Capítulo 19. Luna

1.8K 210 18
                                    

Tenía puesto un vestido largo, semejante a los que solía llevar antes de aparecer en casa de Alec, aunque bastante sucio y estropeado en comparación de éstos. Al observar el paisaje de mí alrededor, tan sólo pude ver árboles por todos lados.

¿Dónde estaba?

Comencé a andar desorientada sobre la hierba y me puse a rezar para que nada malo me sucediera.

Solamente se escuchaba el canto de algunos pájaros y sentí la brisa sobre mi rostro, probablemente lleno de tierra al igual que mi traje.

—Creo que he visto algo por aquí —anunció una voz de hombre grave y desconocida.

—Debe haber sido un animal pequeño —puntualizó su acompañante—. Tal vez una ardilla en busca de alimento para su madriguera, ya sabes que se avecina el invierno.

—Te juro que no es lo que parece —respondió el otro individuo—. Aquello era mucho más grande que un simple roedor.

Al decir aquello, continuaron cabalgando sobre sus caballos y se acercaron poco a poco hasta mi posición.

¿Qué hacía yo en medio de un bosque y donde estaba Alec?

¿¡Acaso me había raptado mientras dormía y me había abandonado en medio del bosque para librarse de mí!?

No, aquello no era posible. Alec podía ser muy extraño cuando le parecía, pero no lo veía capaz de secuestrar a una persona en medio de la noche.

—Al final ha merecido la pena venir —dijo un joven con dientes amarillos—. En vez de un animal, hemos encontrado a una bella señorita.

— ¿Qué hago aquí? —me atreví a preguntar con algo de timidez.

—No lo sé, pero parece usted perdida y por sus prendas juraría que pertenece a una familia de clase alta —planteó un hombre algo más mayor—, ¿O me equivoco milady?

¿Milady? En el siglo XXI ya nadie decía eso, es más, se reían si lo escuchaban. No obstante, el jinete mantenía su semblante serio.

— ¿Milady? cuestioné arqueando una ceja. No podía ser posible.

— ¿Acaso no es usted de noble cuna? —Inquirió el otro sujeto—. Si no le causa molestia, me gustaría conocer vuestro nombre.

Antes de decirlo, medité un poco... ¿para qué quería saberlo si lo más probable es que no nos volviéramos a ver?

— ¿Y bien? —cuestionó el otro.

—Me llamo Cassandra Clayton y...

— ¿Cassandra Clayton? —Inquirió y luego le susurró algo al otro jinete—. Venga con nosotros, una dama como usted no debería estar perdida por aquí, ¿se encuentra bien?

— ¿Quiénes son ustedes?

—Yo soy Garret —dijo el más pequeño.

—Y yo Benjamin —dijo el mayor.

—De acuerdo, ¿saben dónde vivo o pretenden raptarme para adquirir una gran fortuna?

—Por favor milady, nosotros somos caballeros, no bandidos —contestó Garret.

Media hora después, estaba por fuera de mi casa con la boca muy abierta al descubrir que había vuelto a mi época.

¿Por qué no estaba en el siglo XXI con Alec? ¿Había pasado algo?

Llamé a la puerta atemorizada por la reacción de mis padres. ¿Qué iban a pensar de mí?

Habían pasado cuatro meses desde la última vez que estuve aquí.

— ¿Ha venido de visita? —preguntó el mayordomo.

Esa pregunta me causó confusión.

—Soy yo, Cassandra, la hija de los señores Clayton —aclaré.

—Los señores Clayton no tienen hijos —repuso—. Debe haberse equivocado.

—Eso es imposible, soy yo, ¡Cassandra! —Exclamé desesperada—. ¿No me reconoces?

—No señorita, nunca la he visto por aquí —declaró—. Si me disculpa, voy a pedir que se vaya de aquí.

Dicho eso, se limitó a cerrar la puerta y me dejó por fuera. Como a una simple desconocida.

Yo era Cassandra Clayton...

Cassandra.

Cassandra.

Cassandra.

—Cassandra despierta —escuché la voz de Alec.

Me levanté de golpe, haciendo que mi pecho chocara contra el cinturón de seguridad y comprobé que estábamos en el coche de Brenda.

Me había dejado dormir en el trayecto de vuelta a casa, después de acabar de ver todo el parque de atracciones y "disfrutarlo".

— ¿Estás bien cariño? —cuestionó Brenda con tono preocupado—. No dejabas de moverte y repetir una y otra vez que eras Cassandra con nerviosismo.

—Sí señora, fue sólo un mal sueño —murmuré.

Sin embargo, parecía tan real...

—Si te encuentras mal, avísame —comentó observando la carretera—. Y llámame mamá.

— ¿Seguro que estás bien? —inquirió Alec con la ceja enarcada.

—Ni que te importara —mascullé.

No quería sonar antipática, pero el sueño que acababa de tener me había afectado. Si algún día regresara a mi hogar, ¿mis padres se acordarían de mí?, o peor aún, ¿podría ser que mi nacimiento hubiera sido borrado de la historia y sólo fuera una adolescente perdida en otro siglo sin familia?

Sin poderlo evitar, me aferré al brazo de Alec, el cuál se tensó al principio, pero después se relajó y me dejó apoyar mi cabeza en su hombro.

Había pasado de estar alegre a melancólica por una pesadilla, pues no había adjetivo que describiera de mejor forma lo que acababa de sucederme.

De algún lugar que no lograba visualizar, se podía escuchar música que acompañaba el silencio de aquella noche, mientras la luna brillaba en el cielo como si no sucediera nada, cosa que envidiaba.

Ella sólo aparecía en la noche para emitir luz y desaparecía por el día para que el sol se encargara de lo mismo. Nunca sabría lo que era alejarse de un familiar, ni tampoco lo que era aparecer en otra época de un momento para otro.

Siempre estaba ahí y probablemente al igual que el sol, eran los únicos que no me habían abandonado en esta dura experiencia.

— ¿En qué piensas? —susurró Alec.

—En la magia —musité mirando a través de la ventana.

Atrapada en el siglo XXI *[EDITANDO]*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora