11 . UNA BIENVENIDA... Y UN ADIÓS

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-Ya basta- Murmuró Yuzu, apartando el rostro, agitada-Paremos.

-Sé que te pedí un beso, pero me marcho el próximo sábado, y no podré verte más-replicó Mitsuko sin dejar de abrazarla-Sólo un poco más.

-No.-Pero los labios de Mitsuko eran un irresistible imán; se sentía atraída a ellos como una abeja a la flor, por lo que cedió reiteradamente a las demandas de sus sentidos, dejándose llevar por lo que le dictaba su corazón confundido.

Harumin decidió salir nuevamente. No quiso seguir espiando y, paradòjicamente, no estaba enojada. Era como si un peso hubiera caído de su pecho, aligerando su espíritu. Era mejor terminar así que vivir sujeto a la incertidumbre. En cualquier momento, Yuzu podría dejarla y prefería un millón de veces verla al lado de su hermana que con Mei; en su opinión, Mei sólo la haría sufrir de nuevo, en caso de que volvieran. No obstante, pese a todos los argumentos con que intentaba convencer a su razón, un agudo dolor inflingìa daño a su corazón. Su amor por Yuzu era muy intenso y por momentos se preguntaba cómo iba a hacer para soportar verla con otra persona, y más si esa persona era alguien tan cercano a ella.

Mientras Harumin luchaba con sus sentimientos, Yuzu aun estaba en brazos de Mitsuko; ya no se besaban. Sólo permanecían así, escuchando sus agitadas respiraciones, hasta que Mitsuko rompió el silencio.

-Este es el adiós ¿Verdad, Yuzuko?- No pudo reprimir un acento de profunda tristeza en su voz.

-No tuvimos oportunidad de compartir muchas cosas, pero de algo estoy completamente segura: me gustas, me gustas muchísimo.-Exhaló un largo suspiro- Gracias por ayudarme a salir del abismo.

-Gracias a ti por regalarme mi primer beso, mi primer latido, y también por ser mi primer amor. Te amo.

Yuzu, generosa, le regaló un último beso, tierno y dulce.

-Mitsuko, Harumin ya se tardó demasiado. Me voy; luego la llamaré.

-¿No podrías quedarte hasta que vuelva?

-No creo poder contenerme mucho tiempo más si sigo a tu lado.-respondió, huyendo rápidamente antes de perder el dominio de sí. Lo que más deseaba en ese momento era darle rienda suelta a lo que sentía. Antes de salir, escuchó a Mitsuko gritar:

-¡Cuida de Harumin! ¡Te amooooo!

Yuzu empezó a caminar lentamente hacia su casa pero se desvió hacia el parque donde acostumbraba a pasear con Harumin. Para su sorpresa, esta última estaba allí, sentada en la banca habitual, pensativa. Yuzu se sentó a su lado, tomando su mano. Harumin se sobresaltó un tanto, porque no había sentido al presencia de Yuzu hasta el mismo momento en que sintió su mano sobre la de ella.

-Yuzu,-dijo Harumin con lentitud - ¿Por qué dejaste sola a Mitsuko? Te dije que te quedaras con ella.

-No quise estar más tiempo a solas con ella.-Yuzu estaba muy seria, con la mente muy lejos de allí.

-¿Por qué esa cara? ¿Estás pensando en Mei?

-¿Ah?- Yuzu levantó el rostro,con expresión de extrañeza.-No, no pensaba en ella.

Harumin inhaló aire como si estuviera preparándose para emprender una carrera; tuvo que reunir mucho coraje para poder hablar.

-Yuzuchi, terminemos.

Los ojos verdes de Yuzu relampaguearon, incrédulos.

-¿De qué estás hablando? Me pareció escuchar mal.¿Podrías repetir lo que acabas de decir?

-No escuchaste mal.-Harumin parecía a punto de quebrarse-Te dije que terminemos. Ya no quiero seguir contigo.

Yuzu dejó caer la cabeza, sintiéndose derrotada y muy desgraciada. Eso era lo único que faltaba.

CITRUS-UNA CONFESION INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora