Capítulo II

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—Entonces el muy desgraciado me dijo que necesitaba terapia de electrochoque.

—¿Terapia de electrochoque?

Juana de Arco me miró como si hubiera tirado algún maleficio. Me olvidaba que esa mujer vivía en el 1400 la mayor parte de su tiempo y ni siquiera sabía su nombre real. Su cabello corto, sobre los hombros, su postura firme y su mirada severa, me indicaban todo el tiempo que de verdad ella se creía la comandante de un ejército francés.

—Si... un método de tortura.

—Já, malditos clérigos, dicen de mí que soy una bruja. Por eso estoy aquí, cuando en realidad debería estar luchando por Dios y para Dios, liberando a Francia.

¿Por qué aún me esforzaba por hablar con esa gente? Supuse que lo hacía para no volverme loco, lo cual era muy irónico... un loco hablando con locos, para no volverse loco, divertido ¿No?

El horario de tomar los medicamentos para los pacientes, había pasado hacía al menos unas cuatro horas, y se sentía estupendo no escuchar voces, pero sabía que dentro de poco, el efecto se iría y con él, mi cordura. Quería chantajear a Gladis para que me diera más pastillas de las que me correspondían, pero cielos... esa mujer tenía una voluntad de hierro. También sentía pena por la gente como Juana, a ella la locura no se le escapaba ni por unos minutos.

En el jardín de Century, a lo lejos, pude ver a la enfermera Sara, por lo que saludé a mi compañera y me levanté del césped donde estábamos sentados. Pude notar que Juana seguía insultando a los clérigos en voz baja.

—Si fuera una verdadera bruja, los mataría a todos con un hechizo. Pero no, nos tienen aquí encerrados, cuando podríamos estar luchando para nuestro Dios...— poco a poco, la voz de Juana fue desapareciendo.

Me acerqué con paso lento a la enfermera, quien solo miraba su tablilla con atención. Llevaba el cabello castaño suelto, el cual llegaba a mitad de su espalda, y el uniforme de enfermera entallado a la cintura ¿No me había percatado antes de lo bella que era?

—¿Así qué no le dijeron que es peligroso andar sola en Century?

Sara alzó las cejas sorprendida al escucharme, al parecer no esperaba que la interrumpiera. Por un momento me pregunté con cuántos pacientes ella podría tener una conversación relativamente coherente.

—Bueno, creo que le caigo bien a la mayoría de los pacientes.

—¿Se está encariñando con nosotros?

—No...— Dudó, lo noté en su mirada, y yo sonreí— es decir, han sido todos muy amables, y recién llevo tres días aquí.

—¿Ya conoció a Juana de Arco?— Dije antes de hacer un gesto con la cabeza hacia donde estaba mi amiga.

—Oh si, es una mujer encantadora.

—¿Usted hace de clérigo?

—¿Disculpe?

No pude evitar soltar una risa, era evidente que ella no nos conocía del todo. Quizás en otra época ella hubiera condenado a Juana a la hoguera... Pero en 1955 no pasaban esas cosas, solo nos electrocutaban.

—No es nada, solo un chiste interno.

—Ya veo...— Sara alzó la mirada a la copa de uno de los árboles del jardín, parecía pensativa, como si buscara la forma de decir algo... y entonces lo hizo— ¿Hoy es su primer día con la nueva terapia?

—Hum, si— No podía dejar de pensar en eso ¿dolería?

—Entonces no has mejorado— Sara me miró, sus ojos detonaban cierto reproche, posiblemente por la mentira que le había dicho en nuestra cita.

—Según Barelli, no.

—Él es el especialista, señor Flin.

—Si, señorita. Pero él no está en mi cabeza, solo puede hacerme un test psiquiátrico por semana.

Sara se quedó en silencio. Pero su postura parecía tensa, como si estuviera enojada. Le dediqué la sonrisa más simpática que pude y me di la vuelta, simplemente porque no tenía ganas de hablar con una mujer que defendía a un hombre como él.

El jardín de Century era enorme, casi tanto como el hospital. Solo era un gran espacio verde con algunos árboles ubicados al azar. No había nada más, ni plantas, ni flores, ni juegos, ni nada. Solo verde.

Alrededor había grupos de personas charlando en el suave césped, muchas veces intenté integrarme a esos grupos pero si uno pregunta algo, otro responde cosas que no van al caso, los terceros dicen palabras sin sentido, alguno se ríe de algo que no tiene gracia, y solo unos cuantos, somos los que intentamos buscar sentido a lo que dicen... sin éxito. También están los que son solitarios. Algunos simplemente están parados mirando a la nada y otros deambulan susurrando.

*Matemos a todos...*

No iban a darme mucha paz, ya demasiado había pasado luego del medicamento.

—Bah, cállate.— Muchas veces respondía a las voces, aunque siempre estando solo. Sabía que todos sabían que yo estaba loco, pero uno siempre intenta mantener su dignidad.

*El mundo no se pierde de nada, veneno en el almuerzo.*

—¿Quieres que nos lleven a máxima seguridad?

*Mátalos, mátalos... o mátate, me encanta la sangre.*

—Oh, ya lo sé amigo.

Decidí ignorar aquella vocecita que me pedía que actuara, y me apoyé en el tronco de un árbol, quedando de pie. Me moría por un cigarrillo, más en un día tan bello como ese. Pero, los locos, no podemos gozar de pequeños placeres cotidianos. Observé la punta de mi zapato, y moví un poco el césped, así de monótonos eran los días ¿Cómo no volverse loco?

Alcé la mirada nuevamente y allí fue cuando la vi por primera vez. Supe de inmediato que era producto de mi cerebro deteriorado, ya que una persona así no podría entrar nunca en el manicomio, o armaría un revuelo entre los pacientes que ni el mismísimo infierno soportaría.

Era una muchacha, no tendría más de veinte años. Me miraba con fijeza, pero con el semblante sumamente serio, casi como si no me mirara realmente. Llevaba un vestido blanco hasta media pantorrilla, y justo debajo, unas finas medias blancas y negras. Sus zapatos eran de charol negro, al igual que su cabello, que era largo y lacio, sin un solo pelo desacomodado.

La muchacha solo se quedó allí, de pie, con sus ojos negros como dos pozos clavados en mi rostro. Pero lo más extraño de todo esto, lo que realmente me confirmó que no era real, era que tenía rostro de conejo... conejo inexpresivo y aterrador. Muerto. 

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Espero que les haya gustado el nuevo capítulo! :D muchas gracias por leerlo♥ en tres días, subo el capítulo 3, ya tengo 8 escritos :) 

¿Se esperaban la nueva aparición? ¿Debería Jack decir la verdad de lo que le pasa?

~Mariana Sardanelli ♥~

Century [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora