2. RESISTENCIA

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El sonido del teléfono estremeció a Yuzu. Rápidamente, se levantó, temblando. Había estado a punto de engañar a Mei.

-Harumin, ¿qué estamos haciendo? Yo amo a Mei. No puedo hacerlo esto. Lo siento.

-Yuzu...-los labios de Harumin se curvaron en rictus de profunda amargura primero y luego sonrieron forzadamente.

-¿No vas a contestar?- Le preguntó con voz trémula y apagada. El corazón aún no se calmaba en su pecho y su respiración seguía agitada.

Yuzu cogió el celular. Era la tercera vez que timbraba.

"Es Mei".

-¿Mei?

-¿Dónde te has metido con este mal tiempo?-preguntó Mei- La reunión se canceló debido al clima. Pensé que te encontraría en casa.

Yuzu miró Harumin y la culpa que la invadió amenazó con aplastarla.

-Estoy con Harumin. Fuimos a beber algo caliente y como la lluvia arreció, estamos esperando a que amaine en un templo. No te preocupes, ya nos íbamos.

Algo en el tono de Yuzu inquietó a Mei. Sin embargo, no quiso extenderse más.

-De acuerdo Yuzu, regresa antes de que el tiempo empeore. Nos vemos.

Mei se sentó en el sofá de la sala, recordando la escena en la oficina de la escuela. No podía olvidar la decepción latente en el rostro de Yuzu cuando se negó a que la besara.

"Sólo me pidió un beso. ¿Por qué se lo negué? Ella en verdad me ama. Yuzu... "

Mientras, Yuzu y Harumin emprendieron el camino, silenciosas. Yuzu estaba en shock; las caricias delirantes que su amiga le prodigó nublaron su razón y casi le hacen perder el dominio de su voluntad. Involuntariamente, tocó sus labios, recordando el dulce contacto. El gesto no pasó desapercibido para Harumin, quien al ver que estaban llegando a la casa Aihara, tomó la mano de Yuzu y la llevó al pórtico trasero de una tienda.

-Harumin ¿Qué haces?- Yuzu empezó a temblar al sentir el aliento de Harumin en su cuello. Esta la había acorralado, abrazándola con fuerza.

-Yuzu, perdóname pero no puedo permitir que nos separemos así. Prométeme que seguirás siendo la misma conmigo. No te alejes por lo que ocurrió. Para ti fue un terrible error,  pero yo me sentí tan feliz de que aceptaras mis caricias que este recuerdo la mantendré vivo en mi mente durante mucho tiempo. Te amo Yuzu. Te amo.

Yuzu respondió al abrazo de Harumin ciñendo los brazos a su cuello.

-Harumin, tú no me obligaste a hacer nada. No quería hacerlo pero....eres tan densa. No pude resistirme a tu encanto.Jamás dejarás de ser mi amiga, pues aunque me haya dejado llevar de las circunstancias, yo amo profundamente a Mei y no quiero perderla. Me costó mucho hacer que saliera conmigo y, aunque a veces ella puede llegar a ser muy terca, creo que seguiré amándola como una loca toda mi vida. Perdóname Harumin.

Yuzu no pudo evitar derramar una lágrima al decir estas palabras. Le dolía, porque sabía que Harumin se pondría triste por el rechazo. Esta última temblaba en los brazos de Yuzu. Amaba a esa rubia con todas sus fuerzas y ahora sentía que sus esperanzas morían con las palabras de ella.

"Tengo que besarla una vez más.-Pensó- No puedo aguantarlo más. Su cercanía me agita demasiado".

-Al menos-suplicó mirándola tristemente-Al menos déjame besarte una vez más.

-¡Pero Harumin!

Yuzu observó las oscurecidas pupilas de Harumin. No tenían ese destello pícaro que tanto las caracterizaba. Estaban apagadas, sin brillo. No pudo soportar ver tal grado de sufrimiento.

"Debe amarme mucho" ¿Por qué Mei no podía demostrarle ese tipo de amor?

-Está bien.-murmuró quedamente.

Haruminla enlazó más densamente aún. Depositó sus labios en los de Yuzu, besándola con todo su corazón. El 'solo tenerla así la enloquecía. Empezó a juguetear con su lengua, profundizando el contacto de modo agonizante. Sin querer, Yuzu empezó a corresponder a sus besos con toda la pasión que llevaba contenida en su cuerpo. Por naturaleza, Yuzu era pasión pura pero con Mei debía contenerse y todos esos deseos estaban acumulados, sin vía de escape. Pero ahora esos labios la estaban enloqueciendo, la estaban llevando a un abismo desconocido y ella se estaba dejando caer. Las manos de Harumin empezaron a perder el control, Empezó a deslizar una por la espalda de Yuzu y la otra por su entrepierna, mientras con su lengua le lamia el cuello y la oreja; Yuzu no pudo contener un gemido.

-¡AHHH!

Instintivamente, llevó sus propias manos a los enormes pechos de Harumin, masajeándolos suavemente. La garganta de Harumin dejò escapar un quejido.

-Yuzu, vamos mi casa.

Yuzu desfallecía. Quería seguir pero ¿y Mei? No entendí pro qué si la amaba tanto, estaba engañándola tan fácilmente. De pronto, lo comprendió todo.

-Harumin, yo no te amo. Amo aMei. Pero esa devoción que sientes por mí es tan intensa que me hace perder el juicio. Me atraes sexualmente pero eso no es amor; es sólo eso: Deseo sexual. Y tú mereces mucho más. Mereces amor, Harumin.

Harumin besó suavemente a Yuzu.

-¿Crees que no lo sé? Tu cuerpo pide sexo a gritos. Yo quiero tu corazón y tu cuerpo pero tú sólo me deseas físicamente. Aún así, no me importa. -En este punto, dos lágrimas escaparon de sus ojos- Me consolaría poder hacerte el amor como una posesa, porque ese placer te lo proporcionaría yo y no otra. En ese momento serías sólo mía, aunque después corras abrazos de Mei.- Al decir esto, volvió a besarla con más intensidad que antes.

Yuzu estuvo a punto de aceptar la proposición de Harumin, pero recordó que Mei la había llamado y que en ese momento estaría preocupada por su tardanza. Con un esfuerzo sobrehumano, resistió a los llamados urgentes de su carne.

-No,Harumin. No. No puedo hacerle esto a Mei.- Y antes de que las últimas defensas que le quedaban fueran aniquiladas, se desasió de los brazos de Harumin y escapó, corriendo, sin mirar atrás.

Cuando estaba llegando a casa, corriendo aún, tropezó con alguien, tumbándolo al suelo.

-Disculpe, no fue...-empezó a decir Yuzu, pero se detuvo cuando se fijó en la persona que había tropezado.

-¡Mei! ¿Qué haces aquí?

Esta la miro fijamente, escudriñando su rostro.

-Iba buscarte. Dijiste que ya venias pero te tardaste demasiado.

-¿Estabas preocupada por mí?

Mei murmuró:

-Tanto como preocupar no, pero...

De improviso, Yuzu se lanzó a los brazos de Mei, diciéndole con tono desesperado:

-Te necesito, Mei. Te necesito más que nunca.- Y empezó a besarla.

Así permanecieron un momento, bajo la lluvia.

CONTINUARÀ

CITRUS-UNA CONFESION INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora