Mi mejor amiga Abigail, estaba sentada a mi lado en una esquina del salón de baile, criticando a todo ser con algún chisme jugoso que pasara por delante de sus ojos.
Ella era así por naturaleza y yo no le decía nada al respecto; simplemente éramos dos polos opuestos, pero aun así poseíamos una linda amistad.
—Observa a Lady Armitt —murmuró apuntando de forma disimulada a una mujer con un peinado tan extravagante como lo era su vestido—, no ha parado de observar a Lord Dawkins en toda la velada, llegando a ignorar al pobre de su marido.
—Será problema suyo —dije dándole un sorbo a una copa que me había ofrecido una criada.
—Un problema que podría acarrear en una nueva infidelidad para su esposo —dijo—. El tonto ni siquiera se da cuenta de eso y yo con sólo verlos, comprendo gran parte de las miraditas que se han dedicado.
—Todos sabemos que Lady Armitt se casó con él por los negocios de su padre y la fortuna de Lord Armitt —objeté.
—Lo sé, a veces siento lástima por ella —musitó—. Pero luego recuerdo que hay más gente en su situación y se me pasa.
Y aquello era cierto, en aquel salón los matrimonios que se habían unido por amor verdadero se podían contar con los dedos de una mano, lo cual era un dato muy triste pero a la vez real.
—No me gustaría tener un matrimonio como el suyo —opiné—. Debe ser muy triste y aburrido vivir con alguien que sólo te quiere a su lado por interés.
—Ni a mí, pero tampoco quiero crearme una gran fantasía; estoy segura de que si no logro encontrar pareja antes de que mi primera temporada se acabe, mi madre me buscará a alguien por mucho que no me guste la idea.
— ¿Por qué no te dejarían en la segunda? —planteé confusa.
—Ellos son muy impacientes y también están pendientes siempre de la opinión de los demás —masculló—. Si su única hija no encontrara marido en la primera temporada, sería una vergüenza para ellos.
Después de eso, un hombre se acercó a mi asiento para pedirme un baile como apuntaba en mi cartilla y yo no podía negarme, si no quería un sermón por parte de mis padres. Aun así, prefería hablar con Abigail que danzar con un desconocido.
—Buenas noches, señorita Clayton —dijo tomando mi mano y colocando la suya detrás de mi espalda—. Está usted muy bella hoy.
—Buenas noches, Lord Lexignton y gracias por su halago —respondí con una falsa sonrisa.
Aquel hombre siempre estaba detrás de mí y empezaba a incordiarme.
Al día siguiente me levanté muy temprano por culpa de los gritos de mi doncella. La cuál parecía que había sufrido un ataque de locura.
— ¡Señorita Clayton, señorita Clayton!
Masajeando mis sienes a causa del dolor que tenía de cabeza, le pregunté a qué se debía su actitud.
—Hay un hombre en el despacho de su padre y ha preguntado por usted —exclamó dando vueltas de la emoción.
— ¿Por mí? —inquirí—. ¿Cómo sabes todo eso?
Ella se frenó con las mejillas más rojas que un tomate y susurró en voz baja con vergüenza que la curiosidad le había obligado a escuchar a través de la puerta.
— ¡Eso es de muy mala educación! —Le reprendí—, aunque... ¿qué más has escuchado?
—Es joven pero un poco más mayor que usted y desea pedirle matrimonio —gritó ilusionada.
— ¿Pero quién es? —pregunté levantándome de la cama.
—El hijo de un viejo amigo de su padre, señorita y parece ser que a Lord Clayton le agrada la idea porque ha aceptado un período de cortejo —anunció.
— ¿¡Qué!?
Esa información tenía que ser falsa, quizás mi doncella estaba enfadada por algo conmigo y deseaba asustarme para poder reír un rato con los demás criados en cuanto me fuera. No obstante, su cara de emoción y su mirada sincera, aseguraban que estaba hablando completamente en serio.
—Venga, venga, debemos arreglarle —dijo—, iré a llenar su bañera y a buscar un lindo vestido.
Siguiendo sus órdenes, acabé arreglada en un santiamén y me obligó a presentarme en el lugar donde se encontraba mi padre hablando con mi posible futuro esposo.
—Adelante —articuló mi padre antes de que tocara la puerta.
Yo entré y rodé los ojos al ver de quién se trataba y como no, tenía que ser Lord Lexignton.
Lo extraño era que mi padre había aceptado su cortejo, cuando otras veces lo había echado de mi casa a causa de mis súplicas por no comprometerme con ese hombre.
—Hija... supongo que ya conocerás al señor Lexignton, un importante marqués además —afirmó intentando que me alegrara la idea, lo cual fue en vano.
—Sí padre, he bailado en varias ocasiones con él y también ha venido a pedirme la mano varias veces —indiqué con una sonrisa que demostraba mi satisfacción por haberle lanzado tal indirecta—. Buenos días milord.
Paul Lexignton, sonrió incómodo y se acercó a besar mi mano cubierta por un guante con rapidez.
—Siempre son buenos cuando tengo el honor de verla, milady.
Si creía que con unas simples palabras bonitas iba a tenerme rendida a sus pies, estaba muy equivocado.
—Cassandra, Lord Lexignton ha venido a pedirme tu mano... otra vez —murmuró—. Por lo tanto, he decidido que podrá cortejarte un tiempo.
Aquello no podía ser cierto...
¿Qué mosca había picado a mi padre?
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Atrapada en el siglo XXI *[EDITANDO]*
Fiksi SejarahCassandra nunca creyó llegar a parar a otra época como por arte de magia. Sus planes solamente se basaban en buscar un marido antes de que la temporada se acabara, para así tener un futuro asegurado con un esposo al que acompañar y unos hijos que cu...