Capítulo 33. El mejor maestro

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Abigail y yo estábamos practicando hípica con total tranquilidad en el jardín trasero de mi casa, cuando de repente un ruido escandaloso provocó que me levantara asustada sobre la cama y le atizara un golpe con mi almohada a Alec, el cual seguía durmiendo como un bebé en la parte de abajo de la litera sin inmutarse por el desagradable sonido de aquel artilugio del demonio llamado despertador.

Fuera de la casa llovía y no era de extrañar, pues Brenda no se había cansado de repetir a lo largo de toda la semana que en el parte meteorológico anunciaban mal tiempo. Por esa misma razón, cuando Dereck, Alec y yo salimos de casa, no tardamos en abrir nuestros paraguas y caminar con precaución hasta llegar al instituto, donde Tessa me esperaba en el marco de la puerta principal recitando una serie de maldiciones que espantarían a cualquiera, por haberse mojado de la cabeza a los pies justo cuando se disponía a ir a clase.

— ¡Se me han llenado los pantalones de barro! —se lamentó tratando de eliminar en vano las manchas oscuras de su ropa—. Y encima me he empapado, lo que me faltaba... ¡cogeré un resfriado horrible!

—Podríamos ir a objetos perdidos a ver si tienen alguna camiseta de sobra para darte. Es obvio que no puedes pasar el día entero con esas prendas —afirmé tomando rumbo hacia el lugar que acababa de proponerle.

—La última vez que fui a ese lugar, me dieron un jersey ridículo y al final decidí volver a ponerme mi ropa desaliñada porque todo el mundo se reía de mí —me contó con las mejillas sonrojadas.

—Bueno, al menos probaremos suerte. Mejor eso a pillar una gripe por varios días.

—Quizás tengas razón —musitó y después de varios minutos andando hasta aquel sitio y posteriormente buscando algo decente, salimos rumbo a nuestras taquillas y ya allí, nos topamos de frente con Alec y sus amigos, los cuales estaban manteniendo una conversación tan profunda que ni siquiera se percataron de nuestra presencia.

—Hace tiempo que no salimos a hacer algo interesante en grupo, ¿o soy el único que se pasa las tardes encerrado en casa como si estuviera bajo arresto domiciliario? —inquirió uno de ellos.

—Tal vez seas el único que no sale, pero eso no te quita la razón —respondió Matt—. ¿Por qué no quedamos esta tarde?

— ¿De fiesta? —cuestionó Logan con una sonrisa traviesa.

— ¿Y si hacemos algo distinto?

— Entonces ilumínanos y propón algo interesante —repuso el del arresto domiciliario.

— ¿Qué os parece ir a la bolera? —planteó Alec y todos le dieron golpecitos en la espalda para felicitarle por tan maravillosa idea mientras asentían.

Cuando terminé de meter todos los libros que iba a buscar en mi mochila y cerré la puerta del taquillero, el grupo, pareció caer en la cuenta de que nos habíamos acercado y centró su vista en nosotras, saludándonos sobre la marcha.

— ¡Hey Cassie! ¿Por casualidad tienes algo que hacer esta tarde? —preguntó Blake pasando su brazo sobre mis hombros—. Estábamos pensando en ir a jugar a los bolos, ¿te apuntas? Será divertido.

—Pues no sé qué decir... —murmuré un poco nerviosa—. La verdad es que no sé jugar, así que lo más probable es que perdáis por mi culpa. Prefiero quedarme.

—Oh vamos, nunca es tarde para aprender algo nuevo y, además, tu amiga también puede venir, ¿verdad chicos? —aseguró Logan adoptando una actitud amistosa con ambas.

— ¡Yo me apunto encantada! Os machacaré a todos —exclamó Tessa emocionada—. Vamos Cassie, será genial. No me abandones...

Tras pensarlo unos segundos asentí y mi amiga me abrazó despidiéndos para ir a clase, con un abrazo algo torpe debido a su extremidad escayolada. A continuación, los demás comenzaron a irse también y Alec y yo nos quedamos solos, por lo que fuimos juntos a clase y tomamos asiento en nuestros respectivos pupitres.

—A lo mejor si os acompaño podría animaros en vez de jugar, así no perderéis —insinué abriendo mi libro de economía.

—No seas boba, claro que puedes jugar con nosotros. Es más, si quieres yo te puedo enseñar...

— ¿He escuchado bien? —inquirió Chase dándose la vuelta con una ceja alzada—. ¿Desde cuándo Dawson es bueno en algo? Cassandra, te aseguro que con él nunca aprenderás a jugar bien. Yo podría hacerlo mejor.

—No hablábamos contigo —respondió Alec poniendo los ojos en blanco—. ¿Siempre tienes que estar pendiente de lo que dice y hace cualquier persona a tu alrededor?

—Gracias Chase, pero la quedada ha sido idea de ellos —argumenté yo tratando de aliviar la tensión que se había formado—. Además, no creo que Alec sea malo jugando a los bolos.

—Yo solo digo que quizás no aprendas lo bastante bien con alguien tan incompetente como él —declaró sin reparos.

—Está bien, veamos quién puede enseñar mejor a Cassie —intervino Alec exasperado—. Esta tarde a las siete en la bolera. Y no faltes.

—Por supuesto que no voy a faltar —replicó—. Jamás me perdería una derrota como la que veré el día de hoy.

— ¿Lo ves? —cuestionó mi compañero de asiento—. No solo es arrogante, patético y todo lo demás; sino que también es un entrometido con aires de superioridad y una tendencia a la competitividad.

—Admitiré que se ha pasado un poco y que no venía a cuento su participación en la conversación, pero piénsalo... tal vez solo quisiera jugar a los bolos con nosotros y forjar amistades —razoné encogiéndome de hombros—. Acaba de llegar de Nueva York después de varios años fuera. Es normal que no se sienta integrado.

Alec elevó las cejas con fastidio y asintió como si tuviera la razón completamente... quizás porque no le apetecía continuar charlando conmigo sobre aquel tema.

Atrapada en el siglo XXI *[EDITANDO]*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora