Capítulo XIII

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Pasó aproximadamente una semana, casi todas las noches, el doctor Barelli me llevaba a mi terapia de baños helados. En todas las sesiones mis voces me pedían a gritos y me suplicaban que ahogara al doctor entre los cubos de hielo. Y a pesar de que más de una vez mis manos se tentaron a empujarlo contra el agua, siempre me resistí. Cada vez eran más tentadoras las instrucciones en mi cabeza, pero debía luchar contra ellas, por mí y por mi enfermera.

Las cosas con Sara estaban tranquilas. Siempre que podía le robaba un casto e inocente beso de sus bonitos labios, ella se reía y miraba alrededor mientras sus mejillas tomaban un suave color rojizo.

Christian estaba cada día más raro. Sara me había contado que lo internaron por sus problemas de violencia, pero después de la lobotomía, el muchacho odiaba a todo el mundo solo que sin expresarlo. Era como un fantasma repleto de odio que vagaba por los pasillos del Hospital Psiquiátrico Century.

Además, le había contado a Juana y a John sobre la lobotomía, el problema era que Juana empezó a maldecir, pero John no había entendido nada, por lo que era difícil pretender que se negara al tratamiento.

En ese momento me encontraba en el gran salón. Se había organizado la idea de bailar un poco de rock entre los pacientes. La gran mayoría lúcida pidió a Elvis, por lo que los locos se movían al ritmo de la música, o al menos lo intentaban, mientras se escuchaba la voz del Rey, balbuceos, risas histéricas y algún que otro grito acompañaban al cantante.

Tenía a Juana de Arco tomada de las manos mientras bailábamos, ella reía mientras daba vueltas y me miraba como si yo fuera una especie de hijo para ella, aunque no era mucho mayor que yo.

—¡Señor Jack, hacía mucho tiempo no me sentía tan viva!—exclamó mientras yo la ayudaba a girar entre mis brazos.

*Te durará poco Isabell, pronto acabaremos contigo.*

*¡Asesino!¡Mátala como a la otra!*

*Loco, loco, loco, loco.*

—Tampoco yo mi señora.

Pude ver por el rabillo del ojo a Sara bailando con un héroe de la Segunda Guerra Mundial. Él carecía de su brazo izquierdo, pero ella tomaba su mano derecha con firmeza, y le sonreía con confianza, mientras el pobre paciente la seguía con emoción, queriendo más atención de la joven.

—¿Cree que mi Dios me permita estas distracciones? No creo que bailar sea considerado un pecado.

*Tu Dios no existe, estúpida.*

*Mátala, mira ese cuello, mueres de ganas por apretarlo hasta que no respire.*

*Sara, esa niñita morirá bajo tus manos.*

—Claro que sí, mi señora de Arco. No puede ir a la guerra sin tener felicidad antes.

Juana me sonrió con ganas mientras se movía alegre por el salón, conmigo pisándole los talones todo el tiempo. Debo admitir que la mujer no bailaba bien, pero yo mucho menos. Parecíamos algún tipo de animal agonizante y borracho.

De repente, la música en el salón se acabó. Todos los lúcidos nos quedamos de pie, algo confundidos por el fin de la fiesta. Varios de los más enfermos, seguían bailando como si nada hubiera pasado.

*¡JACK AYÚDAME!*

Ignoré la voz, ya me había acostumbrado a ella, y giré mi mirada hacia los enfermeros del ala este. Miraban a los pacientes uno por uno, como si estuvieran buscando a alguien. De repente, fijaron su mirada en mí y comenzaron a caminar entre los demás enfermos hasta mi posición.

Century [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora