Puedo cuidar de ti... desde las sombras

327 35 4
                                    

-¡Rubén! ¡Rubén!- Gritaba Mia a todo pulmón, dándole totalmente igual que el hospital pudiera estar plagado de criaturas o asesinos. Por lo pronto lo único que le importaba es que el pianista ya no estaba a su lado. No había rastro de él y, lo que era aún peor, no sabía dónde podía estar ni que hacer para encontrarlo. El Beacon era enorme.

Perdiendo de pronto la compostura, la azabache corrió pasillo arriba y probó suerte en todas las puertas que se topó por el camino. Echaba la mano al picaporte e intentaba abrir, pero ninguna cedía.

 -No puede estar pasándome esto...- Se repetía. Su rostro se descompuso y el marcapasos empezó a pitar con el mismo sonido de siempre: Piii- piii-piii, así que se obligó a detenerse, respirar e intentar trazar alguna estrategia. No iría a ningún lado en el estado de nervios en el que se hallaba, mucho menos conseguiría descubrir la solución.  Debía tranquilizarse o estaría jugándose la vida a lo tonto.

-Piensa, Mia, piensa.

Tan ofuscada estaba en encontrar una respuesta que lo último en lo que se percató es que alguien la vigilaba, alguien que la tuvo en el punto de mira desde que se teletransportó allí. No perdió detalle de todo cuanto hacia, guiándola cómo se guiaría a un ratón dentro de un laberinto. Bloqueaba las puertas a su antojo, dejando estrategicamente las que le apetecía sin seguro. Incluso abría algunas desde la distancia, las cuales cedían ante su poder con un chirrido escalofriante.

Aunque la muchacha percibió que aquello no era normal, no llegó a imaginar que la estaban conduciendo a un lugar específico. Tenía la sensación de estar metiéndose en la boca del lobo, si, y que era una trampa, pero le dio igual. Quería regresar y quería encontrar fuera como fuese al Victoriano. Todo lo demás sobraba.

"¿Por qué no puedo deshacerme de este presentimiento? ¿Por qué?" Pensó Mia la vigésima vez que su cuerpo se estremeció de pies a cabeza

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"¿Por qué no puedo deshacerme de este presentimiento? ¿Por qué?" Pensó Mia la vigésima vez que su cuerpo se estremeció de pies a cabeza. Los escalofríos eran cada vez más pronunciados e iban y venían a su antojo.

Cada vez que oía un ruido o pisaba algún cristal, su corazón daba un vuelco, creyendo que se le echaría encima algún hombre invisible idéntico al que se topó en aquel cuarto fotográfico hacia... ¿cuántos días? El concepto del tiempo desde que había pisado Krimson se tornaba demasiado difuso.

Sacudió la cabeza en un intento por dejar a un lado tales reflexiones. Acto seguido continuó la marcha

Gracias al cielo, pronto dejó atrás las habitaciones lúgubres con poquísima iluminación para atravesar zonas más amplias. Al menos ya no tendría que estar con el vello de punta, asustándose cada vez que veía su propia sombra agrandarse.

Fue entonces, al atravesar un corredor más o menos estrecho, cuando la pared de su derecha crujió, abombándose, y escuchó un gruñido de lo más intimidante. Las bombillas reventaron y soltó una exclamación, llevándose las manos a la boca.

No te metas conmigo [Ruvik - The Evil Within]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora