Eres mía

410 36 19
                                    

-Callate.- Ordenó Ruvik y a pesar de que tenía bien sujeta a la azabache, que le daba la espalda, empujó más su mano contra su boca, impidiéndole que emitiese cualquier clase de sonido.- No querrás que tu Guardían entre y nos vea aquí. ¿Verdad? Porque entonces tendré que matarlo.- Mintió, pero Mia no dudo un solo segundo de que aquello fuera real.

A pesar de todo, de que no hizo ni  amago por querer gritar, el marcapasos empezó a sonarle, retumbando en el silencio del cuarto de baño.

-¿Qué te ocurre?- Empezó el encapuchado y se apretujó más contra su cuerpo.- No me digas que te pone nerviosa estar en una situación así con un hombre. Tú, que estuviste a punto de abusar de un adolescente.- Se burló y acto seguido deslizó una de sus manos desde su cintura hasta sus costillas, buscando detener aquel molesto pitido.

El agua de la ducha seguía cayendo sobre ambos, ensordeciendo sus presencias.

-Apagalo.- Sentenció el hombre después de unos segundos, molesto por no encontrar el mecanismo que silenciaba el cacharro que la chica llevaba oculto en alguna parte del pecho. Esta, temblorosa, lo silenció por él y regresó el brazo a donde lo tenía antes de moverse. La aparición del cientifico la había tomado tan de sopetón que no tenía ni idea de qué hacer. Se quedó con la mirada fija en la pared. ¿Sería aquel su fin?

-Date la vuelta.

Pero no lo hizo. Estaba tan nerviosa que no pudo. Su ser dejó de responder.

-Que te des le vuelta.- Repitió y su tono engraveció como advertencia. Se apartó un poco, apoyó la mano que antes cubría su boca sobre los azulejos y esperó que se girara. Quería ver su cara, la clase de expresión que estaba poniendo. No se la perdería por nada del mundo.

Aunque tardó un par de segundos, la cantante se volteó, levantando los brazos para intentar cubrir su desnudez. En momentos como ese deseaba no tener tanto busto, porque ni en el mejor de sus sueños conseguía abarcarse los senos por completo, algo que, entonces, la dejaba a expensas de que el fantasma se deleitase con su imagen.

Como cabía a esperar, su gesto captó todo su interés. Esbozó una sonrisa ladina, igual que la que pondría un lobo frente a un cordero, e hizo que dejase de cubrirse. La tomó por ambas muñecas y subió sus brazos por encima de su cabeza, haciendo que quedasen peligrosamente cerca.

La violinista rehusó mirarle durante todo el proceso. Se mordió el labio inferior y comenzó a temblar. La ansiedad le ganaba terreno a pasos agigantados.

-Más vale que sepas...- Ruvik posó su nariz sobre el hombro de la chica, inhalando a posta su aroma.- Que no tienes nada que hacer contra mi. Esta vez te has salvado, pero solo por esta vez. Haré contigo lo que quiera.

La muchacha tragó saliva e intentó hablar. Con una voz apenas audible, cuestionó:

-¿Por qué...?

-Porque me da la gana.

Sus palabras provocaron que Mia levantase la vista para clavarle una mirada incrédula. ¿Qué motivo era ese para amenazarla de tal manera? ¿Qué había hecho ella para merecerlo? Apenas sus ojos se toparon con los del mayor, tuvo la certeza de que el alma del Rubén adulto estaba cargada de apatía. Era frío, era indiferente, cruel y despiadado... y disfrutaba siendo así.

-No es suficiente.

-¿Perdona?

-No voy a aguantarlo si no es por una buena causa.

-No tienes que aguantar nada.- La tomó del mentón, acaricíandole la barbilla.- Tienes que sufrir, querida.

Ella negó con la cabeza.

-Te equivocas. Yo solo me resigno a pasarlo mal si es por evitarle daño a una tercera persona.

El encapuchado exhaló por la nariz, reprimiendo una carcajada.

-Y supongo que por eso, por anteponer el bien de los demás antes que el tuyo, tienes esta curiosa cicatriz aquí.- Bajó la mano con la que tenía asido su rostro, pasando por sus clavículas, su canalillo, y deteniéndose sobre su pechos.  Entre estos había una linea de proporciones gigantescas que separaba su torso en dos mitades. La morena se tensó por acto reflejo, conteniendo la respiración. Eran las secuelas que le habían quedado grabadas en la piel después de la operación que tuvo.- Ahora dime. ¿Te valió de algo el sacrificio?- Delineó la marca con la yema de los dedos.- ¿O Connor no lo valoró?

En esta ocasión la azabache no permenció sumisa. Se removió con brío, queriendo librarse a toda costa de su contacto. ¿Quién demonios se creía que era para sacarle un tema tan delicado? ¡Nadie se reía de lo que le pasó! No, al menos, sin consecuencias. Ambos forcejeraron y cuando la joven tuvo un brazo libre, quiso abofetearle con todas sus fuerzas, hacerselo pagar, no obstante Ruvik la detuvo.

-Ya no tengo dieciocho años, Mia.- Sentenció y la agarró por el cuello. Hundió el pulgar sobre su garganta, haciendo que soltase un quejido. Entonces y solo entonces se reclinó hacia delante y tomó su labio inferior, el mismo que antes se había mordido, entre sus dientes, atravesándolo sin piedad.

La cantante soltó un gemido, queriendo apartarse, pero él no la dejó ir. Junto sus labios con los de ella y se apresuró en lamer la sangre que empezaba a gotearle.

-Y si te digo que haré contigo lo que me plazca, dalo por cumplido.- Le apretó el labio para que sangrase más.- Eres de mi propiedad ahora. No lo olvides.

El Guardián irrumpió en el cuarto de baño tras oír voces masculinas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El Guardián irrumpió en el cuarto de baño tras oír voces masculinas. Abrió la puerta de una patada y se plantó frente a la violinista, encontrándola sola y además herida. Aún bajo el agua, desnuda, se había dejado caer sobre el suelo de la ducha.

Acudió a su lado, cerró la canilla y luego la cubrió con una toalla enorme que había en un cajón. Esta levantó sus expresivos ojos ambarinos, los cuales se hallaban abarrotados de lágrimas, y luego se le abrazó como una niña pequeña que hubiese tenido una pesadilla.

Si algo le quedó claro a partir de aquel día fue que, por desgracia, volvía a ser esclava de alguien. Alguien que no solo le había quitado la libertad, sino que además tenía el poder de manipular el entorno a su antojo para que aquello no cambiase nunca.

No te metas conmigo [Ruvik - The Evil Within]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora