14.LA MISTERIOSA CARA DEL MAL

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-¿A dónde quieres ir?-le preguntó Mitsuko a Yuzu mientras conducía su pequeño Mercedes rojo.

Yuzu estaba acostada, con la cabeza recostada en las piernas de Mitsuko; tocaba continuamente su cara, mirándola sin mirarla.

-¿Yuzu?-repitió Mitsuko.

-Perdóname, Mitsu.-respondió Yuzu, espantando sus pensamientos- Es que estoy muy preocupada por algo que pasó hoy en la escuela.

-¿De qué se trata? Cuando fui a buscarte te veías agitada y, por tu manera de recibirme, pude sentir la enorme necesidad que tenías de sentirte segura.

-Vamos a algún sitio. Deseo abrazarte, y aquí en el auto no puedo hacerlo.

-Por eso te pregunté que adónde querías ir.

-Lo dejaré a tu elección. Si estoy contigo, el sitio es lo de menos. Aparte de eso ¿Por qué traes esa gorra? Es la primera vez que te veo con una.

-¿No te gusta?-preguntó Mitsuko, señalando la gorra azul que llevaba sobre su cabeza.

-Al contrario, me gusta como se te ve. Y tu ropa...te ves mucho más joven, casi de mi edad.

Mitsuko iba vestida con un juvenil pantalón de jean, y una camiseta color rosado vivo con algunos lazos que adornaban las mangas. Calzaba zapatillas deportivas.

-Quiero verme bien para ti. Sé que te gusta vestir así, por lo que quiero ir a tono contigo. En cuanto a lo de la gorra, es por la sorpresa de la que te hablé.

-¿Qué es?

-Luego te digo. Yuzuko...¿Quieres navegar en bote?

Yuzu se entusiasmó.

-¡Claro que sí! Jamás he navegado de noche; será muy romántico navegar bajo la luna...aunque está haciendo algo de frío, pero no importa.

-Antes de salir, guardé una gruesa cobija, así que no temas por el frío.

-¿A qué lugar vamos a ir?

-¿Recuerdas el lago que se divisa desde la villa?

-¿Cómo olvidarlo?-Yuzu miró a Mitsuko con ternura.-Mitsu...

-¿Sí?

-Creo que me estoy enamorando de ti.

Mitsuko sintió cómo su corazón se estremecía de júbilo. Como estaban en el lindero del bosquecillo donde estaba el lago, estacionó el coche a un lado del camino sembrado de pétalos de cerezo.

-No puedo resistir estas ganas de besarte.-dijo, levantando a Yuzu y haciendo que se sentara a horcajadas sobre sus piernas.

Empezaron a besarse con fuerza lacerante, ahogándose con las ansias que tenían de sentir sus cuerpos entrelazados física y espiritualmente. Ambas se deseaban ardientemente en ese instante, pero se contuvieron; tenían toda la noche para ello.

-Yuzuko...-dijo Mitsuko, susurrando a su oído con voz entrecortada-me hace feliz que te estés enamorando de mí. Nunca imaginé, en toda mi austera vida simple y monótona, que pudiera ser tan dichosa. Te amo con todo mi ser, mi princesa.

Yuzu se aferró a ella como si temiera que en algún momento pudiera desaparecer. Recordaba las palabras de Misaki, y su pecho se oprimió bajo la fuerza de un terrible miedo a perder esa felicidad que, poco a poco, llenaba su vida de amor y paz. Mitsuko se sorprendió cuando sintió caer sobre su hombro algo tibio: Yuzu estaba llorando.

CITRUS-UNA CONFESION INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora