí alejarme de ella, siempre tuve muchos sueños de pequeño, y, en lo absoluto, mis sueños eran estar encerrado en casa. La gota que derramó el vaso fue cuando no me dejó ir siquiera a visitar a mi papá al cementerio, a ella no le gustaba hablar de él, así que tenía que ir siempre yo solo. Algunas veces, cuando ella no estaba por casa, podía ir sin preocuparme de tener algún permiso.

Le agradezco por haberme ayudado desde lejos, y sé muy en el fondo que estuvo mal haberme salido de casa a esa edad, pero no me arrepiento de nada. Si bien caí en muchas cosas en las que no debía durante la adolescencia, ahora que sé que se siente estar ahí, ya no podré volver a equivocarme en lo mismo. 

Llamo a Marck y le aviso que iré a la fiesta, él me da la dirección y en sólo minutos ya estoy en la casa. No queda muy lejos de la mía. La música está a tope y el olor a alcohol ya está por cada rincón del lugar. Me encuentro a mi grupo sentado en unos muebles en un rincón donde no llega tanto ruido, conversando y riendo.

—¡Luke! Hasta que te dignaste en venir, ¿tu chica te tiene muy ocupado? —pregunta meneando las cejas y río. 

Si supieras...

—Mejor cierra el pico. Por lo menos él si tiene a alguien —dice Marck, haciendo un mohín.

Sé que anda prendado de Samantha, y Sav me a contado que ella también tiene sentimientos hacia él. ¿Por qué tienen que ser tan orgullosos para no aceptar sus sentimientos?

—No le hables de amor, recién va por la tercera cerveza, no puede ponerse melancólico antes que nosotros —se mofa Nicolas y todos en la ronda reímos.

Novios por suerte y Primos por accidente |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora