Nota: Este es un dibujo que hice de cómo veo a Misaki en mi mente. Este es mi único personaje original, pues los demás, como es sabido, pertenecen a Saburouta, por lo que quise que todos se conozcan al personaje tal como yo lo veo.
"¿Yuzu?-repitió la niña, aún con un ligero temblor en su voz. Miró atentamente la nívea flor que la pequeña le había tendido. Una luz de agradecimiento se apoderó de sus dulces ojos azules. Como era muy tímida, un fuerte rubor se había anclado en sus mejillas. No tenía amigos; su único amigo hasta ese momento era su hermano Watari, pero éste ya no podía siquiera levantarse de la cama. Y Papá y Mamá, centrados en su propia congoja, casi no le prestaban atención. Por eso, al recibir esa atención tan dulce de parte de una niña que no la conocía, su alma se agitó de alegría. Una sonrisa comenzó a vagar por los contornos de sus labios. La chiquilla de ojos verdes se sentó a su lado.
-¿Y tú cómo te llamas?- le preguntó, mientras agitaba el ramo de flores. Algunos pétalos se desprendieron, los cuales recogió. Sonriendo, los lanzó al viento, comenzando una danza que extasió a ambas niñas. Algunos pétalos fueron arrastrados hacia cierto bosquecillo que colindaba con el hospital.
-¡Vamos a seguirlos!-gritó Yuzu, entusiasmada, mientras tomaba la mano de su nueva amiga y la arrastraba consigo, siguiendo el rastro de los traviesos pétalos. Corrían entre los altos árboles, mientras intentaban alcanzar los blancos fragmentos de los lirios que ahora eran uno con el viento. La niña que hasta hacía un momento lloraba, ahora reía, contagiada por la alegría de la pequeña Yuzu.
Al fin, cansadas de correr, se dejaron caer en una pulida alfombra de césped, riendo felices. Yuzu iba a preguntarle algo a su nueva amiga, pero recordó que ésta no le había dicho aún como se llamaba.
-Hmmm...No me has dicho aún cómo te llamas.
-¡Es verdad!-exclamó la niña-mi nombre es Misaki. Misaki Okazaki.
-¿Cuántos años tienes? Yo tengo cuatro.-Dijo Yuzu, abriendo la palma de la mano, mostrando cuatro deditos.
-Hace poco cumplí ocho.
-Tus ojos parecen dos pedacitos de cielo. ¿Cayeron de arriba y te los pusiste dentro?
Misaki sonrió ante la inocencia y dulzura de esa hermosa niña. Sus ojos verdes contrastaban deliciosamente con su cabello castaño. Queriendo agradarle, a su vez le respondió:
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CITRUS-UNA CONFESION INESPERADA
FanfictionEstamos tan acostumbrados a que el sol salga cada día y nos de vida y luz con su calor, que nuestra conciencia no alcanza a meditar en lo que ocurriría si ese sol, un día, se negara a salir para nosotros. En esta historia veremos que la grandiosidad...