18. "LA NOCHE EN QUE TE AMÈ"

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"¿Qué se cree esa presumida? Sólo por ser la presidenta del Consejo Estudiantil, cree que puede hacer lo que le dé la gana conmigo."

-Sé lo que estás pensando. Pero en esta escuela hay reglas, y tú estás quebrantando cada una de ellas en tu primer día.

-¡¿De qué estás hablando?! ¿Qué puede haber de divertido en vestirse como una monja?

Sin inmutarse, la chica de largo y lustroso cabello negro y profunda mirada inexpresiva, le contestó a la alborotadora estudiante nueva:

- Tendrás que acostumbrarte al reglamento de nuestra Academia, o no durarás mucho aquí. Eso es todo.

La hermosa rubia se quedó pataleando, lanzando improperios internamente a la exasperante Presidenta, a la que odiaba en ese momento con todas sus fuerzas."

Así empiezan algunas historias de amor... ¿Verdad? Con una pizca deodio, y una tonelada de predestinación...

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Yuzu acostó a Mei en la cama, temblando, respirando agitadamente. Por un momento que pareció eternizarse en la dimensión del tiempo en que estaban atrapadas, sus ojos se centraron en una eterna mirada, recorriendo en los senderos de sus recuerdos todo lo que habían tenido que atravesar para poder llegar a ese punto en que sus almas serían un solo latido con el Universo. En voz baja, Mei murmuró:

-¿Recuerdas el día que nos conocimos?

Yuzu volvió a ese día, que ahora parecía tan lejano...miradas de reproche, amenazas y rabietas. Con el alma llena de ternura, cubrió a Mei con su cuerpo, quien sintió en su cuello la tibieza de las lágrimas de su amada.

-¿Por qué lloras? Pensé que eras feliz. Feliz de estar conmigo.

Yuzu controló un poco sus emociones. Levantó la cabeza, acariciando las morenas mejillas de Mei.

-Cuando te encontré, eras un alma solitaria, abandonada por todos. Querías gritar por la desesperación de tu triste soledad. Fue tan difícil para mí llegar a tu corazón, mi amor. Y cuando lo conseguí, duró tan poco. ¿Por qué tuvimos que separarnos?

-No me recuerdes aquello, Yuzu. Es lo más terrible que he podido haber hecho...haberte engañado con alguien como esa mujer. Nunca me cansaré de pedirte perdón, mi amor.-Mei atrajo los labios de Yuzu a los de ella, depositando un suave beso en ellos. Aún emocionada, Yuzu volvió a preguntar:

-¿Logré sanar tu corazón? Te amé y te herí tanto a la vez, que no sé si la desolación en que estabas sumida cuando te conocí ganó al amor que te obsequié.

A Mei se le humedecieron sus ojos. A punto de llorar, dijo con dulzura:

-Me heriste porque tú también llorabas por dentro. No puedo recriminarte nada, pues sólo intentaste ser feliz sin mí. Me sentí morir cuando me decías cosas tan crueles, pero mi amor puede más que todo eso. Olvidemos todo, Yuzu. Ya no hablemos más de lo que pasó. Sólo ámame hasta que nuestras almas estallen de tanto amar, y de tantos besos.

-¿Gané, Mei?-Yuzu lloraba sobre el hombro de ella.

-Sí, mi amor. Ganaste. Todo mi ser es tuyo, y nada de lo que hayas hecho me importa ya.

CITRUS-UNA CONFESION INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora