Atormentada

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Ruvik se adelantó un par de pasos, dejando premeditadamente el cuerpo de la muchacha entre sus piernas. Sin su versión adolescente, ya no había nadie en quién Mia pudiese apoyarse. No tendría quien la quisiese ni quien la ayudase... y él estaba más que dispuesto a hacérselo saber. Quería que sufriera, arrancarle esa sonrisa inocente de sus labios para sustituirla por una mueca destrozada. Quería que se sintiera tan sola que desease morir porque, en efecto, aquella era su especialidad. Hacer daño a la gente en pos del progreso científico.

El Victoriano se acuclilló sobre la azabache.

-Te aseguro que no habrá nada en este mundo que pueda protegerte de mi.- Murmuró.- Haré contigo lo que me plazca.

Deseaba comprobar con sus propios ojos si la chica sería capaz de mantener su actitud conciliadora cuando empezaran los problemas. Estaba ansioso por tentarla, por ponerla a prueba. Hacerla pasar por toda clase de torturas y situaciones que la llevasen al límite. ¿Y todo para qué? Para divertirse. Para jugar con ella. Al fin y al cabo era el único entretenimiento del que disponía dentro de STEM: Mover las fichas del tablero dónde, cómo y cuando le apeteciera para ver qué pasaba.

"Manipularé tu mente sin siquiera tocarte el cerebro."

La de ojos ambarinos despertó un par de horas después

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La de ojos ambarinos despertó un par de horas después. Tardó un momento en asentarse y cuando lo hizo, buscó al pianista con la mirada por todas partes. ¿Dónde se había metido? ¿Es posible que se hubiera marchado?

-¿Rubén?- Cuestionó, pero solo obtuvo por respuesta el silbido del viento.

Una de las paredes de la estancia había sido arrancada de cuajo. La puerta con los barrotes estaba más allá, tirada de cualquier manera sobre el suelo. Espera un momento... ¿Qué había pasado?

Entonces la morena se acordó. Recordó las caricias, la niebla y el encapuchado que apareció en ella como una figura fantasmagórica.

"No es la primera vez que nos cruzamos." Pensó. "Es el mismo que estaba en el túnel cuando aún seguía con Sebastian. Si... y luego también me siguió a través de los pasillos del hospital. Era quien movía la ola de partículas rojas."

Sin embargo... ¿Por qué se parecía tanto al vendado? ¿Serían hermanos? ¿Primos? Incluso tenían cicatrices similares. Quemaduras de segundo y tercer grado a lo largo y ancho del cuerpo. ¿Habrían estado juntos el día del incidente?

"No. Pero también tenían la misma voz... y eso es imposible. No existen dos personas en el mundo que posean un timbre tan idéntico."  Vale la pena decir que, como cantante, aquello era lo primero que le enseñaron sus profesores cuando se inscribió en la academia.

-Da igual. No resolveré nada si me quedo aquí parada.- Así que se puso en pie y al apenas recorrer medio metro, el zulo se transformó en la misma habitación médica dónde se había topado con los hombres.

No te metas conmigo [Ruvik - The Evil Within]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora