Capítulo 9

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No pude dormir en toda la noche. Una y otra vez pensaba en nuestras manos detenidas en segundos infinitos, nuestro abrazo, el beso... Si hubiéramos estado solos, ¿se hubiera atrevido a besarme? O solo era audaz cuando quería ganar. ¿Y si yo solo era un trofeo? Daba vueltas en la cama. Tenía que esperar a las cuatro de la tarde para verlo. No debía demostrarle que estaba loca por él. Tendría que ir indiferente. Yo estaba más allá de él, del amor. Más allá de un beso en la oscuridad, más allá de su "preciosa".

Cuando amaneció, no paraba de llover. Las canchas eran al aire libre, si seguía lloviendo el desafío sería de ping pon.

A las 10 fui a buceo y ahí estaba Gabi. Parecía contento de verme.

¿Qué les pasaba a todos? De repente, ¿yo importaba? Me acordé del protocolo del Capitán. Gabi trabajaba en el crucero: yo no era más que una clienta.

─¿Cómo está Nati? ─le pregunté.

─Me imagino que bien. No la vi.

─La debés extrañar.

─No somos novios.

─No tenés que darme explicaciones.

─Ya lo sé. Pero me molesta que dé a entender otra cosa.

─Para no tener nada que ver, estabas muy pendiente de ella.

─Así soy yo, siempre cerca del necesitado. Hola, chicos, ¿listos para bucear?

Fue como una cachetada. Sentí el dolor, el rojo en las mejillas. Así no quedarían las cosas. Iba a ser la mejor de la clase. No sería su necesitada.

Cada vez que él se acercaba, me sumergía más profundo. Fue tan evidente que Ana me preguntó:

─¿Qué pasó?

─Nada, ¿por qué?

─Me sorprende este distanciamiento.

Cuando terminó la clase, Gabi me llamó para que lo ayudara con los equipos y me preguntó:

─¿Por qué me estás castigando?

─¿Qué? ─me hice la sorprendida.

─Yo no te hice nada.

─Yo tampoco.

─Estuviste muy bien hoy en el agua.

─Ah, sí, gracias ─y me fui.

Amor de cruceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora