Capítulo 28

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Ni en pedo te cuento los detalles. Ya sé que te puedo contar todo, pero no. Me hubiera quedado con él toda la noche, pero volvimos justo antes de que mis viejos notaran mi ausencia. El aire de mar los ponía asquerosamente románticos, mi mamá hasta parecía feliz. Iban de la mano como si fueran chicos. Pero por suerte, me dejaban un poco de oxígeno.

A la mañana siguiente, parecía que mi vida había cambiado. Por fin había dejado todos mis temores y remordimientos, por fin podía disfrutar de Gabi, por fin todo era perfecto. Me hubiera arrojado por la tirolesa, pero, esta vez, para gritar de felicidad.

Fuimos a desayunar y mi mamá me miraba curiosa, hasta que no aguantó más:

─¿Mar o tierra?

─¿Qué?

─Al final, ¿qué elegiste?

─Ah, sí.

─¿Qué elegiste?

─Mar océano.

─¿De qué hablan? ─preguntó mi viejo.

─De que quizás tengamos descuento en futuros cruceros ─me guiñó un ojo como si fuéramos amigas.

La miré con odio.

─¿Qué? ─por suerte, mi viejo no entendía nada.

─Que hay promociones, y seguro podríamos enganchar algún descuento.

─Todavía tenemos que pagar las cuotas de este.

─El último día sortean un crucero ─dijo Pedro─. Capaz lo ganamos.

─Con nuestra suerte, lo dudo ─respondió mi viejo.

Siempre arruinan los buenos momentos. Yo soy tan ingenua que no dejo de darles oportunidades, pero ellos confirman la regla.

─Hoy voy a una excursión de corales.

─Puede ser peligroso ─dijo mi viejo.

─No es peligroso.

─Vos solo buceaste en una pileta, no tenés ni idea cómo es debajo del mar.

─Pero si nos entrenaron.

─Los entrenó un mocoso, que solo tiene ese puesto porque es el hijo del Capitán.

─No es justo, primero insisten en que vaya a buceo y ahora no me dejás ir a la excursión.

─Si tanto querés ir, yo también voy.

─¿Queeeé?

─Que te acompaño.

─¡Pero, Eduardo, tan peligroso no debe ser!

─Habló la experta, que solo se moja el dedo gordo del pie. El entrenamiento fue una cargada, ¿cuánto duró?, ¿dos días en la pileta?

─Tres ─dije.

─Por eso mismo, si querés ir, voy yo también.

─Ningún padre va, voy a quedar como una estúpida.

─Una estúpida que tiene un padre que la cuida.

─Yo no te pido que me cuides.

─Las cosas son claras, si querés ir, tendrás que soportar mi bochornosa compañía, si no, no vas y venís con nosotros. ¿Qué elegís?

─Me quedo en el camarote.

─Esa no es una opción.

─¡Te odio!

─En media hora tenemos que estar en el lobby ─se paró y se fue.

─¿Estás segura de que no querés ir a los corales? ─preguntó mi mamá.

─No sé. Es un quemo ir con papá.

─No te va a hacer quedar mal.

─¿Qué no? Si es un desubicado.

─Vicky, es tu padre.

─Un padre desubicado.

─Andá, le pido que diga que le dieron ganas de bucear. Vas a ver, no va a hacer papelones.

─Pero yo quería estar con Gabi.

─Vas a estar con él. No vas a hacer nada distinto que si papá no estuviera.

Me resigné. Mi vida nunca cambiaría.

Amor de cruceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora