17. LA BLANCA NOCHE DE LOS SUEÑOS

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NOTA: Otra vez el capitulo en cursiva. No sè por qué Wattpad me lo pone en cursiva, si yo lo hago con fuente normal.

"¿Voy a morir? Tal vez sea lo mejor. Así no tendré que sufrir más por su ausencia". Una ola la sepultó, haciéndola tragar una cantidad horrible de agua. El agua de mar era espantosamente salada. Quiso recibir un poco de oxígeno pero otra ola la sumergió, y el mundo ya no era azul y brillante; sólo existía la oscuridad y esa extraña sensación de estarse desvaneciendo. "Moriré. Lo único que lamento es no poder ver su rostro por última vez, y decirle que siempre la amaré." Poco a poco, fue perdiendo la conciencia, hasta sumirse en las más acerbas tinieblas. Lo último que su mente pudo pronunciar antes de irse fue el nombre de quien llenaba su vida hasta esos postreros instantes: Yuzu."

Agitada, Mei se revolvía, sudorosa .En medio de su turbulento sueño recibió, de algún lugar cerca de ella, las ondas sonoras de una melodía maravillosa que pareció atarla con un dorado hilo para traerla lentamente a la realidad. Abrió sus ojos, y la blancura del lugar donde se hallaba deslumbró sus ojos. Lo que la había despertado seguía danzando en forma de dulce notas musicales que la hicieron estremecer por su magnética belleza. Aun en medio de su confusión, supo de dónde provenía el suave sonido. Sólo Yuzu era capaz de tocar así. Giró la cabeza, y allí, a su lado, estaba ella, tocando su saxofón. No pudo evitar pensar que en realidad había muerto y que el ver a Yuzu era producto de su amor eterno por ella, y que quizá se hallaba en algún lugar parecido al cielo. Al cabo de un momento se dio cuenta que estaba en la habitación de un hospital.

Yuzu tocaba una preciosa composición, tranquilizante y provista de magnánimas emanaciones de agradecimiento por la vida. Mei se incorporó, aunque Yuzu no se dio cuenta de esto. Ésta tenía los ojos cerrados, como si estuviese murmurando una oración interna, usando su saxofón como canal de comunicación; su rostro llameaba, y Mei no halló la manera de compararla con algo que fuera de este mundo. Yuzu parecía un ángel, y su corazón estaba reflejado en esa luz que flameaba en su semblante. Sintió que su pecho iba a estallar por el gran amor que ella le inspiraba.

Tal vez sintiendo la intensa mirada de Mei, Yuzu detuvo su música. Salió de la especie de trance en que se hallaba y, al verla despierta, dejó a un lado su saxofón y se acercó a ella, sin decir una palabra.

En un instante, Mei se vio atrapada entre los brazos más dulces en que estuviera jamás. Su cara empezó a ser llenada de besos tan tiernos y apasionados, que pensó que se desvanecería ante tanta dulzura. Yuzu se tumbó con ella en la camilla, apoyando su mejilla en la suya, y pudo sentir las tibias lágrimas que surcaban el rostro de Yuzu. Esta le susurró suavemente, llorando:

-Mei, mi amor... ya despertaste. Dios mío, Mei, hace unas horas creí que no volvería a verte nunca más. Te amo tanto, que hubiera muerto de dolor a tu lado. No te imaginas cómo me sentí al ver tu cuerpo inerte en la playa...-Yuzu le tocaba el cuerpo, cerciorándose de que en verdad estaba bien, sin una sola magulladura en su piel amada.

Mei se estremeció ante esas palabras. Miró a Yuzu, levantándole rostro, pues ella lo había escondido en su hombro. Las verdes pupilas de su amada brillaban, trasluciendo un doloroso alivio, recargado de amor. Murmuró:

-Si tú me amas, yo te adoro, Yuzu...mi Yuzu querida.-Se miraron intensamente; Yuzu tomó sus mejillas y la besó con ternura. Durante un rato permanecieron besándose, como si nunca en sus vidas sus labios se hubieran tocado, y el tiempo pareció detenerse en la eternidad de sus besos salpicados de fragantes aromas.

CITRUS-UNA CONFESION INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora