Ya no puedo más

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Con el transcurso de las horas Mia, asida de la mano del Guardían, empezó a divagar sobre los extraños sucesos que acaecían en Krimson. ¿Quién era en realidad Ruvik? ¿Y Rubén? Si se trataba de la misma persona, ¿Cómo era posible que coexistieran a la vez? Aunque bueno... en el fondo hasta ella misma se había visto. ¿Acaso no había aprendido ya que en esa ciudad podía pasar de todo? Quizás estuviera maldita o algo así.

La caja fuerte desbloqueó un portón y ambos accedieron a una zona del hotel que antes había permanecido cerrada. En un principio no era más que eso, una parte nueva, pero a medida que fueron avanzando la iluminación se hizo cada vez más escasa. La moqueta que hasta entonces había permanecido bajo sus pies, acabó y se alzó una superficie rocosa de ladrillo.

-No creo que esto sea normal.- Comentó la morena al confirmar que las vistosas paredes tapizadas se sustituían por otras llenas de boquetes y humedades.

En vez de desaparecer y aparecer en otro lugar distinto, aquella vez fue como si los dos emplazamientos se unieran en uno solo, creando un escenario ilógico e irreal. Uno que, todo sea dicho, le resultaba vagamente familiar.

-Creo que sé donde estamos.- Se atrevió a confirmar y a trotar unos segundos para colocarse en cabeza. De todas formas no soltó a su cuidador por si, por casualidad, todavía se teletransportaban.- Más allá hay un cuarto de vigilancia.- Y dicho aquello tiró del hombre para que se diesen prisa.

Incluso antes de llegar pudieron observar un destello a través de la rendija de la puerta. El Guardián empuñó su martillo y la abrió despacio pues, por supuesto, podía caber la posibilidad de que no la encontrasen vacía.

Dentro y sobre un escritorio gigantesco, descansaban un montón de monitores. A pesar de estar encendidos, no emitían frecuencia alguna, solo la particular neblina que los asolaba cuando la señal se perdía.

 A pesar de estar encendidos, no emitían frecuencia alguna, solo la particular neblina que los asolaba cuando la señal se perdía

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 -Que extraño...- Susurró la morena y se reclinó hacia delante para trastear en los televisores. Tocó botones, desenchufó y enchufó un par de cables para comprobar si podían estar mal conectados, pero no. No presentaban fallos.

La verdad, tampoco esperaba que estuviesen emitiendo el programa más exitoso del sábado por la noche, pero creyó que si una localidad había caído entera, con terremotos y demás sucesos paranormales, al menos interrumpirían las emisiones diarias para hablar sobre el asunto. Es decir, ¿Acaso no vivían de eso los noticieros?

-Nada útil.- Y cuando quisieron marcharse, uno de los altavoces captó el típico sonido de un cortocircuito. La pantalla más próxima mostró unas barras de colores y tras unos segundos que parecieron horas, fue a reproducir una cinta de vídeo de seguridad.- No puede ser.- Dejó escapar la azabache y pegó la cara al monitor.

En él se reprodujeron las vivencias que había experimentado hacia apenas un par de horas. Era la mansión y tanto el Victoriano como si misma estaban allí.

"Mia, por favor..." Dijo el vendado y la abrazó desde atrás. Ella se hallaba hecha un ovillo sobre la alfombra.

"Fue cuando le conté lo de Connor."  Pensó la violinista y observó la cinta con gran interés.
De repente, en un momento dado, fue a vislumbrar una sombra que conocía bastante bien. Aunque se camuflaba con la oscuridad, podía percibir a la perfección su bata blanca y la capucha que siempre llevaba puesta. "Así que me espiabas."

No te metas conmigo [Ruvik - The Evil Within]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora