Capítulo XI

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Al salir del pequeño cuarto de arte, Sara tenía sus mejillas encendidas, supuse que yo también, pero en ella era algo tan jodidamente adorable, que no pude evitar dejar una caricia en su pómulo colorado. Ella me dedicó una sonrisa, y casi al instante volvió a su postura de enfermera, cerrando la puerta detrás de ella.

—Jack, yo...

—Lo sé— la interrumpí en el acto—. Ni una palabra a nadie sobre lo que pasó ahí dentro.

Sara se quedó en silencio, pero asintió levemente con la cabeza. Se veía apenada y por un momento mi corazón se desgarró al pensar que podía estar arrepentida. Es difícil de explicar para mí, no estaba realmente enamorado de ella, pero era un ancla a la realidad, una especie de bote salvavidas que te mantiene cuerdo y a flote cuando todo tu universo te está volviendo loco.

Si, era hermosa, y si, la anhelaba para mí, pero aún no la conocía lo suficiente.

Sin embargo, mis dudas por su expresión se disiparon cuando la enfermera miró a los lados, y luego se estiró para dejar un pequeño y último beso corto sobre mis labios. Como un chispazo  de los que pronto me acostumbraría.

Mi sonrisa no pudo ser más amplia, y sus mejillas no podían estar más sonrojadas.

*Ahora, llévatela, ella confía en ti. Podemos matarla.*

*Mátala Jack, por favor mátala.Por favor, te lo suplico, mírala, solo mira lo hermosa que es y lo bien que se vería estrangulada.*

*Imagínala atada mientras la ahorcamos bajo nuestras manos. Por favor, Jack.*

*Joder, puedo sentir el placer de ver como la vida escapa de sus ojos verdes.*

Observé el delgado cuello de Sara frente a mi, era sumamente pálido y podía ver la línea de una de sus venas. El deseo de apretarlo suavemente entre mis fuertes dedos me invadió por un momento, dejar las marcas moradas de que mis manos la anhelaban, pero despejé mi cabeza lo más rápido que pude, ignorando los murmullos ¿Qué me pasaba?

—Sara, quiero hacerle una pregunta. Quizás no pueda comentármelo, pero la intriga puede conmigo y la curiosidad mató al loco.

—Si Jack, puede preguntarme lo que quiera—noté que no le había gustado mucho mi chiste—. Podemos ir a mi pequeño estudio a hablar, por si acaso.

—Me encantaría tener una tercera cita con usted.

Sara soltó una carcajada que me sacó a flote, y luego se posicionó a mi lado como cualquier enfermera que acompaña a un paciente, y así caminamos en silencio hasta su estudio. Al llegar abrió la puerta para mi y me senté en frente de su pequeño y humilde escritorio de metal.

—¿Qué sucedió señor Flin?

—¿Sabe que puede tutearme, señorita?

—Si, pero prefiero mantener la formalidad con mis pacientes—me dedicó una amplia sonrisa, y no pude evitar devolvérsela.

*Están solos, hazlo ahora. Cierra la puerta, trábala y lánzate sobre esa mujer.*

—Yo quería preguntarle sobre un rumor. Una nueva terapia que dicen que se implantará.

Noté que del otro lado de la mesa, la enfermera se ponía un poco tensa.

*Con esa terapia, es como van a matarte.*

—¿Cuál terapia?

—Lobotomía—no estaba muy seguro de mi pregunta, quizás Isabell no estaba tan cuerda ese día después de todo.

Century [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora