¿Amas a este hombre?

329 37 13
                                    

 -Rubén...- Volvió a llamarlo Mia, aunque su voz se hizo más pequeña. De algún modo aquella mirada consiguió asustarla, ya que, después de todo, la conocía demasiado bien. Era la misma que solía poner Connor antes de lastimarla.

Dejó a un lado los recuerdos y se centró en el pianista.

"Él no es así. No..." Susurró su mente, pero había perdido fuerza. Ya no estaba tan segura de que no tuviese las manos manchadas de sangre. ¿Y si el hombre del traje fue sincero? ¿Es posible que el Victoriano le hubiese ocultado aspectos de su vida y de su personalidad? ¿Por qué? ¿Qué escondía?

 -¿Cómo te encuentras?- La morena hizo su mayor esfuerzo por librarse de las dudas.- Pensé que te habían hecho daño.

Rubén tardó un momento en contestar, momento que empleó en continuar atravesándola con los ojos de un verdadero asesino.

 -¿Acaso te importa?- Cuestionó. Su voz estaba cargada de ira.

 -Claro que si.- Se lo aclaró.- He estado buscándote por todas partes. Hasta encontré la cinta. Tu cinta.

 -¿De qué estás hablando? ¿Otra vez con tus mentiras?

-No. Es cierto.

¿A qué venía ese cambio tan radical? No entendía por qué, de la noche a la mañana, la trataba con una frialdad enorme. ¿Acaso no superaron esa etapa antaño? ¿No le había demostrado por activa y por pasiva que no eran enemigos?

 -Ya... - Continuó el vendado, trayéndola de nuevo a la realidad.- Tan cierto como cuando dijiste que te quedarías conmigo.

 -¿Qué? Pero si lo hice.

El comentario sacó al joven de sus casillas. En un arrebato agarró los barrotes con fuerza, haciéndolos chirriar.

-¡No! ¡Me abandonaste! Fuiste la primera en decir que no teníamos que separarnos y sin embargo lo hiciste. ¡Desaparecistes!

A Mia le sentaron aquellas acusaciones peor que una bofetada.

 -¡No puedo controlarlo! ¡Qué se yo cuándo va a pasar! Es algo que se me escapa completamente de las manos. - ¿Cómo podía acusarla de un hecho semejante? No le entraba en la cabeza.- ¿Tengo pinta de ser Dios para hacer y deshacer a mi antojo?

-No.- Pareció convencerle. Tómo aire, se alejó de la verja retrocediéndo un par de pasos y luego añadió:- Solo eres una estúpida que le regaló medio corazón a un torturador.

Cómo cabía a esperar, un ataque tan bajo solo consiguió que la violinista apretara los labios y asintiera. ¿Quería jugar? ¿Quería ver quien era más cruel? Porque sabía a la perfección que decir para herirle.

-Me das asco. Ni siquiera puedo verte sin querer vomitar.

 Ni siquiera puedo verte sin querer vomitar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las cosas no mejoraron más tarde. Después de haberse insultado, menospreciado y ultrajado, lo único que les quedaba era alejarse en sus respectivas celdas, darse la espalda y quizás, si, fingir que nunca se habían conocido. ¿Total? A la vista estaba que ni uno ni el otro habían tenido la suficiente madurez como para afrontar la situación. Ambos se decantaron por la venganza.

"Maldita la hora en la que me topé con ella." Pensaba el Victoriano.

"Solo quiero volver a casa y dejarme de tonterías con niñatos inmaduros." Se decía la azabache.

Y es que los dos tenían motivos de sobra para no querer toparse con el contrario nunca más. A pesar de todo, los reproches, las discusiones y el mal sabor de boca que les había quedado, el destino les guardaba un último bache.

Dentro de las mazmorras o lo que fuera aquel sitio, resultaba muy complicado saber si era de día o de noche. La luz siempre alumbraba igual, poquisimo, y sin referencias lumínicas poco tenían que hacer. Entonces, un montón de horas más tarde, bajó un tipo vestido de negro. Su atuendo era el mismo que el de sus compañeros, pantalones, americana y corbata, pero su rostro aparecía difuminado.

Entró, pegando un portazo y se precipitó hacia Rubén. Desde luego no tenía aspecto de querer hacer nada bueno.

Mia se puso en pie de un salto en cuanto escuchó el estruendo, acercándose para ver qué pasaba. El hombre tomó del bolsillo un manojo de llaves y procedió a abrir al celda del pianista, metiéndose dentro y sacándolo casi a rastras.

 -Eh, eh, eh... Tranquilo machote. ¡Tranquilo!- Intentó resistirse pero ante la fuerza del desconocido no pudo hacer nada. Este lo agarró por el cuello de la camisa, colérico y lo hizo andar por el pasillo.- Tranquilo.

-¡Callate!- Gritó, fuera de si, y lo empujó de tal manera que la espalda del vendado chocó contra la puerta de la jaula de la cantante. El marcapasos empezó a sonar, acallandolos a los dos.- ¿Amas a este hombre?- Cuestionó de repente el trajeado.

-¿Qué?

-¡He dicho que si lo amas!- Y sin previo aviso, le dio un puñetazo con tantas ganas al Victoriano que lo tumbó. Alzó un quejido y se cubrió como pudo.-¡Di si lo amas!- Porque no se contentó solo con ese, no. Siguió asestándole ganchos directos al rostro. Enseguida se sumaron las patadas y los puntapies.

-¡Basta!- Pidió la muchacha, presa del pánico al vislumbrar que las gasas de su cara comenzaban a teñirse de rojo. Le estaba ajando la piel de tal manera que se rompía y sangraba, eso sin mencionar que quizas le hubiese partido el labio, la ceja y la nariz. Amén de unas cuantas costillas.

-¡Di si lo amas!

 -¡Dejalo en paz!- La voz se le quebró, acechada tras los sollozos.

 -¡Di si lo amas!- Pero el extraño no se detuvo, al contrario. Continuó con más empeño. Parecía darle igual que su victima no opusiera apenas resistencia, reduciendose a un ovillo. No mostró una pizca piedad.

-¿¡Qué estás haciendo!? ¡Basta!

En un intento desesperado, coló los brazos por los barrotes y quiso alejar al asaltante. Aunque levantó las manos en señal de rendición, solo logró que las cosas se pudieran todavía más peligrosas.

 -¿Amas... a... este... hombre?- Por cada palabra que decía, le propinaba otro golpe. Rubén apenas podía hablar. Lo estaba destrozando.

-¡¡Si!! - Chilló la chica al fin, rompiendo a llorar.- Si, lo amo. Lo amo... - Aprovechó que lo tenía lo suficientemente cerca como para abrazarlo.- Lo amo, por favor.- Y ya no pudo añadir nada. No logró reprimir las lágrimas.

Todo se quedó en silencio. Lo único que se atrevió a romperlo fue el pitido de su marcapasos, que no paraba de sonar. Ahora bien, el agente tomó lo que quedaba del vendado, abrió la estancia de Mia y lo arrojó de cualquier manera sobre el suelo antes de desaparecer.




______________________________________

Os he puesto el audio al final de la escena para que no os distrajese.

PD: ¿Los que sois de latinoamerica también reconoceis esa como la voz de Rubén? No se si estais acostumbrados a otro doblaje y, por consiguiente, preferís que deje de subir esta clase de Audiovisuales. Ponedme lo que pensais en los comentarios ¡Gracias! Nos vemos mañana en el próximo capitulo ¡Un abrazo!



No te metas conmigo [Ruvik - The Evil Within]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora