79. Mezcla perfecta

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Magnus había tenido los ojos cerrados cuando se sintió completamente desnudo. Ardían de imaginarse lo que Alec podría estar pensando. No tenía un deseable cuerpo firme, a pesar de lo que Alec dijera, y este era el momento en que Alec se daba cuenta. Ahora que ya no había absolutamente nada con lo que distraerse.

Casi estaba conteniendo el aliento, su corazón latiendo tan fuerte que no escuchaba nada más. Casi no fue consciente de las manos de Alec recorriendo sus muslos, acariciándolo. Apenas registró el momento en que Alec se recostó a su lado. Sentía su mirada, pero tenía miedo de abrir los ojos y lo que se encontraría en los de su encadenado...

Su entrepierna latía con una excitación inevitable. Estaba desnudo, con Alec al lado, su encadenado, el padre de sus hijos, el hombre de quien se había enamorado, quien cambió su destino en unos cuantos meses. Pero cuando aquella mano, algo insegura, envolvió su miembro, Magnus sintió que todo en él ardía, la sangre en sus venas era ardiente. Sus piernas temblaron. Sus ojos se abrieron de golpe, encontrándose los de Alec ya fijos en él y ahí no había nada de repulsión, juicio, o arrepentimiento, esa mirada azul estaba llena de deseo y amor.

Esa misma mezcla la sintió cuando Alec, sin dejar de mover su mano, se acercó a besarlo. Sus labios tomaron los suyos entreabiertos, su lengua acariciando, y fue un beso tan lento, tan suave, pero tan sensual, había en él algo que nunca antes se habían permitido.

Magnus suspiró y cerró los ojos, hubiera querido un cuerpo más ligero, sólo para poder corresponder a Alec, para girarse con facilidad y juntar sus cuerpos, piel con piel, entregarse a él sin reservas, no con las limitaciones que ahora sentía, pero a Alec no parecía importarle. Alec se inclinó más hacia él, su cuerpo todavía vestido pegándose más a Magnus. El beso se volvió más ansioso hasta que tuvieron que separarse por aire...

—Dios —gimió Magnus, sin aliento. Perdido todavía por el beso, por la mano de Alec en su miembro. Él nunca había sentido nada así y estaba seguro que no era sólo un encuentro sexual normal, se sentía tan bien porque era Alec, porque era él quien lo tocaba, quien lo besaba, quien lo deseaba.

Alec plantó un beso en su hombro desnudo. No estaba seguro de si lo que hacía con su mano era correcto, no tenía experiencia, pero a Magnus parecía gustarle, y se sentía bien, después de tantas dudas, no había nada malo en sentir así a Magnus. Por completo.

Mordisqueó aquel mismo hombro, hundiendo sólo un poco sus dientes, justo cuando las caderas de Magnus se movieron y algo caliente lleno su mano. Magnus gimió, sus ojos cerrados, sus labios entreabiertos, sus mejillas encendidas. Y era hermoso. Definitivamente era hermoso. ¿Cómo podría dudarlo?

Alec se sentó. Su mano libre frotó la cima del abultado vientre de Magnus, mientras buscaba algo para limpiarlos, antes de seguir, quería llegar hasta el final. Quería sentirse uno con su encadenado. Dejó un beso donde antes había acariciado justo cuando Magnus susurró un "Ayúdame".

Alec se sentó y lo miró. —¿A qué?

Magnus sonrió. —Sentarme.

Alec no entendía, pero terminó limpiando su mano en sus propios jeans para ayudarlo a sentarse. Antes de poder alejarse, las manos de Magnus sostuvieron sus caderas, enganchándose en su pantalón. Se inclinó para dejar un beso justo encima de su cadera. Fue un beso tan suave y, sin embargo, Alec se sintió estremecer, sus piernas temblaron, y su piel ardía.

—Tú también —las manos de Magnus temblaron un poco mientras desabrochaban el pantalón de Alec—. Quiero ver a mi encadenado, ¿puedo?

La dulzura de sus palabras, la inocencia de su tono, se vio contradicho por el fuego en sus ojos. Alec se vio sorprendido un momento, antes de asentir y comenzar a ayudar a Magnus a desnudarlo, se preguntó si era así para todos, ¿así se sentía siempre hacer el amor?, esta mezcla de deseo, necesidad, pero también ternura, amor.

Parecía un mezcla imposible, pero era perfecta.

Encadenados (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora