Al llegar a la casa, Brenda aparcó el coche por fuera, ya que Dereck había tenido la brillante idea de estacionar un vehículo de dos ruedas en su lugar, y el espacio para guardar el auto no era tan grande como yo pensaba.
En la entrada, había una mujer con un moño desaliñado y vestida de prendas totalmente blancas, tocando el timbre varias veces sin obtener respuesta alguna.
— ¿Necesita algo? —cuestionó la madrastra de Alec.
— ¿Es usted la señora Dawson? —preguntó la chica sonriendo.
—En efecto, ¿por qué ha venido tan tarde? —inquirió Brenda extrañada—. ¿Ha ocurrido algo grave?
—Oh no, no se preocupe —declaró—. Llevo esperando aquí toda la tarde, pero nadie me abría.
—Cuánto lo lamento, pase a la salita principal y tome asiento, allí podremos entablar una conversación con mayor tranquilidad.
— ¿La conoces? —susurré en el oído de Alec al entrar—. No creo que Brenda deje entrar a un desconocido tan fácilmente.
—La verdad, no —respondió encogiéndose de hombros y subiendo las escaleras con indiferencia.
— ¿No te provoca ni una pizca de curiosidad?
Él me ignoró y siguió caminando detrás de mí en espera de que abriera la puerta de la habitación.
No obstante, cuando giré el pomo para que ésta cediera, la mano de Alec cubrió mi boca y me hizo señas de silencio.
— ¿Vas a escuchar lo que dicen? —inquirí—. Es de mala educación oír conversaciones ajenas.
—Resulta que esta en particular, si me causa un poco de intriga —contestó rodando los ojos y dando la vuelta.
—Hace unos minutos no pensabas lo mismo —debatí.
—Era una forma de engañar a Brenda para que creyera que estábamos arriba —puntualizó.
—Que astuto —admití—. Será mejor que te des prisa si no quieres perderte el chisme.
—Yo no soy ningún cotilla —replicó.
—No lo eres, pero adoras pegar la oreja donde no debes.
La voz de la mujer vestida de blanco nos interrumpió.
—Las pastillas no han dado resultado y su enfermedad se ha acentuado —informó a Brenda—. Dice que quiere verlo, pero necesito el permiso de sus tutores legales.
— ¿Pretende que mi hijo vuelva a ver a esa paranoica? —planteó ésta cruzando una pierna sobre la otra—. No creo que sea la mejor idea teniendo en cuenta como lo trató durante su infancia.
—Creemos que quizás... —intentó decir la mujer, pero se vio interrumpida por la madrastra de Alec.
—No voy a tolerar que visite a esa demente —refutó.
—Podría... —una vez más, sus argumentos fueron detenidos por Brenda.
—Lo siento, pero voy a pedirle que se marche.
—Por favor, piénselo —insistió la chica—. Le dejaré mi número en caso de que cambie de opinión.
—No lo haré, lárguese —ordenó Brenda.
Cuando la mujer salió, ésta cerró la puerta y Alec bajó la escalera a pesar de que le pidiera una y otra vez que no lo hiciera.
— ¿Qué quería? —preguntó haciéndose el inocente.
Su madrastra lo miró seria mientras se levantaba del sillón y antes de desaparecer tras la puerta dijo:
—Nada importante, vayan a dormir, mañana tienen clase —pidió tomando un largo suspiro.
Alec la miró una vez más con desconfianza. Él había escuchado todo y sabía que mentía. No obstante, parecía necesitar saber de qué se trataba el asunto.
—Vamos —musité tomando su mano para ir al dormitorio.
Cuando llegamos arriba, Alec se puso el pijama y se acostó en su cama cabreado.
Yo, me limité a subir por la escalerilla de la litera en silencio para no molestarle y cuando ya estaba a punto de coger el sueño, su voz me sobresaltó.
—Hablaban de mi madre.
Sin pensarlo dos veces asomé la cabeza por la parte baja de mi colchón para poder verle la cara.
— ¿Hablas en serio? —cuestioné—. No creo que le haga ilusión verte, reflexiona un poco, eso es imposible.
—Tienes razón, ella me odia, no tiene sentido —admitió observándome desde abajo—. Sin embargo, hay algo que no me cuadra.
— ¿El qué?
— ¿Por qué iba vestida de enfermera? —dudó.
—No poseo idea alguna, mas estoy segura de que lo descubriremos —contesté.
—Ya estás hablando otra vez como si estuvieras en tu época —bromeó cerrando los ojos para irse a dormir.
—Oh vamos, no seas tan infantil —me defendí.
—No te sientas culpable, es tu forma de hablar —aclaró—. Recuerda que te criaste de una manera diferente a la mía.
—Sobre eso... —titubeé.
— ¿Sí? —cuestionó en un susurro.
—Nada —argumenté—. Buenas noches.
—Buenas noches Cassandra.
Sin embargo, aquel día no pude dormir después de escuchar lo que dijo Alec de forma inofensiva.
A pesar de llevar semanas adaptándome a todo tipo de cambios, continuaba preguntándome el motivo por el cual llegué a parar a otro siglo de la noche a la mañana.
No sabía eso y tampoco había encontrado la forma de volver a casa... si es que existía.
¿Por qué seguía aquí?
¿Acaso jamás regresaría a mi hogar?
Anhelaba el pasado y todo lo que recordaba de él, pero también comenzaba a encariñarme con el futuro y las personas que había conocido gracias a mi pequeño viaje accidental a través del tiempo, y aquello provocaba algo de temor en mí.
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Atrapada en el siglo XXI *[EDITANDO]*
Ficción históricaCassandra nunca creyó llegar a parar a otra época como por arte de magia. Sus planes solamente se basaban en buscar un marido antes de que la temporada se acabara, para así tener un futuro asegurado con un esposo al que acompañar y unos hijos que cu...