Capítulo V

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Desperté en mi cama, en la habitación que compartía con algunos pacientes más

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Desperté en mi cama, en la habitación que compartía con algunos pacientes más. Era muy temprano, podía notarlo porque apenas entraba luz por la ventana. Una de las enfermeras estaba sentada en la puerta, dormida, cuando se supone que tienen que estar al pendiente de que nada ocurra.

Algunos pacientes se movían como siempre, otros roncaban tan profundamente que parecían el motor de un avión en pleno vuelo. Otros, no sabían que estaban dormidos.

Esa noche fue extraña, hacía mucho tiempo no tenía pesadillas, y no había soñado absolutamente nada. Pero lo más extraño de todo, fue el silencio... un silencio absoluto, y no solo en que no es escuchaba nada más que los ronquidos "suaves" de mis compañeros, sino que en mi cabeza no ocurría nada. Siempre, por más suave que suene, hay algún murmullo, y esa mañana, no había nada.

Lo que sí había, era un fuerte dolor muscular. Intenté estirarme un poco sobre mi dura cama, pero cada movimiento llevaba a un terrible dolor de músculos, como si cada uno de ellos en mi cuerpo, me recordara los choques de la noche anterior. Poco a poco, pude sentarme en el borde y noté que alguien me había puesto el horrible camisón del hospital.

Me giré a ver cama continua y pude ver como un hombre se movía y balbuceaba entre sueños, parecía un poco desesperado, pero a la mayoría, les sirven las pastillas para dormir. Acompañé a aquel hombre en el sentimiento, de los que sufrimos en sueños por no querer doparnos.

Con cuidado, ya que me sentía bastante inestable, me puse de pie. Y Dios, mi cuerpo dolía más de lo que imaginaba cuando estaba acostado, cada músculo estaba tenso y adolorido, como si hubiera corrido trescientos kilómetros sin descanso.

Un poco cojo caminé hasta la salida del dormitorio, pasé por al lado de la enfermera dormida ¿O muerta? Y comencé mi camino por el pasillo hacia el baño.

—¿Jack?

Me giré al instante, temeroso de que las voces hayan vuelto, pero muy por el contrario, me encontré con el precioso rostro de Sara, vestida muy pulcra con su uniforme de enfermera y el cabello recogido. Casi muero de la vergüenza al estar en camisón. Si mi cara no estaba roja como un tomate, posiblemente fuera como una cereza.

—Señorita Sara, ¿Comienza su día desde tan temprano?

—Oh si, me tocaba guardia en el cuarto de las mujeres en esta parte del hospital.

—Ya veo, disculpe mis paños menores.

Ella sonrió ¿Ya comenté lo bella que era su sonrisa de joven entusiasta?, y poco a poco se acercó a mí, hasta quedar a un metro de distancia.

—Señor Flin, en este momento, todos los pacientes están en "paños menores".

—Lo sé, pero no me agrada la idea, aún soy un hombre lúcido. 

—No me incomoda para nada, si ese es el problema. Lo vi y solo quería preguntarle ¿Cómo se siente después de la terapia?

—Bueno... Es como si una estampida de elefantes hubiera pasado por encima de mi cuerpo, pero más allá de eso, siento mi mente mucho más despejada.

—Eso es bueno ¿Escucha algo que no sea mi voz?

—Gracias a Dios, nada en absoluto.

Sara se quedó un momento pensativa, no sabía si me preguntaba como "amigos", o solo para fines intelectuales, por un instante me sentí como una rata de laboratorio.

—Eso es bueno Jack— me gustaba que me tuteara.— ¿Cómo fue el momento del choque?

—Se suponía que debía estar dormido...

—¿No lo estabas?— Sara alzó una ceja incrédula ¿se estaba preocupando?

—No, creo que perdí la consciencia al tercer choque.

—Jack... Voy a hablar de eso con el doctor Barelli, no me imagino lo doloroso que habrá sido para usted. Si tiene un momento, me gustaría hablar con usted.

Aquello me tomó desprevenido, pero la seguí hasta uno de los bancos del pasillo, allí nos sentamos uno al lado del otro, bastante cerca, yo diría. Hasta se habían ido mis ganas de ir al baño.

—¿Qué sucede señorita?

—Quiero que me cuente cómo fue... Si no le incomoda hablar del tema.

—Solo si acepta que esto cuenta como nuestra segunda cita.

Esa risa, podía decir cualquier bobada con tal de escucharla, era un sonido limpio, nada distorsionado, que llegaba a mi cabeza torturada como una ola de paz.

—Se lo acepto, esta es nuestra segunda cita.

Así fue como cerramos el trato, y yo le conté todo, absolutamente todo, el dolor insoportable que sufrió mi cuerpo, y cómo me estremecía el volver a contarlo. Las voces que gritaban en mi cabeza, la voz dulce de Barelli, los artefactos de la habitación, el blanco insoportable... Cómo sentí que estaba muriendo con el último choque, y cómo el miedo a que fuera verdad me había invadido hasta las entrañas.

Mientras contaba los detalles, notaba como mi nuca se llenaba de sudor solo al recordar que podía volver a pasar ese dolor, y mis manos temblaron levemente, casi imperceptiblemente. Pero Sara lo notó, era muy observadora, entonces apoyó una de sus cálidas (y debo decir, nada sudadas) manos, sobre la mía. El calor me invadió por completo, y supe que haría cualquier cosa con tal de tener una cita con ella fuera de ese asqueroso lugar.

—Y luego desperté en mi cama, así que aquí estamos señorita.

Ella subió su mano por mi antebrazo descubierto, notaba que solo trataba de consolarme, pero hacía tanto tiempo no sentía un mínimo contacto físico, que la simple idea de su cálido acercamiento, causo que mi pecho se hinchara un poco de emoción. Mi piel ardía a su paso, y los vellos de mi brazo se fueron erizando. 

—Jack... lamento mucho que tenga que pasar por todo esto.

—No se preocupe Sara, me siento mucho mejor ahora. Supongo que en unos días me darán el alta.

La enfermera me miró un momento y luego su semblante cambió por completo, pasó de la intriga a la lástima en tan pocos segundos que por un instante me sentí ofendido ¿Por qué me miraba de esa forma? ¿No creía que iban a darme el alta? Apartó su mano de mí y apoyó ambas en su regazo, entrecruzando los dedos. Otra vez esa postura de enfermera profesional. Mi alma se rompió un poco bajo su mirada de lástima.

—¿Qué sucede Sara? ¿Por qué me mira así?

—Señor Flin, esto no debería decírselo, ya que no se pueden bajar las esperanzas de vida digna a los pacientes, pero he estudiado mucho la terapia de TEC, el problema principal, no es lo que sucede después del choque, sino que...— Su voz se apagó y no terminó la frase.

—¿Qué? — ¿Por qué no me miraba?

—El efecto solo dura un par de días, su mente se despeja, su cuerpo responde bien, incluso aumenta su apetito. Pero luego... su enfermedad atacará con más fuerza. 

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Bueno, hasta acá el capítulo ¿Cómo les va cayendo Sara? ¿Creen que Jack debería dejar sus esperanzas a un lado? Voy a seguir sus consejos de publicar más seguido cuando vuelva de mis vacaciones :D pero prometo no dejar de actualizar como lo vengo haciendo♥ recuerden que sus críticas son más que bienvenidas y que si les gustó el capítulo me pueden ayudar con sus estrellitas jaja♥ 

~Mariana Sardanelli ♥~

Century [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora