Encadenados (Malec Mpreg)

6. Despedida

Los días pasaban y Magnus estaba dispuesto a todo -y hablar de todo-, excepto a dejar a su hijo.

No había demasiado qué hacer en esa habitación: dormir, comer, mantenerse en silencio o hablar.

A veces hablaban, Alec lo había reconsiderado, él -como Magnus lo había dicho una vez- también quería salir de ahí, no estaban seguros si serían capaces de dejarlos ahí por siempre, pero tampoco querían averiguarlo.

Y tal vez, sólo tal vez, si se acostumbraban a ellos, Alec podía cerrar los ojos y pensar...

Los ojos de Alec estaban fuertemente cerrados justo en ese momento.

Magnus se sentó junto a él, en el borde del sofá donde éste estaba recostado. Acarició con su pulgar aquel pómulo pálido. Alec no estaba listo para el escalofrío -por la sorpresa del acto, se dijo él- que lo recorrió ante su toque.

Sus ojos se abrieron, topándose el azul con aquel verde dorado tan inusual.

Magnus se inclinó, lentamente, sin perder contacto visual. "No lo pienses tanto", creyó escuchar Alec.

Sus labios se entreabrieron, tal vez involuntariamente, inconscientemente. Él nunca había besado a nadie. Un hombre no podía ser el primero. Su corazón se aceleró, cerró sus párpados con fuerza.

Pero a esos labios fruncidos nunca llegaron los contrarios.

La puerta se abrió. Magnus se separó al instante, poniéndose de pie. Alec abrió los ojos lentamente, volviendo a la realidad, mirando a las dos mujeres ahí paradas: la doctora e Izzy.

¿Qué hacía Izzy ahí?

¿No estaban todos confinados en habitaciones hasta lograr...?

Ah. Algo pareció hacer clic dentro de la cabeza de Alec. Izzy se adelantó, cuando la doctora dijo "Cinco minutos", y sonrió. —Vengo a despedirme, Alec. Te espero allá afuera.

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Ya hay bebé sizzy en camino 👶❤