{ 48 . Familia (o lo más cercano a una) }

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Mi nivel de querer actualizar se resume exactamente al hermoso hecho de estar subiendo un capítulo con datos móviles. Y probablemente hacerlo con las demás historias para encerrarme en un huequito y no salir en unos cuantos días.

Mi amor siempre está con ustedes;3

( ... )

—A veces me gustaría que te murieras.

—Inténtalo.

—Lo juro. Que te hicieras pedazos contra una pared mientras vas volando en tu escoba. Que intentes atrapar la puta Quaffle y te des de cara contra una de las torres.

—¿Quieres hacerme reír?

—Eres un maldito bastardo, te mataré con mis propias manos.

—¿Bastardo? Emh, déjame pensarlo... bueno, que yo sepa, mis padres estaban casados entre ellos cuando yo nací, aunque no tengo la exactitud de si lo estaban cuando me concibieron...

—...

—JODER, ¡CÁLMATE! ¡Y DEJA DE INTENTAR AHORCARME!

...

Harry despertó sobresaltado, con aquella extraña sensación de muerte en la garganta, sintiendo que había algo que acababa de olvidar. O, más que olvidar, abandonar. Lo había dejado marchar en algún lugar de su subconsciente y ahora estaba tan extrañado como cuando acababa de entrar a una habitación y había olvidado por qué motivo había ido allí.

Se incorporó, tallando su frente, sintiendo un brazo tirante sobre su cuerpo. A su lado, Tom entreabrió los ojos rubíes, enarcando una ceja con curiosidad.

—¿Pesadilla? —preguntó, quitándole importancia, arrastrándolo de nuevo a sus brazos. Harry se acurrucó, bostezando y cubriéndose la boca, negando.

—No exactamente —farfulló—. Sé que soñé algo, pero no lo recuerdo. No habrá sido muy importante.

Tom pasó los dedos por los cabellos de Harry varias veces, consiguiendo que el cuerpo del chico se apegara más al suyo, buscando aquella sensación de áspera tranquilidad que le causaba electricidad por las venas.

—¿Sueñas? —preguntó de pronto Harry. Tom detuvo sus caricias por unos segundos—. Cuando duermes, claro. No lo haces muy a menudo.

—A veces sueño —murmuró Tom, casi apático con ello—. No es algo a lo que esté ajeno. No necesito dormir, aunque a veces también lo hago. Es casi agradable desconectarse unos segundos y darte cuenta de pronto que han pasado un par de horas de un tiempo infinito.

Harry rió contra su cuerpo. Cuando Tom prosiguió sus caricias contra su cabello, Harry ya estaba dormido nuevamente. Deslizó con suavidad los dedos por las hebras negras un par de veces más para luego cerrar los ojos y analizar qué podría suceder en las próximas horas. Eran las cinco de la mañana. Doce horas después Harry debería beber la poción Matalobos, y todos deberían rogarle al infierno porque la magia de Tom fuera compatible con la magia lupina que ahora corría por las venas de Harry. Que Harry y Remus aparecieran heridos y débiles (o muy fuertes, dependiendo de su alimentación) justo después de la luna llena daría mucho de qué hablar. Los alumnos de Hogwarts eran un poco ingenuos, pero no estúpidos (no todos, al menos).

...

Harry recibió bastante apoyo moral durante todo el día. Pequeños detalles como tener un pudín de chocolate extra durante el desayuno, o no tener tareas durante las clases de Pociones, o que sus compañeros de Slytherin se ofrecieran a llevar sus cosas o a prestarle los apuntes (más que de costumbre). Harry creyó que el secreto de su nueva licantropía era algo no tan secreto gracias a las enormes ojeras y su delgadez más alarmante que de costumbre uniéndose a las heridas en su rostro del mes anterior, mucho más cuando la profesora McGonagall le alcanzó un certificado que le dispensaba de las clases de astronomía de la medianoche y le daba un asentimiento cálido.

Dead from the neck upDonde viven las historias. Descúbrelo ahora