Trauma

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Lo primero que hizo Mia al despertar fue llevarse la mano a la cabeza. Tantos cambios de lugar empezaban a pasarle factura, haciendo que sufriera jaquecas difíciles de sobrellevar. Encima ahora se sumaba una nueva molestia. ¿Qué era ese olor? Hacía que le doliera aún más.

Poco a poco la morena fue recobrando el conocimiento. Se sentó, tosió y buscó con la mirada al pianista. ¿Dónde había ido a parar? ¿Estaría bien? Sintió un extraño alivio cuando lo encontró tirado apenas a un par de metros de ella.

-¿Rubén?- Lo llamo entre susurros. Como vio que no reaccionaba, fue a por él, se acuclilló a su lado y apoyó una mano sobre su hombro.- Despierta.

En esta ocasión el muchacho abrió los ojos. Tardó un par de segundos en habituarse y cuando lo hizo, le apartó la mano en un gesto tan rápido como innecesario.

-No me toques.

Mia se encogió de hombros.

-Como prefieras.

Más le valía no perder tiempo ofendiéndose, no cuando tenía algo mucho más importante de lo que preocuparse. ¿Correrían peligro? ¿Dónde se habían teletransportado esta vez?

-¿Te suena este lugar? Estoy totalmente en blanco.

Rubén negó con la cabeza y se puso en pie.

-No, pero parece una antigua fábrica de maniquís.

Y era cierto. A su alrededor se alzaban pasillos y pasillos repletos de estanterías llenas de pedazos de muñecos.

-Esto va a ser peor que un laberinto.- Comentó la joven y vaya si tenía razón. Entre la altitud de los armarios y el humo que lo abarcaba casi todo, no se podía vislumbrar con claridad el sitio.- Deberíamos irnos lo antes posible. ¿Quién nos dice que el vapor que hay no sea tóxico? Huele demasiado fuerte...- Y dicho aquello se levantó el bajo de la camiseta para ponérsela a modo de mascarilla.

Tras girarse y echar un vistazo a duras penas, sentenció:

-Ahí hay una escalera.- Acompañó la frase señalando la misma con el dedo.- Vamos.

-Ya. Porque todo se reduce a eso. ¿No?- Sin embargo el vendado no quiso seguirla cuando esta emprendió la marcha. Mucho menos cuando se encaramó a la barandilla metálica y subió los primeros escalones.

-¿Pero qué dices?

Solo recibió un bufido por parte de Rubén quien, tras unos segundos inmóvil, le dio la espalda.

-Está bien. ¡Como quieras! Pero yo me largo antes de que me explote el cerebro.

-Tú no tienes de eso.

Aunque Mia estuvo tentada de bajar y pegarle cuatro gritos, hizo oídos sordos a ese comentario y terminó de subir. La escalera daba a un piso superior donde, gracias al cielo, podía tener una vista general del recinto.

-Será idiota...- Murmuró y observó como se perdía entre las galerías.- Mírale. Si parece un maniquí más con esas pintas. No sé en qué estaba pensando cuando se me ocurrió pedirle ayuda. Es tan... ¡Idiota!

Se había reclinado y apoyado un tanto en el pasamanos para mirarle cuando, casi en los límites de la fábrica, una sombra gigantesca llamó su atención. Se le heló la sangre y cada uno de los músculos de su cuerpo se tensaron. La figura era enorme, colosal, y según iba terminaría topándose con el pianista tarde o temprano.

"No es humano..." Pensó antes de bajar a toda prisa al nivel inferior.

Se sacó las zapatillas para no hacer ruido y echó a correr en busca del muchacho. Por muy estúpido, egolatra y clasista que fuera, eso no significaba que tuviera que morir a manos de una criatura. No podía dejar que lo destrozara.

No te metas conmigo [Ruvik - The Evil Within]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora