34. Soñadores

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Era extraño. De un buen modo.

El último fin de semana Alec había dormido con Magnus. Después del día de los libros y los helados, había cambiado su actitud. Un poco.

Aunque siempre compartían habitación porque, como las chicas le habían dicho, eso les hacía bien a ambos -por el encadenamiento- y a los bebés, se quedaban en extremos opuestos de la cama, o Alec se iba al sofá.

Magnus no le decía nada porque ya era un gran avance que hubiera aceptado el trato que le ofreció para que él pudiera quedarse a sus hijos. Así que si quería dormir lo más lejos posible, aunque fuera en la misma habitación, no iba a quejarse.

Pero ese día llegaron a la mansión Lightwood y Alec fue amable, cenaron juntos, y cuando llegó la noche se recostó a su lado, aunque sin tocarse, y sacó su novela. Con una gran sonrisa volvió a mostrarle la portada.  Magnus sonrió, sintiéndose morir de ternura, ¿por qué Alec era tan multifacético? ¿y por qué no por qué no podía ser siempre como hoy?

Tal vez no podría lograr que Alec se enamorara de él, pero sí ser amigos...si fuera así todos los días.

—¡Mira! —Alec se había recostado sobre su estómago, más cerca de Magnus, y había abierto su libro y comenzado a leer. Era una historia sobre sueños, un reino donde al dormir podías encontrarte con cualquier persona si dormido entrabas a un castillo...

"Y fue así que nuestros protagonistas se conocieron..." leía Alec. Tal vez sin darse cuenta había terminado recargándose en la cadera de Magnus. Magnus llevó, con un poco de duda, una de sus manos hasta su cabello, enredando sus dedos en las hebras oscuras, provocando que su encadenado se relajara hasta irse adormeciendo. "Ellos durmieron separados y despertaron juntos en el sueño. Sus caminos se unían sólo dormidos y el reino era tan gran que... ¿cómo encontrarse en la vida real?"

Alec terminó dormido aquella noche, con el rostro cerca del vientre de Magnus, su respiración calentando su piel y dándole cosquillas. Magnus durmió y despertó con una sonrisa, deseando que fueran ellos los de la novela y poderse encontrar en sueños...

En la noche siguiente Alec volvió a leerle unas páginas más antes de quedarse dormido. Magnus sonrió, pensando que si la lectura seguía a ese ritmo tendrían para todo el embarazo.

Y aunque Magnus amaba sentirlo cerca, lo movía mientras dormía para que no se asustara o incomodara al despertar juntos.

Y ahora estaban en la Sala de espera, aguardando a que Etta saliera y los recibiera. Alec, por supuesto, habría traído su novela. Ambos estaban enganchados con la historia. Magnus lo miraba sonriente mientras Alec le leía en voz baja.

Estaban ahora en ese momento en que, entre miles de soñadores, las miradas de los protagonistas se cruzaban por primera vez...

Entonces una voz femenina los interrumpió. —¿Magnus?

Magnus acarició la rodilla de Alec antes de ponerse de pie y correr hacia Etta. Ella, como si fueran amigos y no paciente y médico, lo abrazó.

Alec cerró de golpe la novela, sin entender que era esa sensación ardiente en su vientre mientras veía a su encadenado conversar y sonreír con su doctora.

Magnus no tenía muchas dudas porque -confesó avergonzado- ya no había leído los libros que compró, centrándose en la novela de los Soñadores. Etta no se molestó, le dijo que los leyera para la siguiente consulta que sería cuando le hicieran su primer ultrasonido.

_Y cualquier duda o molestia, sin importar la hora, tienes mi número. Incluso si sólo quieres hablar, cariño, estoy para ti.

¡Y se atrevió a tomar su mano!

Alec frunció el ceño, pero no dijo nada. ¿Qué derecho tenía?







* ~ * ~ *

La novela que Alec lee no existe 😂 por si se lo preguntaban

Encadenados (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora