Capítulo 14

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El resto de la noche fue complicada. Empezando por dónde estabas, siguiendo por qué te pasa, hasta mañana nos bajamos en la isla y nos tomamos un avión a casa. Yo creo que la mayoría de edad tendría que ser a los 13 años. A partir de ese momento, los padres deberían aceptar lo que hacen los hijos y no intervenir, salvo que ellos les pidiesen. Pero tener que soportarlos hasta los 18 es una verdadera tortura. No sé cómo aguantarlos otros tres años más.

Mi viejo parecía empastillado, pero a mi vieja se le salió la cadena. Toda la comprensión y complicidad de la tarde se habían ido por la borda. Que dónde estuviste, que quedamos que venías a los jueguitos con nosotros, que te buscamos por todo el crucero, que le tuvimos que decir al Capitán (me moría de vergüenza), que nunca más nos vuelvas a hacer esto, que te damos toda la libertad y vos nos pagás de esta manera, que tenés 15 años y hay muchas cosas que todavía no sabés, que ese chico Gonzalo no me gusta nada.

El último beso de Gabi era mi guarida. Debía parecer tan empastillada como mi viejo, lo miré y él me miró cómplice. Sonreímos.

Finalmente, después de dos horas, mi vieja paró de hablar. Mi hermano se había dormido vestido. Mi viejo se fue a dar una vuelta. Y mi mamá, una ducha.

Pensé en el cielo azul y me transformé en estrella.

Amor de cruceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora