Century [Terminada]

Capítulo VI

Nota de la autora: Así es como me imagino a Jack ¿Demasiado guapo? jaja ¿cómo lo imaginan ustedes? 

Cuando uno deja de comportarse como un loco, cuando uno deja de escuchar voces, e incluso, cuando uno deja de ver personas con cabezas de animales muertos, uno se da cuenta de la locura que lo rodea. Con perspectiva sana, Century era un hospital completamente deprimente. Había pacientes de todas las edades, con diferentes problemas psiquiátricos. 

Estaban los esquizofrénicos como yo, los cuales estaban a diferentes grados, unos solo escuchaban un par de voces, otros tenían grandes alucinaciones todo el tiempo. También estaban los mitómanos, como el caso de Juana de Arco, o de John, que ahora sabía que se creía un electrodoméstico de los nuevos, con grandes funciones al parecer. Seguían los héroes de la Segunda Guerra Mundial, que no estaban siendo tratados como héroes porque sufrían grandes dolencias de estrés postraumáticos, y se la pasaban gran parte del día gritando.

Pero el primero murmullo no tardó en llegar, llevándose mi cordura tan solo tres días después, durante la hora del almuerzo. Ya me había acostumbrado a no escuchar nada, el silencio era lo mejor que me había pasado en años. Incluso llegué a preguntarme si Sara no exageraba, es decir, quizás en mi caso si me curaba por completo, o tal vez, todo había sido una extraña pesadilla, pero entonces...

*¿De verdad comerás eso? Va a envenenarte... Bueno. Sí. Cómelo.*

Noté un pequeño respingo en mi cuerpo, la paz de mi mente era tal, que ya había olvidado la voz ronca y escalofriante que me hablaba. Claro que no la había extrañado, pero Sara había dicho que a partir de ahora empeoraría. Yo, por mi parte, planeaba fingir que todo estaba totalmente normal.

Para explicarme un poco, tenía diferentes voces en mi cabeza, desde que tenía unos dieciséis años. Los principales eran ese hombre que quería asesinarme, siempre buscando una forma de suicidio, con su tono tétrico. El segundo, era un hombre aún más anciano, con voz ronca como si hubiera fumado toda su vida, él quería que matara a los demás. Por último, siempre oía una mujer que gritaba, aunque aparecía pocas veces, era la que más me asustaba. Uno nunca espera un grito desesperado. Para finalizar, de fondo había otras voces, pero no podía distinguirlas y generalmente eran un eco de las principales.

—Juana ¿Cómo te fue con tu terapia de choque?

La pobre mujer había comenzado anoche, esperé por un momento, que ella si hubiera quedado inconsciente antes de los choques eléctricos. Se veía un poco perturbada, pero sus ojos estaban lúcidos, a pesar de las ojeras. Uno ya sabe distinguir cuando alguien está en un terreno paralelo y cuando en la realidad.

—Oh, muy bien Jack, también puedes llamarme Isabell, ese es el nombre que me dio mi madre.

Así que Isabell... La observé un momento, mientras comía de mi puré de calabaza, si no fuera por su locura, podría haber sido una mujer muy hermosa, y sin dudas una muy valiente y amable. Me pregunté cómo hubiera sido Juana como madre.