Capítulo IV

1.3K 145 40
                                    

~Nota de la autora: Bueno, al fin llegó el momento de saber cómo Jack va a enfrentar los electrochoques, espero que les guste.~

Sara se tomó la amabilidad de acompañarme por los pasillos del hospital luego de haberme dado agua

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sara se tomó la amabilidad de acompañarme por los pasillos del hospital luego de haberme dado agua. Tenía su brazo alrededor del mío, era por si me daba algún colapso, pero me gustó imaginar que éramos un par de novios corrientes, caminando hacia el altar.

—¿Qué fue lo que pasó ahí dentro?—Supe al momento que se refería a la escena en el comedor.

*Mátala Jack...*

—No lo sé, solo se nubló todo por unos momentos.— Mentí ¿Cómo podía contarle sobre las personas animales?

—Entiendo, a veces pasa eso Jack.

No me creyó absolutamente nada. Pero ella respetó mi silencio y solo me acompañó hasta la puerta a la que debía ir. Al llegar, Sara se giró un poco para verme y me sonrió, creo que eso era lo mejor que me pasaba en el día, la sonrisa amplia y confiable de la enfermera.

—Bien, señorita... deséeme buena suerte, y que no muera ahí dentro.

—Buena suerte Jack, verás que no es tan doloroso.

Ella me dedicó otra sonrisa hermosa, y supe que tenía razón, que no tenía por qué preocuparme, y le creí. Le creí y como un idiota entré a ese cuarto, cegado solo por la confianza de una joven estudiante.

Pero lo que realmente me cegó, fue la blancura de ese cuarto. Las paredes eran de un blanco brillante, la luz era eléctricamente blanca, y la camilla del centro, no podría ni describirla. Al lado derecho de mi lecho de muerte, había un carrito con una gran maquinaria, la cual solo me aterró con verla.

—Me alegra que haya venido por sus medios, señor Flin.

Al girarme, me encontré con la mirada del doctor Barelli, estaba de pie, con las manos ocultas en su guardapolvo blanco. Llevaba las pequeñas gafas sobre sus ojos negros y una cofia en la cabeza. ¿Alguna vez pensaron en cómo se vería un médico terrorífico para un film? Bueno, ahí estaba el indicado.

—Si, vine con una amiga.— No revelé su nombre, ya que no sabía si ella tenía permiso para ser tan cercana a los pacientes.

—Me alegra que ya esté acomodándose mejor a este lugar, solo queremos ayudarlo.

*Y matarte. Eso es bueno. Ojalá mueras en esa camilla.*

*Mátalo, mátalo a él, y te salvas... Mátalo. Ganas no te faltan.*

—Bueno, no tengo elección.

—Tiene razón, por favor, recuéstese señor Flin, no será nada grave, solo unos minutos.— Mientras hablaba, él se acercaba a la camilla, e hizo un gesto con la mano para señalarla. Me di cuenta que llevaba guantes de látex blancos.

Century [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora