78. Amor lento

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Dos cuerpos moviéndose juntos como si cada uno hubiera sido hecho específicamente con el otro en mente.
(L.A.W.)

* * *

«Lento, voy a amarte lento, Magnus, pero, sobre todo, lo primero: amarte. Voy a hacer que te sientas tan amado que vas a olvidar cualquier inseguridad y duda de que seas perfecto para mí justo como eres.»

Magnus lo miró, con sorpresa, admiración, y duda, cuando se separó del beso y dejó una de sus manos entrelazadas, guiándolo a su habitación.

No es que dudara de Alec, de lo que ambos estaban empezando a sentir, pero sabía que no era el ideal de nadie hacer el amor con otra persona con casi seis meses de embarazo, estaba lejos de verse atractivo y deseable...

Se le escapó un gemido a Magnus cuando Alec se detuvo tras él, cerrando la puerta, su espalda contra su pecho, pero no fue sentir la obvia excitación de Alec contra él lo que lo encendió y lo hizo olvidar sus inseguridades. Fue la forma en que lentamente sus manos recorrieron sus costados, bajo la ropa, acariciando su piel hasta entrelazarse frente a su vientre. Fue el beso lento, tan lento, que dejó a un lado de su cuello, sus labios arrastrándose sobre su piel, succionando un poco.

Alec se tensó ante el sonido ronco, profundo, que Magnus hizo. —¿No t-te gusta? —sus labios todavía contra su piel, su aliento golpeando la zona húmeda por los besos, encendiéndola un poco.

Magnus movió con timidez sus caderas y sonrió, aunque su encadenado no podía verlo, cuando Alec también gimió un poco. —¿Te gusta? —sintió sus propias mejillas encenderse.

No sabía si realmente a Alec le gustaría esto. Lo habían hecho sólo una vez, obligados, ¿que si se arrepentía ahora que ya estaban aquí?

Su miedo cobró vida cuando Alec dio un paso atrás, sus manos deslizándose de regreso hasta desenvolver a Magnus, liberándolo de aquel abrazo. Magnus intentó no sentirse decepcionado u ofendido si Alec había cambiado de opinión...

Pero entonces una mano de su encadenado volvió a su costado mientras lo rodeaba hasta quedar frente a él. Esa mano se detuvo en su vientre y la otra acarició su rostro, una de sus mejillas. —Me gustas  —dijo antes de besarlo. Y, por dios, que Magnus sintió hasta el alma esas tres palabras. La sinceridad puesta en ellas.

Fue un beso torpe, casi como el primero, porque Magnus no podía dejar de sonreír. Pero no por eso dejó de ser perfecto. Cada roce de sus labios, los toques tímidos y tentativos de la lengua de Alec, las caricias de sus manos que nunca se detuvieron.

Alec lo guió lentamente, entre besos, con cuidado, a la cama. Hubo un sonido cuando rompieron el beso que hizo a Magnus reír y a Alec ruborizarse.

—No sé... —Alec empezó, más nervioso ahora que era real, que estaba sucediendo.

Quería decir "No sé que estoy haciendo", porque la única vez que sucedió fue un acto mecánico, no sentido, pero eso fue lo que le dio la respuesta sin buscarla: sentir.

Sólo tenía que sentir y dejarse llevar. Cuidar a Magnus y hacerlo sentir bien, hacerlo sentirse amado. ¿No era, al final, eso hacer el amor?

—Sabes —Magnus lo dijo, como si leyera su mente, mientras su índice recorría una de esas mejillas ruborizadas, dejando un beso después.

Alec asintió y sonrió. —Te amo —y ahí no había duda ni nervios—. De verdad, te amo, tanto.

—Lo sé, lo siento, y yo te amo a ti —Magnus levantó sus brazos mientras Alec quitaba su camisa. Esos ojos azules y esos dedos pálidos nunca dejaron de recorrer su piel, su mirada abarcando todo lo que podía, y sus manos acariciando lo que no.

—Eres hermoso —Alec besó uno de sus hombros y luego el otro, bajó a sus clavículas, mordisqueando con cuidado, tanto que hizo reír a su encadenado. Dejo caminos de besos por todo su vientre, hasta dejar a Magnus recostado sobre su espalda, las manos de Alec en sus caderas, justo antes de comenzar a bajar sus pantalones.

Magnus gimió, sus caderas se alzaron un poco cuando Alec rozó su entrepierna. Acarició sus muslos mientras lo desnudaba y después dejó algunos besos mientras volvía de nuevo. Alec también estaba nervioso, pero definitivamente no era como la primera vez, ahora lo deseaba. Deseaba a su encadenado. Acarició sus caderas antes de comenzar a bajar la ropa interior, desnudándolo por completo. Sintió el cuerpo de Magnus tensarse, lo escuchó conteniendo el aliento.

Dejó la ropa interior, siguió acariciando la piel de Magnus cuando volvió a la cama, pero antes de tocarlo más se recostó a su lado, quería que Magnus lo viera cuando lo hacía, que supiera cuán deseado y amado era.

Se recostó a su lado, apoyado en uno de sus codos, mirando a su encadenado. Magnus tenía los ojos fuertemente cerrados. Se abrieron cuando una mano nerviosa envolvió su miembro, acariciando tal vez sin experiencia pero deseando hacerlo sentir bien. Esos enormes ojos verde dorado se fijaron en Alec, sus labios abiertos en un gemido silencioso. Alec, sin dejar de acariciarlo, sintiendo su propio corazón vuelto loco, se acercó a besarlo, esperando que entendiera, que lo sintiera.

Los ojos de ambos se cerraron a la vez. Hubo suspiros entre besos. Y ambos corazones se tranquilizaron. Era una primera vez, en cierto modo, pero se sentía tan correcto que los miedos no tenían lugar.






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Los invito a leer Gen H

Encadenados (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora