Ya había perdido un poco la noción del tiempo dentro del manicomio, uno entra sabiendo el día y la hora exacta, pero llega un momento en que también dejas de contar los días. Para mí, habían pasado cerca de cinco meses, pero estaba seguro que no eran más de dos. Mis ánimos estaban desgastados, mi optimismo había bajado considerablemente, y mi esperanza de salir de allí era nula.
*Es que nunca saldrás, idiota.*
*El próximo paso, es máxima seguridad.*
Las voces habían empeorado si es que era posible, y en la última semana había tenido más de cinco episodios, donde la gente a mi alrededor se convertía en esos monstruos mitad humanos, mitad animales, con sus ojos muertos mientras se reían y gritaban a mi alrededor. Había aprendido a no desesperarme llegado a ese punto, pero las risas eran algo que mi atormentado cerebro no soportaba.
*¿Qué diría tu madre si te viera así?*
*¿Madre? Esa está cinco metros bajo tierra.*
*¿Quién la mandó allí?*
—Cállense.
Murmuré indignado ¿cómo podía seguir respondiéndole a las voces? Ya ni siquiera tenía ánimos para tratar de mantener mi dignidad y mi cordura. Ya no podía fingir que no estaba loco, no podía fingir que ignoraba a esas voces, no podía fingir que no veía las cabezas de animales en las personas.
Mi único alivio, mi único respiro y mi único bote salvavidas, era la enfermera. Habíamos seguido con nuestro romance a escondidas, sin contar las veces que nos encerramos en el cuarto de las pinturas para poder besarnos en paz. El principal problema era que nadie nos viera, no quería poner en riesgo la carrera de Sara.
Sabía que ella en realidad no me amaba, y ella para mí era un escape a la locura. Pero ambos nos necesitábamos para no hundirnos en Century junto con los demás.
Desde que había hablado con Barelli, le hacía alguna que otra pregunta que Sara sabía responder muy bien, por lo que confiaba en que era la real, y si no lo era, de todas formas la pasaba bien.
—¿En qué piensa?¿A quién calla?— preguntó Sara con curiosidad a mi lado, siempre tratándome de usted.
*Cállate estúpida, eres la siguiente.*
Estábamos en el jardín, como casi todos los días. A bastante espacio de distancia mientras ella vigilaba a los demás pacientes que deambulaban por el lugar. Yo me mantuve de pie a su lado, sin mirarnos, como una charla casual de amigos.
—A mi cerebro, Sara.
—¿Qué le dice su cerebro?
—Me recuerda a mi madre.
*Esa mujer, já, debe estar comida por los gusanos.*
Ella se quedó en silencio, siempre sabía cómo lidiar con mis demonios. A lo lejos pude ver que salía Barelli al jardín, y al instante comencé a caminar como si estuviera dando un paseo y no hablando con Sara. Ella me miró, pero entendió al instante. El doctor parecía que buscaba algo o a alguien, y cuando se topó con mis ojos, supe que me buscaba a mí.
Con un gesto de su mano me indició que me acercara, y cual perro faldero fui detrás de él, ya que confiaba un poco más en su persona. Sentí los ojos de Sara clavados en mi nuca. Ella odiaba a su jefe, pero ese hombre solo hacía lo que creía mejor ¿Cómo podía juzgarlo luego de todo lo que yo había hecho?
—Jack, le toca tratamiento— dijo el psiquiatra apoyando su mano en mi hombro.
—¿Electrochoques?— cuestioné mientras comenzaba a caminar a su lado.
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Century [Terminada]
Mystery / ThrillerJack Flin es un joven de 25 años quien sufre una grave enfermedad mental... esquizofrenia. El problema principal, es que dentro de Century, en vez de mejorar, cada vez se deteriora más su perspectiva de lo real. Esto no va a evitar que desee fervien...