5.PERDIDA

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PERDIDA

Harumin sostenía la mano de Yuzu. Ambas estaban sentadas en el parque donde acostumbraban a hablar de vez en cuando. Después de lo presenciado, Harumi creía que Yuzu se pondría a llorar o algo parecido; esa reacción tan pacífica no era propia de ella. Sólo notaba un fulgor misterioso que salía de sus tristes ojos verdes, que miraban el cielo, perdidos.

-Oye Yuzu, ¿Por qué no dices nada? Me preocupas. Deberías gritar, golpear a Mei o algo así; no es bueno reprimirse.

Yuzu la miró, sonriendo a medias.

-¿Qué quieres que diga? Siempre supe que, de las dos, era yo quien más amaba. No fui capaz de llegar a su corazón.-Yuzu se cubrió el rostro con las manos, pero no lloraba.

Harumin quería sacudirla. Algo andaba mal, tenía que hacer algo para sacar a Yuzu de ese estado tan extraño en que se encontraba.

-Yuzu, vamos a mi casa.-dijo-Llamaré a tu madre y le diré que te quedaste a dormir conmigo. Debes pensar cómo hablar de esto con Mei.

Yuzu se estremeció cuando Harumin pronunció el nombre de su hermana. Había quedado en shock desde que la había visto en brazos de la tipa esa, pero, de improviso empezó a reaccionar. Cuando habló, la voz le temblaba con rabia contenida.

-Sí, hablar con ella. ¿Qué le puedo reclamar? Es obvio que soy poca cosa para ella y que no me toma en serio. Yo no le diré nada. En estos momentos lo único que deseo es olvidar, así sea por un minuto, todo lo que la querido-apretó los puños-Quisiera arrancarme el corazón para no sentir esta tristeza.

Al fin, las lágrimas empezaron a fluir. Harumin intentó abrazarla, pero Yuzu la apartó, levantándose.

-Por favor, déjame sola. No quiero que me compadezcas.

-¿Compadecerte, dices? -respondió Harumin dolida- Yo te amo Yuzu. ¿Olvidaste lo de ayer? Yo quiero verte feliz, sonriendo con esa alegría que llena de calidez mi pecho y que me hace amarte cada día más.

-Perdóname, Harumin. Tú no tienes la culpa-dijo, levantando la voz, casi gritando-¿Por qué Mei no pudo ser como tú? Siempre he estado persiguiendo este amor a cambio de nada. ¡Quisiera desaparecer, para no verla nunca más!

-No digas esas cosas. Si tú desparecieras, creo que moriría.

Yuzu observó a Harumin con la vista nublada. Quiso arrojarse a sus brazos pero, impulsivamente, echó acorrer.

-¡Yuzu!-gritó Harumin asustada-¿A dónde vas?¡¡YUZU!!

Intentó perseguirla, pero corría tan rápido, que la perdió de vista. Ahora la que lloraba era Harumin. Dejar a Yuzu sola en ese estado era peligroso. La buscó como loca por todos los sitios que frecuentaba, sin resultado positivo.

"Yuzu,mi amor, ¿adónde fuiste" Intentó llamarla al celular , pero no contestó. "¿Qué puedo hacer?" Harumin se estrujaba la cabeza, intentando pensar en algo; entonces, se le ocurrió llamar a Matsuri. Ella podría ayudarla a encontrar a Yuzu; lo malo era que tenía que contarle todo y con lo mordaz que podía llegar a ser, quizás empeoraría las cosas. Sin embargo, decidió acudir a ella; era mejor su ayuda que nada. Marco su número rápidamente. Afortunadamente, contestó enseguida.

-¿Matsuri?

-¡Vaya, que grato oírte, Taniguchi! ¿Para qué soy buena?-Contestó Matsuri con su acostumbrado tono burlón.

-Iré al grano. Yuzu está pasando por una crisis y ha desaparecido; así como está, podría ocurrirle algo grave y necesito ayuda para encontrarla.

-¿Dónde estás?

Al cabo de quince minutos, Matsuri ya se había reunido con Harumin y ésta, sin dar demasiados detalles, le contó todo. Matsuri, seria, dijo, con el enojo a flor de piel:

CITRUS-UNA CONFESION INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora