120. La prueba del amor (Parte II)

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—Tienes quince minutos...


748: MAGNUS BANE


"Me han pedido que escriba sobre Alexander Lightwood, aquel chico que esperaba pacientemente –o no tanto– mientras yo sentía todo temblando en mi interior, un interior bastante nuevo para mí, un hombre que provocó una revolución en ese cuerpo y esas células que incluso para mí eran desconocidas todavía...

Mi encadenado, el padre de mis hijos, el hombre que amo como nunca creí posible y como nunca volveré a hacerlo, ¿y creen que quince minutos serán suficientes cuando ni siquiera una vida bastaría para encontrar palabras que definan lo que significa para mí?

Alexander dice que él no es bueno con las palabras. Miente. Miente o no se da cuenta de lo bueno que es en todo, seguramente ahora ha escrito ya algo perfecto mientras mis palabras se enredan unas con otras intentando encontrar un orden que me ayude a que expliquen cuánto lo amo, qué tan importante es para mí, como no puedo –o puedo, pero no quiero– vivir sin él.

Alexander es perfecto, como ya dije, en todo aunque no se dé cuenta. Incluso atrayéndome cuando él quería nada más que alejarme.

La noticia del primer encadenamiento masculino llegó primero a mí, porque era yo quien iba a llevar en mi vientre nueva vida, porque se decidió que era mi cuerpo el que tenía que cambiar.

Se me explicó, aunque yo no entendía nada y no dejaba de temblar, de decirme que esto no estaba pasando, cómo funcionaban los estudios de compatibilidad y cómo mi cuerpo iba a cambiar sólo lo necesario. "Sigues siendo un hombre, en todos los sentidos..."

Yo no me sentía así. No era una mujer, por supuesto, pero ya no me sentía un hombre. Y no era porque fuera a embarazarme de un desconocido. Yo no me sentía ya una persona, un ser humano.... Era...era algo sin identidad propia, sin decisión...

Fue rápido y el tiempo de recuperación también –aunque yo rogaba internamente por más–. Pronto me dijeron que iba a conocerlo, un simple número, ni siquiera un nombre.

¿Y por qué estoy escribiendo todo esto, gastando mi poco tiempo, cuando se supone que escriba de mi vida con Alexander y lo que significa para mí?

Porque fue el comienzo. Porque, como dije, era todo nuevo para mí, cada paso que daba se sentía extraño, yo no era el mismo, nunca antes había sido inseguro, pero ahí estaba yo retorciendo mis manos, sintiéndome como dentro de un disfraz, aunque por fuera nadie podría decir que algo había cambiado, me sentía incómodo dentro de mi propia piel... Y entonces lo conocí, entonces lo vi, sus ojos azules se encontraron con los míos y pude respirar.

"Es la cadena" me dije y era estúpido, porque todavía ni siquiera me decían su nombre. "Es la cadena, quieres correr a abrazarlo, pedirle que te abrace y te haga sentir seguro sólo porque es tu encadenado".

Pero es que no lo era. No era mi encadenado todavía. Lo seríamos, sí, pero en ese lapso y esa distancia que pareció eterna, mientras me acercaba a él, no éramos nada, sólo dos hombres mirándose por primera vez. Y, sin embargo, algo en mi lo reconoció.

No fue mi cuerpo, no fue la corriente eléctrica que subió por mi brazo y corrió a cada rincón cuando unieron nuestras manos y fue oficial. Creo que fue mi corazón...o mi alma.

Nunca le he dicho eso a nadie. Ni siquiera a Alexander, porque tenía miedo, mucho más cuando fue evidente que él tenía más.

No tiene sentido retrasar lo inevitable. Creo que ninguna pareja de encadenados tiene relaciones por primer vez por gusto, ni siquiera aunque la compatibilidad sea de 100% y esa persona te atraiga físicamente. Creo que lo hacen sólo por eso, porque es inevitable, debe suceder, y todos queremos salir.

Encadenados (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora