{ 52 . Los niños malos no van al cielo }

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No lean esto en público. Y por favor necesito que estén comentando para saber que sus manos no están en otros sitios, muchas gracias por la consideración, prefiero evitarme el trauma. :3

...


Llegaba un momento en que besar ya no era un verbo individual sino una constante compartida en básicamente toda la rutina diaria. Y a veces ya ni siquiera eran besos burlones con expresiones de sadismo mientras uno permanecía con una erección desatendida o el otro con una marca de dientes en el cuello, a veces eran de esos besos que se devoran con desesperación, se jalan de los cabellos y se empujan contra cualquier pared o escritorio o mobiliario o lo que fuera que estuviera en el camino (y Merlín permitiera que no fuera un profesor, como había ocurrido con Remus y él literalmente los había pateado. LITERALMENTE.).

Harry se descubrió que era adicto a los besos de Tom. O, bueno, no exactamente a los besos individualmente. Podía sentir que toda su piel quemaba. Si se encontraban en clase y Tom, casualmente, golpeaba sus rodillas juntas o le rozaba la mano para corregir un error en sus apuntes, Harry tenía que inhalar profundamente e ignorar por completo todo el cosquilleo que correteaba como electricidad y le hacía querer estampar al demonio contra algo y devorarle la boca (y otras cosas).

Quizá era más doloroso no poder hacerlo. Estaba tan acostumbrado al contacto físico con Tom –y realmente, todo el colegio estaba tan acostumbrado a que estuvieran sumamente pegados entre sí– que Harry sabía que, de detener sus abrazos, o sus pullas, o sus juegos burlones de gato-ratón muchas personas preguntarían. Y Harry no podía Obliviar a todos (y Tom no quería hacerlo por sí mismo; en sus propias palabras le daba flojera). Antes, el contacto con Tom sí había significado algo. Cuando lo tocaba se sentía cómodo, tranquilo, cargado de emoción. Sin embargo... últimamente todo había dado un vuelco de cabeza. Tom lo tocaba y le prendía fuego. Y nunca se encargaba de controlar las llamas.

Harry ardería y, bien, arderían todos con él.

Pero antes follaría con Tom. Probablemente cuando el demonio dejara de encender la llama y olvidar la vela en medio de un bosque de miradas indiscretas.

...

Tom apenas tironeó de su cabello, como un chiste. Harry sabía que era un chiste porque le estaba peinando y luego se movió, tironeando con burla, pero Harry lo empujó contra una pared y devoró sus labios, ansioso.

—Harry —protestó Tom, burlón, y Harry le silenció—. Harry.

Ese último Harry había parecido más algo provocativo que una protesta. Harry relamió los labios gruesos de Tom y mordisqueó suavemente su labio inferior, apegándose a su cuerpo, toda su piel latiendo y gritando y quemando, y Tom apresándole contra su cuerpo con unos brazos que parecían envolverlo para jamás soltarlo y-

—No quiero interrumpir, pero están llegando a clases —Harry apenas si se detuvo para observar a Regulus contemplando un reloj de plata que extraía del interior de su túnica, su semblante pálido ni siquiera perturbado—. Y tienen clase con McGonagall. Así que, bien. Apresuraos.

Harry resolló de frustración y dio una patada al suelo. Tom le dejó un beso casto en la punta de la nariz que lo único que hizo fue ponerlo diez veces más caliente mientras avanzaban hasta la clase de transfiguraciones, Harry infinitamente agradecido de que las túnicas negras pudieran cerrarse y aún se adjudicara su cierre completo al frío.

...

—Es San Valentín —murmuró Draco, rezagándose en la Sala Común mientras Harry peleaba con su túnica para hacerla lucir lo 'suficientemente elegante'—. ¿No tienes planes para hoy? Ya sabes, con Ian.

Dead from the neck upDonde viven las historias. Descúbrelo ahora